En mi artículo de la pasada semana expresaba que uno de los elementos favorables del PLD en este proceso electoral es su gran fortaleza orgánica. Pero el gran reto que tiene el PLD ahora es poder desarrollar una estrategia clara y efectiva, para lograr que su candidato presidencial pueda superar a dos aspirantes que tienen un gran potencial y son mucho más conocidos que él.
¿Podrá Abel Martínez convertirse en un fenómeno electoral? Eso es posible. Todo depende de cómo el PLD asuma el desarrollo de la campaña, de cómo Abel puede sumar la mayor cantidad de sectores internos y externos, si es capaz de actuar con la estatura de un líder político de estos tiempos y si logra desarrollar una clara visión sobre la unidad de la oposición.
No existe ninguna duda de que el PLD salió ampliamente fortalecido de la celebración de esa consulta de octubre del año pasado. Salió unificado, renovado, dio un ejemplo de madurez política, una muestra de disciplina y envío un claro mensaje de responsabilidad sin límites a toda la sociedad. El nivel de votos alcanzados por Abel a lo interno del proceso peledeísta, más de un 60%, fue una especie de garantía para evitar fricciones internas, a pesar de que la doctora Margarita Cedeño no quedó del todo convencida de la pulcritud del proceso, pero ha decidido actuar como una militante peledeísta disciplinada y con un alto sentido de la historia.
Abel Martínez es una fortaleza del PLD en estos momentos. Es la novedad del proceso electoral. Es el más joven de los aspirantes, es quien busca la presidencia por primera vez y es quien tiene la mayor capacidad de trabajo. Otro aspecto favorable para el PLD es que Abel, por haber mostrado una capacidad gerencial con ampios resultados en Santiago, es un candidato que puede mostrar obras y resultados igual o más que Leonel y que Luis.
Unido a la fortaleza orgánica y a tener un buen candidato, el PLD suma dos elementos que son cruciales en una campaña electoral, tan compleja y complicada como la que se avecina. Se trata del hecho de que el partido morado cuenta con el mejor estratega político y electoral de los últimos tiempos, Danilo Medina, y del mejor jefe de campaña que ha conocido la política dominicana, Francisco Javier García.
Danilo y Francisco Javier son dos garantías de primer orden para el éxito electoral del PLD y para que Abel pueda recorrer con éxito la ruta para convertirse en una fenómeno electoral y en el próximo presidente de la República. Danilo fue el estratega principal de la victoria del PLD y de Leonel en el 1996 y en el 2004, así como en los dos procesos donde fue él mismo fue elegido presidente de la República, en el 2012 y 2016. En el caso de Francisco Javier García ha demostrado su eficacia y fortaleza como jefe de campaña de Leonel y de Danilo, cuando ambos ganaron, y en varios procesos municipales y congresionales donde el PLD resultó ganador de esos certámenes.
Para consolidarse como un nuevo líder de la política y figura presidencial, Abel debe tomar una serie de acciones importantes en su comportamiento cotidiano y en su posición como candidato del PLD. Humildemente creo que Abel no debe, bajo ninguna circunstancias, disputarle el liderazgo principal del PLD a Danilo Medina. Los nuevos líderes deben basar su crecimiento en los líderes que los han formado. Abel ha sabido manejar muy bien esa situación hasta hoy y debe seguir así. Y algo importante, Abel debe entender que en este momento lo más importante es sumar a todo el mundo tanto dentro como fuera del PLD. Un líder de este tiempo es aquel que sabe concertar, ser humilde, ser unitario y darle valor a todos los demás.
Abel, como la figura política principal del PLD en este momento, tiene como reto sumar a Margarita Cedeño y asignarle un área importante de la campaña, darle mayor importancia y funciones a Francisco Domínguez Brito, sumar a Gonzalo Castillo en un área importante de la campaña y mantener un mensaje cuidadoso sobre la necesaria unidad de la oposición. Un líder opositor de un país donde hay procesos electorales de doble vuelta, debe entender que el objetivo principal es el gobierno, y que los otros partidos de oposición son posibles y necesarios aliados en una eventual segunda vuelta contra un presidente en ejercicio.