Ayer domingo se celebraron a bombo y platillo de ese material del que está hecho el olvido, siete meses justos, de haber mareado al país con la sustracción de un boceto del pintor dominicano Iván Tovar.
Los responsables, los que tenían y tienen la responsabilidad de dar la cara ante la sociedad, no la han dado. Ni han dicho esta boca es mía. Ni amagaron con “vamos a investigar”. Apostaron al olvido y a que todos somos tontos.
El descubrimiento de la pérdida ocurrió durante la Semana Santa. La pieza sustraída fue el boceto “Lápiz sobre papel” colgado en una pared del Museo de las Casas Reales. Sus dimensiones: cinco pulgadas de ancho por cinco y medio de alto. El boceto sustraído era parte de una selección de unas 400 imágenes entre obras, cartas y fotografías.
La exposición a la que pertenecía era compañera de la inmersiva “Tovar surrealismo vivo” que con la obra del pintor se realizaba a pasos del Museo de las Casas Reales en plaza España.
Ninguna de las autoridades culturales, sea la ministra Milagros Germán o el viceministro Gamal Michelén, ni la Policía Nacional se han referido hasta el momento acerca del robo.
Lo único para lo que sirvió el robo fue para cancelar a caja destemplada a la directora del museo, como es el estilo del Ministerio de Cultura.
El hecho puso al descubierto algo a la vista de todos, pero que no veíamos, salvo quien mandó a robar el boceto, la ausencia de seguridad: solo cinco vigilantes y cero cámaras.
La Fundación dijo estar “muy preocupada”.Y lamentaba “que se den hechos de esta naturaleza, cuando lo que persigue esta fundación es difundir la obra de un gran artista nacional y que pueda ser apreciada por toda la sociedad”. Dijeron confiar en que las autoridades actuarían con rapidez y eficiencia.“Lo más importante es que se recupere la obra y se conozca la verdad del hecho, pues las obras de arte son parte del patrimonio del país y deben ser respetadas”. Siete meses van.