Creo en la honestidad del presidente Luis Abinader, en sus ansias de hacer que las cosas cambien para bien. Pero no siempre -para no decir casi nunca- lo logra.
La filosofía del cambio es una vacuidad si no va a acompañada de la filosofía de mantener lo bueno. Esa cultura no existe en nuestra sociedad.
Hay países como Hungría, donde además de la figura del ministro de Cultura (p. ej.) existe la figura del secretario de Estado. El ministro es político, temporal, mientras dure el gobierno.
El secretario de Estado es el encargado de que la política diseñada a largo plazo -según acuerdo de la sociedad- tenga continuidad. De ese modo, el desarrollo está garantizado.
Pero ¡Ay de Hungría si cada vez que llegaba un partido al poder se diseñaba una política cultural nueva! Estarían sencillamente… como nosotros.
Lo mismo sirve para cualquier área, sea cual fuere el Ministerio o la institución estatal.
Por eso la chapucería, la dilación, la falta de sentido común y de sensibilidad campean por sus respetos en muchas áreas, como en el Inacif, dirigido por el ingeniero industrial Francisco Manuel Gerdo Rosales, que tiene entre sus objetivos: “Establecer protocolos de actuación en las distintas disciplinas científicas y asegurar niveles adecuados de calidad en los informes”.
El fallecimiento de una persona ocurrido el domingo a las 4:00 pm en su hogar, solo fue levantado casi a las 9:00 pm por la funeraria Blandino. Allí llegó el médico legista José T. Pérez Valdés, quien escribió en el acta de defunción que la hija del occiso era sobrina y que el occiso había fallecido de un infarto asociado a un carcinoma de pulmón. La familia dedicó todo el funeral a caerle atrás al firmante para que cambiara esos datos. Al final solo cambió lo de sobrina. Tachó, escribió hija y estampó un sello. Lo del cáncer de pulmón no le dio la gana de cambiarlo. “Él fumaba y todo fumador muere por cáncer de pulmón”, aseguró henchido en su ineptitud e indolencia. E insensible e irrepetuoso resolvió: “¡Esto se fue a mayores; vaya a Inacif y a la Junta Electoral a que le resuelvan!”.
¡Que viva el cambio sin cultura!