Los 65 años de la Revolución Cubana arriban cuando Cuba vive el nivel de miseria y represión más profundo que haya conocido, desde los taínos hasta ahora.

Cuando todos pensaban que las cosas irían mejor, lo peor estaba por llegar. El ingenuo de Barack Obama fue a La Habana brindando un deshielo sincero, los tiranosaurios rex le dieron la mano y luego se la limpiaron con cloro. Nunca Obama pudo llegar más allá de la cena en La Guarida.

Envejecientes buscando comida en la basura, una imagen común hoy en Cuba )Fuente externa)



Cuando en los años 90 los núcleos del Partido Comunista de Cuba pedían la democratización de la vida, siempre había un pero. Contra cualquier medida tendiente a mejorar la vida, siempre estaba el coco: el bloqueo yanqui. Un comodín colocado en el ADN de un gobierno eternizado que se negó, y se niega, a ceder ni un átomo de la visión stalinista de la vida: culto a la personalidad y miedo al vecino poderoso a la vez.

En el parque y sin zapatos (Fuente externa)



A los que temían que la identidad cultural cubana iba a ser devorada por el imperialismo, hay que decirles que nunca estuvo más anexada a Estados Unidos que hoy. Comenzando por los hijos y nietos de Fidel, Raúl y demás jefes, hasta los hijos de los nuevos dirigentes encabezados por Diaz-Canel: residen en las mejores residencias de La Habana y todos viajan a Estados Unidos, donde compran ropas, calzados, relojes, celulares, y autos de alta gama. Los que sus padres y abuelos les negaron a los cubanos 65 años. Claramente, con dinero del erario, en viajes realizados con dinero del erario.

Cartel con fotos de muchos de los menores de edad que permanecen en las cárceles por participar en las manifestaciones del 11J del 2021 (F.E.)



Nunca antes fue tan burda y ridícula la élite burocrática del partido y del Ministerio de Cultura, empecinados en mantener el ganado dentro del redil, ejerciendo una censura más ferrea que la de Beria.
Lo que llamaron revolución puede durar 65 años más en ese pseudo país creado para turistas ingenuos alelados en la postal ruinosa de los 50, o el turismo de la izquierda oportunista que se hospeda en los mejores hoteles y casas de protocolo pagados por el erario; que jamás querrían para sus pueblos lo que vive el cubano, y que tampoco serían capaces de sobrevivir con lo que sobrevive un cubano. Como diría Silvio: “Desde una mesa repleta cualquiera decide aplaudir / la caravana en harapos de todos los pobres. / Desde un mantel importado y un vino añejado,/ se lucha muy bien…”

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