La muerte ayer en el entreluz de la alta madrugada y la salida del sol, de una joven en un accidente de tráfico, descubre la existencia de un nuevo fenómeno “artístico” en ciertas barberías que han ido saliendo del bajo mundo para aventurarse en lugares cercanos a los centros de clase media. Hay alguno de alta gama en Piantini, pero ese fue primero que todos.
Se trata de las barberías donde se ofrece el servicio de bailarinas… mientras te están cortando el cabello. Puede ser que la idea haya sido a partir de ese momento en que los barberos le piden al cliente que incline la cabeza para poder cómodamente pasar el “abejón” por la nuca y marcar el filo del cabello.
¿Estamos hablando de un nuevo fenómeno cultural?
No hay Casas de Cultura en los barrios ni en las urbanizaciones, pero en cambio hay barberías con bailarinas.
No hay bandas de música, ni grupos de danza asesorados por instructores del Ministerio de Cultura, pero hay barberías con bailarinas donde suena a todo dar la música que manda: la urbana.
No hay grupos teatrales ni escuelas de ballet para las niñas pobres, pero sí hay barberías con bailarinas. No sé si con “happy endding”, pero sí con insinuaciones. Que esos glúteos se mueven cual licuadoras frenéticas en busca de “los cuartos que están perdidos”.
Las barberías con bailarinas son una muestra más del fracaso de la no-política cultural que forma parte de un barco que hace aguas.
Gracias también a esas no-políticas proliferan alimañas de la “descultura” -ya que no pueden trascender ni como anticultura, que es otra cosa- como el tal Onguito y sus adláteres.
Si la tal Tokischa es un fenómeno mundial de lo que no es arte, y comienzan a pulular las barber shops con bailarinas -que no le hacen daño a nadie-, es culpa entre otras cosas de los escuetos presupuestos a la Cultura, de la falta de visión de nuestros políticos y funcionarios que siguen viendo el sector como una carga para el Estado y no como productor de economía, y de quienes siguen sin mirar culturalmente hacia los pobres. Que así es más fácil dominar.