El licenciado Felucho Jiménez, uno de los dirigentes históricos de la creación y el desarrollo que tuvo el PLD hasta llegar al poder, acaba de hacer un reconocimiento extraordinario a las transformaciones que realiza el gobierno del presidente Luis Abinader.
Ha reconocido el economista y ducho dirigente político, y lo ha expuesto de manera inequívoca, que “en el actual gobierno hay un cambio, hay una propensión a la no impunidad, y eso me gusta”, dijo en entrevista televisiva.
Es importante resaltar esa declaración, porque precisamente Felucho, cuando arreció el movimiento Marcha Verde contra la impunidad, allá por enero de 2017, reconoció la validez de los reclamos para que fueran sancionadas las sobrevaluaciones de obras públicas y otras acciones dolosas que daban motivo a las protestas verdes.
Llegó el entonces funcionario a considerar que la justicia de su gobierno debía investigar y sancionar a los responsables de estafas comprobadas.
Cerrar herméticamente resquicios a la impunidad es la forma correcta de combatir la corrupción administrativa, que según denunció el presidente Leonel Fernández en la campaña en que ganó el poder en 1996, se llevaba entre las uñas unos 30 mil millones de pesos cada año.
Aunque el dato lució exagerado, dio una idea de las dimensiones del tradicional robo de los fondos públicos, que había motivado antes al presidente Joaquín Balaguer a declarar que la corrupción era de tal magnitud que sólo se detenía ante la puerta de su despacho.
En su editorial de ayer, titulado La Doctrina Abinader, Listín Diario resaltó que “El punto de partida de esta doctrina es el respeto a la independencia del Ministerio Público y la transparencia en el manejo de los recursos del Estado, rematado con sus propias actuaciones personales frente a denunciados casos de irregularidades en su gobierno”.
El editorial de Diario Libre, también de ayer, puntualizó: “No hay duda de que en este primer año de su administración, el presidente Abinader no ha dudado en actuar con firmeza ante los casos de corrupción denunciados y confirmados, una de sus promesas de cambio”.
Un sistema contralor de los recursos públicos, una justicia ciega, lo mismo que un Poder Ejecutivo que no intervenga en favor de propios o extraños, es decir, una justicia independiente y un régimen sin impunidad, devienen en una misa de salud para el emprendimiento de las grandes tareas del desarrollo integral de nuestra sociedad.
Si lo confiesa Felucho, no hay que probarlo.