Todos debemos estar conscientes de que el cambio climático es una dura realidad que amenaza a nuestra sociedad, y basta revisar las temperaturas medias globales para darnos cuenta de que en las últimas décadas las temperaturas mundiales han aumentado 1.2 grados Celsius, con tendencia a un incremento gradual que es responsable de que actualmente estemos viviendo la década más calurosa que ha tenido nuestro planeta desde el año 1880.
Quienes con la ayuda de las geociencias damos seguimiento al comportamiento del planeta Tierra, incluyendo el clima y su incidencia en la hidrometeorología, sabemos que cuando hay altas temperaturas sobre la superficie intertropical oriental del océano Pacífico, se produce allí el denominado fenómeno de El Niño, durante el cual la radiación solar que llega directamente sobre la superficie del mar genera mucho vapor de agua que produce lluvias torrenciales e inundaciones sobre muchos países latinoamericanos vecinos al Pacífico, dejando resequedad en el aire del océano Atlántico, y consecuentemente sobrevienen sequías y reducción en la disponibilidad de agua en el Caribe, Centroamérica, Venezuela, y la franja caribeña de Colombia, siendo esa la causa de la severa sequía que actualmente estamos sufriendo en toda nuestra región caribeña, la cual habíamos advertido a través de este periódico elCaribe desde el 6 de agosto de 2018, cuando dijimos que para finales del año 2018 y principios del año 2019 seríamos impactados por una severa sequía.
En nuestro país la presente sequía ha impactado mayormente a la región suroeste y a la Línea Noroeste, pero desde febrero de 2019 la sequía se ha acentuado y se ha extendido hacia la porción central de la cordillera Central, hacia el valle del Cibao, hacia la costa norte y hacia la región nordeste, tal y como habíamos anticipado en nuestro artículo publicado en este periódico elCaribe en fecha 4 de febrero de 2019, y esa advertida extensión actualmente ha reducido el caudal de entrada de agua a la presa de Monción, a la presa de Rincón, a la presa de Hatillo, y a la presa de Sabaneta a tan sólo 1 metro cúbico por segundo, caudal de agua que es insignificante para los requerimientos diarios de acueductos y canales de riego, al mismo tiempo que ha reducido a su mínima expresión los caudales de los ríos afluentes al río Haina, por lo que las obras de captación ubicadas en el río Haina han reducido en 51 millones de galones diarios el suministro de agua potable para el Gran Santo Domingo, lo que implica que se impone continuar el manejo inteligente y el manejo racional del agua almacenada en nuestras represas y el manejo racional en nuestros hogares.
Es bien conocido que la ciudad de Santo Domingo, con 3.5 millones de habitantes, recibe cada día unos 420 millones de galones de agua desde 4 fuentes principales que son la represa de Valdesia que aporta 6.5 metros cúbicos por segundo, las tomas de Haina y sus afluentes que aportan 5 metros cúbicos por segundo, los campos de pozos de la zona calcárea nororiental que aportan 5 metros cúbicos por segundo, y la Barrera de Salinidad del río Ozama que aporta 2 metros cúbicos por segundo, lo que indica que si dividimos el volumen diario de agua entre la población del Gran Santo Domingo tendríamos que en promedio cada ciudadano debía recibir 120 galones de agua diariamente, equivalentes a 454 litros de agua cada día, cuando 150 litros diarios de agua serían suficientes para cada ciudadano, pero es importante aclarar que esos 454 litros diarios de agua incluyen el 60% de pérdidas por tuberías rotas, por fugas y desperdicios en los hogares, y por desperdicios en lavaderos de autos y en industrias, lo que implica que de esos 454 litros diarios por ciudadano, aprovechamos 182 litros y desperdiciamos 272 litros, y por eso, aunque gastamos mucho dinero público en este servicio público fundamental, mucha gente no recibe el agua elemental.
De ahí que, la actual sequía que golpea los acueductos, la agricultura y la ganadería, la cual no es la primera, ni sería la última, debe concienciarnos y llevarnos a administrar de manera racional el agua que recibimos, para que en el futuro todos podamos estar tranquilos, aún en medio de las peores sequías, comenzando por discutir la posibilidad de asignar a cada ciudadano 150 litros de agua por día, libre de costo, o con factura mínima, controlados con un medidor telemétrico, a los fines de que todo consumo de agua en exceso de los 150 litros por día sea cobrado a 100 pesos por cada metro cúbico, lo cual desincentivaría el desperdicio del agua, pues si la gente sabe que dispone de un volumen de agua gratis, o casi gratis, que es suficiente para sus requerimientos básicos diarios, evitaría el desperdicio para evitar tener que pagar una alta factura por su servicio de agua potable.