Jean-Louis Trintignant comenzó a morir en el 2003 cuando el esposo de su hija Marie la mató a golpes: “Tengo 70 años, estoy cansado. Estoy cerrando el negocio y mi vida no tiene sentido”, dijo entonces Trintignan.

Pudiera decirse que aunque se le relaciona con la Nouvelle Vague, está en su periferia. No fue tan espumoso como Alain Delon o Jean Paul Belmondo, los más populares de su generación. Pero Trintignant fue desde su humildad personal un gigantesco actor que creó personajes memorables en unas 150 películas no solo francesas, sino en toda la cinematografía europea, cuando la cinematografía europea alcanzó su definición mejor.

Su gran terapia y “oficio verdadero” era leer poemas en teatros parisinos.

Trintignan nunca recibió un Oscar. Nunca recibió un Globo de Oro. Obtuvo fue el Oso de Plata a la mejor actuación en el Festival de Berlin de 1968 por “El hombre que miente”, de Alain Robbe-Grillet; al año siguiente el premio a la mejor interpretación masculina en el Festival de Cannes por “Z”, la película de Costa-Gavras, protagonizada por Yves Montand, Trintignant e Irene Papas. Y finalmente, “Amour” (2012), de Michael Haneke, ganadora de la Palma de oro en Cannes y protagonizada por Trintignant, Emmanuelle Riva e Isabelle Huppert.

Z, de Costa Gavras

Ahora ha muerto a los 91 años de edad unos dicen que en Uzés, en Provenza, otros que en Collins, en el cantón de Remoulins. 

Su primera esposa fue la actriz Stéphane Audran, luego la directora Nadine Marquand con la que tuvo tres hijos: Marie (asesinada), Pauline (fallecida cuando era bebé) y Vincent.

Tras divorciarse de Marquand, se casó en terceras nupcias con una piloto de carreras, Marianne Hoepfner.

Trintignan murió en su casa de Uzès, en el sur de Francia, “serenamente, de vejez, rodeado de sus seres queridos”, dijo su esposa en un comunicado.

Enigmático. Parco. A veces oscuro. Se especializó en personaje sombríos y muchas veces antipáticos. Era a la vez un amante empedernido de los autos de carrera. Llegó incluso a competir en las 24 horas de Le Mans.

En 1950 Trintignan se había ido a París a estudiar teatro (una especie de lucha contra la timidez) y dejó una huella de casi 70 años de arte en las pantallas grandes y en las escenas teatrales. En 1951 debutó en París con la obra teatral “María Estuardo” de Schiller y cinco años después en la gran pantalla con “Si tous les gars du monde”, de Christian-Jaque. 

“Ser una página en blanco, partir de la nada, del silencio. Por lo tanto, uno no necesita hacer mucho ruido para ser escuchado”, escribió alguna vez sobre su peculiar método de actuación.

No por gusto lo buscaron directores como el griego Costa-Gavras, sus coterráneos los franceses François Truffaut, Claude Chabrol, el italiano Bernardo Bertolucci, el austríaco Haneke, el polaco Krzystof Kieslowski.

Y Dios creó a la mujer, de Roger Vadim

En 1956 rodó “Y Dios creó la mujer” con Brigitte Bardot, dirigida por el marido de la actriz, Roger Vadim, con quien repite en 1960 -tras su paso por la guerra de Argelia- en “Las amistades peligrosas”. Protagonizó con “Il sorpasso” (1962), del italiano Dino Risi, “Un hombre y una mujer” (1966) de Claude Lelouch, película que ganó un Oscar, protagonizada por Trintignan junto a Aymee Anouk, cuya continuidad ocurrió medio siglo después, cuando bajo la misma dirección, ambos actores hicieron “Los años más bellos de una vida”, él enfermo de cáncer y con 88 años, y ella de 87. El reencuentro de los antiguos amantes se rodó en un largo plano secuencia de 19 minutos pegado a la realidad más absoluta.

Un hombre y una mujer (1966)

Trintignant fue un falso cristiano en “Mi noche con Maud” (1969), de Eric Rohmer. En “El conformista” (1970), de Bernardo Bertolucci, fue un siniestro sicario del Duce. Luego “El cordero enardecido” (1974), de Michel Deville y “Aguas profundas” (1981) del mismo director, tuvo roles perversos. En “Desafío a la ley” (1975), de Jacques Deray junto a Alain Delon, interpreta un asesino en serie y en “La terraza”(1980), de Ettore Scola, a un guionista deprimido. En la comedia “Confidencialmente tuya” (1983), el último filme de François Truffaut, tampoco fue un personaje que provocara risas. En él había algo oscuro, que era su zona de mejor entrega. De él dijo el crítico francés Jean-Luc Douin, que si sonreía, esa sonrisa tenía “algo carnívoro”. 

Le siguen “Tres colores: rojo” (1994), del polaco Krzystof Kieslowski y “Los que me aman tomarán el tren” (1998), de Patrice Chereau.

En 2012 el austríaco Haneke convence a Trintignan de volver a rodar y hacen “Amour”, un excelente filme, terrible en tanto muestra la vejez y la soledad, lo amargo de la misantropía. El filme gana la Palma de Oro en Cannes, premio que el director decide compartir sobre el escenario con Trintignant y su partenaire Emmanuelle Riva.

En 2017, Haneke lo vuelve a convencer para “Happy End”. Y en 2019, a los 88 años, regresa a Cannes junto a Anouk Aimée y Claude Lelouch para el estreno de “Los años más bellos de una vida”.

“Los años más bellos de una vida” (2019)

El cierre perfecto de una vida de actor.

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