Cynthia es pionera y portavoz del minimalismo, el diseño emocional en la República Dominicana
Históricamente la arquitectura siempre ha trabajado para influir y condicionar la conducta humana, pero no es hasta el siglo XX, con el desarrollo de la neurociencia, cuando nace el reconocimiento y el interés científico por el impacto y efecto que los espacios realmente tienen sobre la mente humana.
En realidad fue hace pocos años que se formalizó como una interdisciplina entre la neurociencia, la arquitectura y la psicología, por lo que la neuroarquitectura es relativamente nueva, pero llegó para dominar y dirigir la forma en la que vivimos y construimos espacios para ayudarnos a gestionar mejor nuestras conductas y emociones.
En entrevista con elCaribe, la arquitecta y empresaria Cynthia Díaz-Cohen habla sobre el neurodiseño y cómo el manejo correcto de los espacios potencializa las capacidades y mejora la gestión emocional, en contraste con la tendencia de “fast design” que está tan en boga.
¿Por qué combinar neurodiseño y arquitectura?
Porque la arquitectura y el entorno construido son una herramienta de comunicación históricamente poderosa y eficaz, y sería muy tonto saber esto y no aprovecharlo a favor del ser humano y de aumentar su calidad de vida.
¿Es necesario para un arquitecto o diseñador de interiores conocer a fondo los principios de la neurociencia para crear espacios que mejoren la salud emocional?
Los paradigmas actuales del ser humano son el bienestar y la felicidad. Se nos hace necesario hasta por supervivencia humana mejorar cada aspecto que pueda hacernos más longevos, más inteligentes, más saludables y más felices. Los diseñadores debemos asumir esta bella responsabilidad que tenemos de que cada cosa que hacemos impacta la mente y las emociones, y que debemos procurar que esas emociones y conductas que provoquemos sean las correctas para que aunque sean un granito de arena, ayuden a un mejor camino de la humanidad. Un granito no es la playa, pero ella existe gracias a cada granito. Es un deber diseñar responsablemente.
¿Cómo puede el neurodiseño ayudar a crear conceptos de espacios que respondan a estas necesidades?
El neurodiseno no tiene fin, apenas comienza, aún hay mucho que aprender de la mente, a medida que el ser humano avance el neurodiseño y la ciencia avanzarán con él y viceversa. Pero a un plazo mediano, las evidencias ya conocidas son suficientes para que sepamos cuáles son esas estrategias de diseñar que ayudan y cuidan al ser humano hoy y para siempre.
¿Cuáles son los desafíos y limitaciones en la aplicación práctica del neurodiseño o neuroarquitectura?
Aunque es una interdisciplina formal, no existe aún mucha educación a la mano de cara a los clientes. Requiere una conciencia elevada de la importancia de cuidar y proteger esta arista del bienestar emocional. Acostumbrados a decorar y adornar espacios a la inmediatez sin estrategias mentales, la gente tiene que reeducarse para entender que lo verdaderamente bueno toma tiempo, que no es un diseño flash, ni empaquetado ni estandarizado que requiere un trabajo muy personal entre el cliente y un equipo capacitado de diseño y que en este camino tampoco se trabaja según modas o gustos que no son más que conceptos sociales del momento. Aceptar y trabajar nuestros espacios con esta técnica requiere gente valiente, rebelde, que no quiera más de lo mismo y esté lista a elevar su experiencia y sus vivencias en sus espacios particulares.
En tu opinión, ¿cuál es la tarea de esta rama de cara a quienes habitan un espacio?
La misión es investigar, indagar y hacer un trabajo cuasi científico sobre la vida y la forma en la que esas personas ven la vida, cómo reaccionan a ciertos estímulos, cómo es su manejo cognitivo, cuáles son las metas que quiere lograr con ese espacio, cómo quiere impactar su mente, entre otros aspectos para con eso empezar a transformar mentes y por lo tanto vidas.
¿Qué te motivó a combinar estas dos áreas, que en la superficie podría parecer que no están relacionadas una con la otra?
Desde muy joven fui muy sensible a los espacios, decía de relajo, sin saber que era una verdad, que el lugar donde estaba me hablaba, me decía cómo debía comportarme, vestirme e inclusive qué nivel y tono de voz utilizar, parecía una locura para mí porque no tenía conocimiento. También pude experimentar una adolescencia bastante desordenada, mi habitación era un desastre, pero recibí ayuda profesional y entendí que mi espacio era un reflejo de cómo mi mente estaba por dentro. Al educarme entendí que los espacios y la mente están en constante comunicación y diálogo. Me enamoré de esta dinámica científica del arte y de la ciencia y fue lo que me llevó a estudiar arquitectura. En ese momento no se hablaba aún de neuroarquitectura, pero ya era para mí la única forma en que quería desarrollar mi carrera e impactar positivamente la vida de las personas a las que les pudiera servir.
¿Practicar atención plena puede cambiar la forma en que percibimos un espacio y cómo usarlo de forma efectiva en el proceso de diseño?
Me atrevo a decir que un espacio diseñado para evitar distracciones es una herramienta de atención plena demasiado poderosa. A modo general podemos decir que usar colores neutros, aplicar minimalismo y orden pueden colocarte en lugares donde tu mente se vea obligada a la tranquilidad.
Donde los procesos cognitivos sean simples y agradables a la vista y a la mente, y desencadenen una bajada positiva del ritmo cardiaco y la respiración, una disposición del cerebro a percibir y reaccionar positivamente. Esto mejora nuestro sentido de bienestar, nos hace automáticamente más relajados y presentes y de los beneficios de eso tan comprobados, hablados y necesarios en esta época podríamos hacer otra entrevista completa.
¿Vivir en espacios reducidos afecta el desarrollo de las personas?, ¿cómo influye en su comportamiento?
Un espacio reducido no es un problema realmente, el problema es no saber optimizar y aprovechar ese espacio para que cumpla con nuestras necesidades personales. El concepto de reducido varía según el país, la cultura, incluso las posibilidades económicas. En grandes ciudades como Nueva York, París, Madrid, Tokio, una persona puede vivir de lujo en 30m2, pero eso requiere un trabajo de diseño increíble.
Uno se preguntaría qué cual es la necesidad de vivir tan pequeño, en realidad las ciudades y la vida son cada vez más costosas, tener calidad de vida es primordial. Es mejor y más beneficioso para la gente joven vivir en el centro, cerca de todo y ahorrarse tiempo de transporte hacia sus trabajos, a tener acceso a educación o a oportunidades laborales del primer mundo. Eso no se consigue lejos y en las afueras, para eso hay que vivir céntrico, y el costo por m2 de vivienda es demasiado elevado o simplemente ya no hay grandes espacios. Toca adaptarse de la manera correcta. Para la gente que ya ha superado esa etapa profesional, vivir a las afueras y más holgado es lo importante, pero ven cómo cada etapa de la vida tiene sus demandas. Vivir pequeño no es un problema, el problema es no saber cuándo y cómo esto puede ser una ventaja y cómo sacarle provecho.
¿Qué les dirías a quienes intentan situar el neurodiseño como una tendencia o moda pasajera?
Es como decir que la medicina avanzada va a pasar de moda. No tiene sentido, si lo único que hacemos es avanzar, seguir investigando y el ser humano ahora es cuando tiene sed de aprender de su mente y de las emociones. Esto no es nada pasajero, no es moda ni tendencia, sí es futuro, es ciencia, es tecnología y es salud.