Aunque a muchos les resulte imposible, en verdad más personas de lo que uno puede pensar, se preocupa tanto por el bienestar de sus seres queridos que terminan dejando de lado sus propias necesidades, su propio ser.En un mundo tan egoísta, la expresión anterior le resultará increíble a la mayoría, pero afortunadamente existe una minoría que sabrá muy bien de lo que se está hablando.
Un ejemplo de desprendimiento y de amor incondicional, se encuentra en los padres, que salvo a algunas excepciones, siempre querrán para sus hijos más de lo que ellos tuvieron, que aun sin importar que ellos no hayan alcanzado un alto nivel académico se esforzarán al máximo para que sus hijos sí lo consigan, en el entendido de que de esta manera asegurarán su mejor futuro.
En muchos aspectos de la vida, cuando queremos a una persona a la que nos une cualquier vínculo afectivo, luchamos por mantener esa relación, tratamos a esa persona de la manera en que nos gustaría ser tratados, damos lo que en el fondo esperamos recibir.
Somos fieles, honestos y sinceros, quizás porque esa es nuestra esencia, pero también porque eso esperamos de vuelta y si notamos que no nos están correspondiendo, nuestra alma se rebela y comenzamos a conocer un “yo” que no solo nos sorprende, sino que hasta nos asusta. En estas situaciones es cuando debemos pensar en nosotros, en no dejarnos contaminar de un ambiente negativo, ni de una actitud desleal y malsana, que muchas veces es el producto de vacíos existenciales que no se llenarán jamás. Es bueno recordar que la gente nos lastima cuando nos traiciona, pero de nosotros depende que no nos destruya. Si actuamos como actuaron contra nosotros, que es lo primero que deseamos hacer, estaremos reconociendo nuestra derrota y el triunfo del otro sobre nosotros. Si nuestra esencia es ser leales, sinceros y transparentes, ¿por qué contaminarnos con las malas acciones de los demás?
Una forma de pensar en nosotros sin volvernos egoístas es preservando lo mejor de nuestro ser, cuidando nuestra parte espiritual, sin importar lo que nos hagan, jamás debemos igualarnos con quien nos falla, jamás debemos imitar las malas acciones.