Delta Soto, una de las primeras figuras del teatro dominicano, comparte con los lectores de elCaribe su historia de vida, en la cual convergen todos los sentimientos humanos
Delta Soto, nació de tres libras y media, por lo que afirma que se crió de “chepa”. Hija única, llegó a crear un fuerte vínculo con su madre, no solo porque fue la persona con la cual creció, sino porque entre ellas había mucha afinidad.
Desde pequeña comenzó a sentirse atraída por el arte de la actuación. Es por eso, que desde la escuela primaria se integró a las actividades artísticas, disfrutaba las veladas y las obras de teatro que ponían en escena en diferentes temporadas.
No perdía tiempo ni lugar para hacer teatro. Esto le demostró que se podía actuar en cualquier lugar y que el espacio más impensable, podía transformarse en un escenario.
Delta se confiesa amante del arte idependiente, por eso, luego de regresar al país, tras años de estudios en Rusia, se dedicó a enseñar lo que había aprendido.
De Rusia, llegó con una maleta llena de sueños y proyectos, los que pudo hacer realidad gracias a la compañía de su cómplice y compañero de sueños y aventuras: Rafael Villalona, su esposo, el padre de sus hijos.
El hombre junto al cual recibió las más grandes alegrías, al verse perpetuados en el nacimiento de cuatro hijos; aquel, en compañía de quien lloró desconsolada la partida de tres de ellos.“Nada se compara con la pérdida de un hijo. Eso no se supera, como tampoco se supera la muerte de tu compañero de toda la vida”, afirma con pronfunda tristeza.
Pero antes como ahora, y como siempre, la actuación ha sido el canal a través del cual expresa sus sentimientos, y seguirá siendo el teatro una de sus más fuertes razones para seguir adelante, como afirma convencida: “Seguiré en el teatro hasta que pueda caminar, hasta que pueda valerme por mí misma.
1. De chepa…
Nací de tres libras y media, en los tiempos que no había incubadoras. Me crié de chepa. Nací el 18 de febrero del año 1938, voy a cumplir 80 el año que viene. Nunca he tenido problemas para decir mi edad. Mi marido decía que yo era una mujer peligrosa, porque la mujer que decía su edad daba para todo. Me siento bien. Desde pequeña me gustó el teatro. Estudié en el colegio La Milagrosa. Mi madre, Altagracia Mireya Grullón, era modista. Mi padre, Manuel Soto Castillo, ya falleció. Éramos una familia humilde. Mi madre me crió sola. Yo era hija única, pero siempre estaba con todos mis primos. Perdí cuatro posibles hermanitas, porque mi madre perdió cuatro embarazos de poco tiempo de gestación. Me gradué de bachiller y mi papá me puso a trabajar en Migración, aún siendo menor de edad. Mi madre murió en 1999, tenía un gusto exquisito para bordar con lentejuelas y canutillos. Ella hacía un vestido, el mismo día de la fiesta. Mis padres murieron con once días de diferencia.
2. Entre el teatro y la política
Desde pequeña, en el colegio, me ponía a hacer teatro. Me gustaban las veladas, hacer teatro en mi barrio, Villa Francisca, en las escaleras, en el parque. Eso permitió que me formara la idea de que el teatro se puede hacer en todas partes. El teatro se hace donde quiera, y así lo hicimos. Después empecé a estudiar en Bellas Artes y también periodismo. Empecé a estudiar varias cosas. La Revolución del 65 me marcó. Mi marido se había ido en el 64, a los once días de casados. Entonces llegó la Revolución y me integré. Yo era miembro del 14 de junio, integraba un grupo de personas muy valiosas. Mi vida se dividió, después, entre el teatro y la política. Yo era catorcista, pero no voté por Juan Bosch en el 62, pero después me conquistó su honradez, su forma de conversar con el pueblo y me hice muy amiga de don Juan y de doña Carmen. Fui bochista, pero sin inscribirme en ningún partido.
3. En la Revolución
En la Revolución de Abril del 65, fui locutora de la emisora clandestina, organizaba los mítines de la Federación de Mujeres. Yo me fui a un comando y me dispuse a aprender a cocinar. Estaba con Altagracia del Orbe, una revolucionaria a carta cabal, y sus dos hijas. Esas personas y esa época son inolvidables para mí.
4. Admiración a un amigo
Mi debut en el teatro fue con la obra “Muerto sin sepultura”, que se montó pro recaudación de fondos para el 14 de Junio. Se trataba de unos franceses que estaban en contra del Estado y a favor de La Revolución. Ahí estaba Rubén Echavarría, que fue un compañero que conocí y que quise enormemente, porque lo conocí desde muy joven, que además se destacó como escritor, como pintor. Yo no estaba en el país cuando el murió, no lo pude acompañar. Él fue actor, director, propagandista, activista cultural, pintor, él, al igual que Iván García, que es el hombre más completo que tiene el teatro, lo abarcaba todo.
5. Un personaje
Creo que uno de los personajes más fuertes que he tenido es el de Nora, en “Casa de Muñecas”. Esa obra nos llegó a todos. A mí me chocó Nora, cuando ella le dice a Elmer: “Ven aquí, vamos a hablar tú y yo. No, no es así, yo no soy una muñeca. Yo vivo en una casa como una muñeca, pero no soy una muñeca”. Es el primer teatro que pone el diálogo entre pareja, y a mí me gustó mucho eso. Además de que creo que esa es la forma de un matrimonio conservarse. Nora y yo teníamos muchas cosas en común.
6.En el trabajo y en el amor
Rafael Villalona y yo nos conocimos en una obra a la que él me invitó a trabajar. Nos enamoramos desde el primer día, y nos casamos el nueve de septiembre del año 1964. Ya yo había debutado en el 14 de Junio, con la obra “Muerte sin Sepultura”, que dirigió Niní Germán. Mi esposo, Rafael Villalona y yo hicimos teatro y cine. Cuando él se fue a la Unión Soviética, en el Instituto Gubernamental de Teatro, él me consiguió una beca, y Narciso Isa Conde y Lourdes Conteras me hicieron las diligencias, y me fui a estudiar teatro. Puedo decir que viví una época muy interesante. Aunque a veces me rebelaba cuando veía la situación por la que atravesaba la gente desde allá. Llegamos al país con ideas nuevas. Uno de los trabajos inolvidables fue realizar la Ópera Merengue, fue un montaje extraordinario.
Hicimos unos talleres que se extendieron por cinco meses. Esa obra fue para conmemorar el 500 centenario del Descubrimiento de América. Después, en el 93, fuimos a Nueva York a presentarla.
7. Casi cinco décadas
Mi esposo y yo estuvimos casados 48 años. Si te digo que fue un tren de felicidad, no es verdad. Siempre hay problemas. Éramos muy parecidos. Él tenía mucho temperamento y yo también, pero sorteábamos las cosas. Además, teníamos un objetivo en común, el teatro, el amor por los hijos. Disfrutamos la vida, sufrimos. Perdimos nuestros hijos. La pérdida de un hijo es algo que no se borra nunca. Yo perdí a mis padres con once días de diferencia y a mis dos hijas con diferencia de cuatro días. Mi esposo y yo nos apoyamos mucho el uno al otro.
8. El dolor más grande
Tuve cuatro hijos, pero solo me queda una. La vida me ha dado tres hermosos nietos. Yo perdí primero a mis dos hijas. Ese día veníamos de filmar un comercial de un carro, en Higüey, y yo no quería regresar en ese carro. Y antes de salir dije: “Nadie de mi familia se me monta en ese carro”, pero cuando veníamos de regreso nos paramos a comer algo. Estaba lloviznando y cuando nos disponíamos a continuar el camino de regreso a la capital, pregunté que dónde estaban dos de las niñas, y cuando me dijeron que se habían ido en el carro que yo no quería, le dije a mi esposo que los alcanzara, pero cuando llegamos ya había pasado el accidente. Tenían 12 y 10 años. La más pequeña, de nueve, iba detrás y vio todo. La niña de 12 murió en la ambulancia y la de 10 murió cuatro días más tarde. Después perdí a mi hijo mayor, también en un accidente. Ya él se había casado dos veces. Fue muy duro para nosotros.
9. Adiós a Rafael
Con la muerte de Rafael mi vida cambió totalmente. Porque perdí no solo a mi esposo, él era mi compañero en el teatro, el cómplice de todos mis sueños. Él se enfermó de cáncer, y al cabo de un tiempo lo declararon libre de esa enfermedad. Lo llevamos a un urólogo y lo refirió a un nefrólogo. Así lo hicimos. El nefrólogo dijo que él estaba bien, que lo lleváramos a la semana siguiente. Eso fue lunes, el miércoles lo llevamos de emergencia y el viernes ya estaba muerto. Fuimos una pareja, no perfecta, pero se acercaba bastante a la perfección.
10. El regreso
Ahora regresé al Teatro de la mano de Waddy Jáquez, y si volví al teatro es porque creo que puedo dar algo más. Ahora me dedicarán el II Festival de Teatro Internacional de Mujeres sobre las Tablas, que dirige Elizabeth Ovalles, directora del Grupo Teatro Absoluto. Seguiré en el teatro hasta que pueda caminar, hasta que pueda valerme por mí misma.