Algo se mueve en Miami y lo hace cada vez más rápido.
La gran ciudad del sur de Florida se ha convertido en un imán para gente y dinero de otros lugares de Estados Unidos y del mundo, convirtiéndose además en uno de los nuevos centros de referencia para muchos proyectos de emprendimiento tecnológico.
Las comparaciones con Silicon Valley, el gran centro tecnológico californiano, se han vuelto habituales en los artículos de prensa y el discurso de algunos políticos locales.
“Nunca habíamos visto nada como esto antes”, le dijo a un medio de comunicación internacional, Mundo Rebecca Danta, de la firma Miami Angels, que se dedica a conectar socios capitalistas interesados en invertir con emprendedores del sector tecnológico en busca de financiación para sus proyectos.
Para ella, Miami se está beneficiando de “la descentralización que provocó la pandemia”, que llevó a muchos de quienes trabajaban a distancia en estados de EE.UU. donde las restricciones por el coronavirus eran más severas a buscar un clima más benigno, más libertad y menos impuestos.
En un artículo publicado en el “Miami Herald”, Craig Studniky, director ejecutivo de la agencia inmobiliaria Related ISG Realty, afirmó que “durante años, el sur de Florida ha experimentado un aumento de población de más de 900 personas al día”, pero la pandemia “ha actuado como el catalizador para uno de los mayores aumentos de la inmigración nunca vistos”.
El fenómeno se refleja en el mercado de la vivienda, con un aumento interanual del 39,8% en las ventas en los primeros 4 meses de 2021, según los datos de la asociación de agentes inmobiliarios de la ciudad.
Ese boom en el mercado inmobiliario es precisamente el que preocupa a muchos políticos y activistas locales, que ven cómo se complica el acceso a la vivienda para las familias trabajadoras y de clase media, en una de las ciudades más desiguales de todo Estados Unidos.
Qué está pasando
La ciudad de Miami es un centro financiero de referencia para América Latina y tradicionalmente receptora de inmigrantes procedentes de esa región, así como el destino habitual para sus turistas de otros lugares de Estados Unidos, incluidos los estudiantes que suelen disfrutar en la célebre Miami Beach de sus vacaciones de primavera, el llamado “spring break”.
En el imaginario popular, Miami quedó inmortalizada en la década de 1980 con el éxito de la serie televisiva “Miami Vice”, en la que la pareja de policías interpretados por Don Johnson y Philip Michael Thomas perseguían narcotraficantes sin escrúpulos a bordo de un Ferrari descapotable.
La trama de la serie reflejaba el papel de la ciudad como el gran lavadero del narcotráfico continental, pero el tipo de capital económico y humano que ahora fluye hasta aquí parece ser distinto.
“La demanda de viviendas está cerca de máximos históricos a medida que más compradores del noreste y de la costa oeste, así como compañías financieras y tecnológicas, se reubican aquí”, asegura en el informe de los agentes inmobiliarios.
El joven emprendedor Delian Asparouhov es una de las caras de la nueva migración a Miami.
Socio en la “start-up” espacial Varda Space Industries y en la también tecnológica Funders Fund, es uno de los que en los últimos tiempos ha cambiado California por Florida.
“Había vivido en la bahía de San Francisco desde 2013, pero en abril mi novia y yo nos trasladamos aquí”.
Se compraron un apartamento en Wynwood, una zona que durante décadas fue un barrio de inmigrantes y trabajadores de bajos recursos y es ahora el cotizado distrito del diseño y el arte de Miami.
“Tengo más encuentros productivos en persona, trabajo más duro, soy más feliz, tomo más el sol, estoy más en forma, como mejor y mi novia está más contenta. Hasta ahora todo son ventajas”.
Una de las cosas que animaron a Asparouhov fue la inesperada respuesta que obtuvo a uno de sus trinos antes de mudarse. “¿Y si nos llevamos Silicon Valley a Miami?”, se preguntó.
Le respondió Francis Suarez, el alcalde de la ciudad de Miami: “¿Cómo puedo ayudar?”
Fue uno más de los hitos de la campaña en redes del alcalde por convertir Miami en un nuevo gran centro de emprendimiento tecnológico, en la que lleva empeñado ya varios años.
“Queremos estar en la próxima ola de innovación”, le dijo Suarez al New York Times. El alcalde se deja ver en las ferias tecnológicas que cada vez con mayor frecuencia se celebran en Miami.
Recientemente propuso aceptar el bitcoin en el pago de impuestos y utilizarlo para remunerar a los empleados públicos, una idea que le granjeó todavía más admiradores en la comunidad de entusiastas de esta criptomoneda.
Los esfuerzos del alcalde parecen haber empezado a fructificar en los últimos meses, cuando figuras del mundo corporativo como Carl Icahn, uno de los inversores más exitosos de Wall Street según la revista Forbes, o Antonio Gracias, presidente del comité de inversiones de Tesla, se instalaron en Miami.
Pero el de Suarez no es el único impulso oficial a la migración hacia Miami.
La ciudad se beneficia también del hecho de que Florida es uno de los 9 estados del país que no cobra impuesto estatal a los ingresos, lo que resulta un gran aliciente para las personas y negocios pensando en ubicarse aquí.
Rebecca Danta sostiene que “aunque la pandemia lo ha acelerado, lo que está pasando en Miami es algo que se ha estado buscando bastante tiempo”.
Qué consecuencias puede tener
Delian Asparouhov cree que, en general, “habrá un aumento de los niveles de vida aquí, ya que hay muchas compañías que contratarán ingenieros de las universidades locales” y “las compañías tecnológicas suelen traer mucha prosperidad allí donde van”.
Pero el proceso podría tener otros efectos no deseados, más allá del desembarco temporal de empleados que huyeron de las restricciones en sus lugares de origen.
Eileen Higgins, comisionada del Distrito 5 del condado de Miami-Dade, que comprende el centro de la ciudad, le dijo a BBC Mundo que “lo que está ocurriendo es muy preocupante”.
“La llegada de las empresas tecnológicas es una buena noticia, porque generan empleos, pero en Miami tenemos una crisis histórica de acceso a la vivienda y esto puede poner las cosas todavía peor, haciendo que sea muy difícil para las familias trabajadoras y de clase media tener dónde vivir”.
La comisionada propone el uso del suelo público para edificar viviendas protegidas y subraya una de las particularidades del mercado inmobiliario de Miami. “Muchas de las casas aquí no son casas, sino cuentas bancarias”, comenta en alusión a las viviendas compradas por inversores de países de América Latina para poner sus ahorros a salvo de la inestabilidad en sus países de origen.
Higgins teme que en Miami se este empezando a ver la película cuyo desenlace ya conocen en California, donde “la revolución tecnológica llevó a una crisis de la vivienda”, y destaca que la ciudad de Florida sufre de partida “altos niveles de desigualdad”, ya que “aquí hay mucha gente que vive de empleos mal pagados”.
El de la desigualdad es un problema, además, con tintes raciales. De acuerdo con un informe de la compañía Clever Real Estate y la ONG Dream Builders for Equality, el área de Miami y las cercanas Fort Lauderdale y West Palm Beach ocupaban el cuarto lugar en la lista de 15 concentraciones urbanas estadounidenses con la mayor disparidad en el valor de las propiedades entre los distritos con mayoría de población negra y el resto.
En los de mayoría negra, el valor medio de las propiedades era un 478% inferior.
Según afirmó un corredor inmobiliario que prefirió no dar su nombre “el mercado está ahora extremadamente caliente”. Hay mucha demanda para poca oferta, lo que incentiva a los propietarios a deshacerse de sus inquilinos para vender los inmuebles.
Es lo que les sucedió a los residentes del parque de viviendas móviles Paradise Park, en la zona de Allapattah, que recibieron recientemente una notificación de desahucio porque los terrenos han sido vendidos a una empresa que planea edificar en ellos.
Davalyn Suárez, abogado que representa a la asociación de inquilinos, le dijo a la cadena NBC que “esto está ocurriendo con demasiada frecuencia y la vivienda asequible es cada vez más escasa”.
“La tendencia es que compran el terreno donde están las casas rodantes y construyen edificios de apartamentos, que pueden alquilar a más gente y por más dinero”.
Y muchos de esos terrenos en los que viven los residentes de menos recursos se encuentran en áreas que se han vuelto más deseables por, precisamente, no estar en la costa y ser menos vulnerables a la subida del nivel del mar, un grave problema que Miami enfretará en las próximas décadas.
Rebecca Danta, de Miami Angels, cree que en el influjo de nuevos residentes con más poder adquisitivo podría estar la solución a algunos problemas que plantea este fenómeno.
“Sabemos que en lugares como Nueva York y la Bahía de San Francisco, que tuvieron un auge de la economía tecnológica, eso ha creado grandes diferencias de ingresos y ya en 2013 Miami tenía una de las mayores diferencias entre el coste de la vida y el ingreso medio. Una de las maneras de afrontar este problema es generando empleos mejor pagados y el sector que hace eso es el tecnológico”.
Sea cual sea el desenlace, Danta no cree que la fiebre por vivir e invertir en Miami vaya a apagarse a corto plazo: “Esto ha llegado para quedarse y Miami va a ser un lugar relevante por muchos años”.
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