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En las calles vibrantes de Miami, donde el sol besa la mezcla de culturas que bailan al ritmo de incontables historias de esperanza y sueño, una voz se alza entre ellas, cargada de pasión, historia y un inquebrantable espíritu de superación.

Esa voz pertenece a Luciano Quiroga, artísticamente conocido como Luqiano, cuya odisea desde Olavarría, en la provincia de Buenos Aires, hasta el corazón palpitante del sur de Florida, es una sinfonía de lucha, adaptación y éxito.

Desde sus primeros días, imbuido en el rico tejido musical de su familia, Luqiano encontró en la música más que una pasión: un destino. Percusionista a los cinco años en la banda de su padre, su vida ha sido una constante evolución artística, tocando guitarra, componiendo y, finalmente, encontrando en su voz el instrumento que mejor captaba la esencia de su alma. Su elección de la cumbia como medio de expresión no es casual; en sus ritmos encontró el eco de un pueblo que, al igual que él, entiende la vida como una danza entre alegría y adversidad.

La travesía hacia el sueño americano de Luqiano comenzó con una promesa: la de un concurso que se ofrecía como lanzadera para las futuras estrellas de la música latina. Sin embargo, este sueño se vio rápidamente empañado por la sombra de la estafa, dejándolo varado en un país ajeno justo al borde de una crisis global sin precedentes. La pandemia de COVID-19 cerró fronteras y oportunidades, sumergiendo a Luqiano en una realidad donde la supervivencia se convirtió en el día a día.

Con cada desafío, Luqiano se enfrentó a la encrucijada de rendirse o luchar. Escogió lo segundo, encontrando en las calles de Miami un escenario distinto al imaginado pero no menos significativo. Los días pasados sin un techo sobre su cabeza no mermaron su espíritu; al contrario, forjaron en él una resiliencia que se convirtió en el núcleo de su música y su vida. Fue en este momento de vulnerabilidad donde encontró una comunidad, un grupo de puertorriqueños que lo acogieron, compartiendo con él no solo un espacio físico sino la solidaridad y el apoyo mutuo que solo entienden aquellos que han danzado al borde del abismo.

“Exportando Cumbia” es más que un eslogan; es la misión que Luqiano se impuso al convertir su música en un puente entre culturas. Su cumbia, infundida con la calidez de su voz y la profundidad de sus experiencias, no solo busca encontrar un hogar en Estados Unidos sino también conectar corazones y almas en un diálogo de ritmos que trasciende fronteras.

La música de Luqiano es un testimonio de su viaje, una colección de melodías que hablan de pérdida, amor, esperanza y, sobre todo, de la capacidad humana de superar adversidades. Cada nota que toca es un recordatorio de que, más allá de los desafíos, hay una historia de triunfo esperando ser contada.

En Miami, Luqiano ha encontrado más que un lugar donde vivir; ha encontrado una escena vibrante dispuesta a acoger su propuesta musical, un público diverso que se ve reflejado en su narrativa de lucha y superación. Su influencia va más allá de los escenarios, convirtiéndose en un referente para aquellos que, como él, han enfrentado la adversidad con determinación y coraje.

A través de su música, Luqiano no solo ha logrado reconstruir su vida en un país extranjero; ha también forjado una identidad artística única que le ha ganado el respeto y la admiración de su comunidad. En sus canciones, Miami encuentra un eco de su propio crisol cultural, una voz que celebra la diversidad y la riqueza de un mundo interconectado por historias de superación.

La historia de Luqiano es una inspiración, un llamado a no rendirse ante las dificultades, a creer en el poder transformador de la música y a perseguir los sueños con tenacidad. Es un recordatorio de que, aunque el camino hacia la realización personal y profesional puede estar lleno de obstáculos, la fe en uno mismo y en la pasión que nos mueve es la verdadera clave del éxito. Así, mientras Luqiano continúa “Exportando Cumbia” y dejando su huella en el tejido musical de Miami y más allá, su legado ya está en marcha, prometiendo ser tan perdurable como las melodías que compone, un himno a la perseverancia, al talento y al inquebrantable espíritu humano que resuena en cada esquina de esta ciudad que ahora llama hogar

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