Los nombres de las enfermedades se escriben en minúscula, salvo los nombres propios que formen parte de ellos.
En las noticias no es raro que aparezcan escritos de modo inapropiado los nombres de algunas enfermedades, como se muestra en los siguientes ejemplos: «La Fibrosis Pulmonar Idiopática, un mal de origen desconocido», «El Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad afecta a casi el tres por ciento de los niños mexicanos» o «Detectaron dos casos de Gripe A en Tierra del Fuego».
Tal como explica la Ortografía académica en el apartado sobre las enfermedades, sus nombres se escriben, con carácter general, en minúscula. Sí se inician con mayúscula los nombres propios que siguen a expresiones como síndrome de, mal de, enfermedad de o similar (enfermedad de Creutzfeldt-Jakob, síndrome de Korsakoff), o a veces las identificaciones que, a modo de código, especifican variantes (gripe A).
En algunos casos, el nombre propio puede funcionar como una denominación informal de la enfermedad, en cuyo caso se considera lexicalizado y se escribe también en minúscula y adaptado al español; así, se escribe párkinson, pero mal de Parkinson.
La mayúscula se está usando más en las denominaciones de las enfermedades menos frecuentes o en las que tienen asociada una sigla, pero no por ello dejan de ser nombres comunes en los que lo adecuado es la minúscula, aunque la sigla se escriba en mayúscula.
Es decir, de igual modo que se escribe alergia, asma, cáncer, hernia o resfriado, lo recomendable es esclerosis lateral amiotrófica (o ELA), insensibilidad congénita al dolor, fibrosis quística o degeneración hepatolenticular.
En consecuencia, en los ejemplos anteriores habría sido más apropiado «La fibrosis pulmonar idiopática, un mal de origen desconocido», «El trastorno por déficit de atención e hiperactividad afecta a casi el tres por ciento de los niños mexicanos» y «Detectaron dos casos de gripe A en Tierra del Fuego».