ESCUCHA ESTA NOTICIA
|
Símbolo de los tiempos que corrían en Naciones Unidas (o que aún corren), en 2003, el tapiz del Guernica, situado la entrada del Consejo de Seguridad, estaba tapado con una cortina.
La censura de esta escena respondía a una cuestión de estética: el lienzo más famoso de Pablo Picasso no era un buen fondo para las declaraciones de guerra ante las cámaras. En cambio, el azul era un color más televisivo y menos dramático que las desgarradoras imágenes de los bombardeos cuando Colin Powell, secretario de estado de EEUU, hablaba del “deber y la necesidad” de atacar a Irak.
Este episodio histórico es tan solo un capítulo del poder del Guernica como icono del antibelicismo y el poder del arte como instrumento de protesta. Finalmente, en 2022, el tapiz volvía a la entrada del organismo multilateral, luego de una disculpa de la ONU por el “error horrososo” que, durante más de dos años, cometieron al atribuir republicanos españoles la autoría del bombardeo que la obra refleja.
Ícono contra la Guerra
Desde su primera presentación al público en el Pabellón de España en París de 1937, el Guernica realizó numerosos viajes por Europa y América antes de llegar a España en 1981, primero al Casón del Buen Retiro y, a partir de 1992, al Museo Reina Sofía -donde se encuentra hoy- el Guernica se convirtió en símbolo político y emblema ante cualquier episodio de violencia o de vulnerabilidad de la población civil.
Hoy por hoy, al pensar en conflictos como el de Gaza o el de Ucrania, por solo mencionar dos, sugieren desde el arte repensar el Guernica y la necesidad (u obligación) de una respuesta de la cultura en tiempos de infocracia, vacío argumental, despolitización y desconexión con las redes sociales como punta de lanza. La misma desconexión que, en su momento, impulsó a Pablo Picasso a crear el máximo icono artístico contra los horrores de la guerra.
El arte que nació de las ruinas
El 26 de abril de 1937, en plena guerra civil española, la ciudad vasca de Gernika era bombardeada por los ejércitos alemán e italiano, en apoyo al bando sublevado contra el gobierno de la Segunda República. Este hecho inspiró a Pablo Picasso para pintar el cuadro Guernica.
A comienzos de este mismo año, Picasso recibió un encargo del gobierno legítimo de la República: realizar un gran lienzo para el pabellón español de la Exposición Internacional de París prevista para el verano. A escasos dos meses de la exposición, e inmerso en una crisis personal y creativa, Picasso no lograba resolver el encargo. Las noticias del ataque a Gernika actuaron como catalizador y empezó a trabajar febrilmente en el lienzo.
En apenas mes y medio, realizó alrededor de cincuenta esquemas y bocetos, y varias correcciones en el gran cuadro.
Los Elementos del “Guernica”
El “Guernica” está cargado de simbolismos, con cada elemento de la pintura transmite el horror de la guerra. Picasso, con su uso del cubismo y una paleta de colores monocromática en blanco, negro y gris, resalta el sufrimiento y la desesperación, evitando distracciones para el espectador.
- El toro: Representa la brutalidad y la oscuridad, aunque algunos estudios sugieren que podría simbolizar también la indiferencia ante el sufrimiento.
- La madre con el hijo muerto: Es uno de los elementos más desgarradores de la obra. Simboliza el dolor y la pérdida.
- El caballo: En el centro de la composición, el caballo agonizante representa al pueblo español herido por la guerra.
- La bombilla: En la parte superior, una bombilla brilla como símbolo del avance tecnológico que, irónicamente, ha llevado a la destrucción y la muerte.
- La mujer que huye con un niño: Esta figura representa el sufrimiento y el caos que viven los civiles durante los conflictos bélicos.
El Guernica todavía habla
Al evitar en su cuadro cualquier alusión directa al bombardeo de Gernika, Picasso sentaba las bases para un icono capaz de representar todas las violencias, todos los bombardeos, capaz de sumar y unir historias sin anular ninguna. Fragmentos, figuras, gestos, variaciones y réplicas del lienzo aparecen allí donde tiene lugar un episodio de violencia contra la población civil.
Guernica es un icono por la paz, empleado de manera recurrente desde ámbitos no institucionales y desde espacios no solo artísticos sino también de protesta, en movilizaciones colectivas y a través de geografías dispersas.
Si la realización del cuadro fue en origen la respuesta a la violencia fascista que anunciaba una nueva forma de guerra, fue especialmente a partir de la guerra de Vietnam, con las acciones de Art Workers’ Coalition dentro y fuera del Museum of Modern Art de Nueva York, cuando tomó impulso como icono político.
Desde entonces, Guernica aparece total o parcialmente en dibujos, viñetas, carteles y pancartas en manifestaciones contra las políticas internacionales en relación con conflictos bélicos abiertos. Pero también, cada elemento o figura convocados en el cuadro ha adquirido autonomía más allá del todo. Y surge continuamente resignificándose, recordando la existencia de víctimas.
Desde el uso y la apropiación del cuadro en tanto que signo e icono político, Guernica se hace visible en diferentes escenarios donde su imagen ha sido recuperada como protesta contra la injusticia y por la paz. En la medida en que su condición de cuadro de historia lo ha convertido en alegoría universal, Guernica es capaz de actualizarse constantemente aumentando su fuerza crítica. Una que, al sol de hoy, aún tiene mucho de qué hablar.