Los síntomas de ansiedad pueden hacer que nos sintamos mal. Es normal sentirse ansioso en algunos momentos, en especial, si nuestra vida es estresante. Sin embargo, la ansiedad y la preocupación excesivas y continuas que son difíciles de controlar e interfieren en las actividades diarias pueden ser signo de un trastorno de ansiedad generalizada.
Es posible padecer un trastorno de ansiedad generalizada en la niñez o en la edad adulta; siendo que tiene síntomas similares a los del trastorno de pánico, el trastorno obsesivo compulsivo y otros tipos de ansiedad, pero todas son enfermedades diferentes.
En la mayoría de los casos, el trastorno de ansiedad generalizada mejora con psicoterapia o medicamentos. También puede ser útil hacer cambios en el estilo de vida, aprender a hacer frente a desafíos o situaciones y practicar técnicas de relajación. La terapia cognitiva conductual es la forma más efectiva de la psicoterapia para el trastorno de ansiedad generalizada.
En general, como un tratamiento a corto plazo, la terapia cognitiva conductual se centra en enseñar habilidades específicas para controlar directamente las preocupaciones y ayudar a retomar gradualmente las actividades que se evitan debido a la ansiedad.
Recomendaciones
No existen cambios alimentarios que puedan curar la ansiedad, pero prestar atención a lo que se come puede ayudar. Es por eso que se pueden probar estas medidas:
– Incluir proteínas en el desayuno. Si comemos proteínas en el desayuno, podemos sentirnos satisfechos durante más tiempo y la glucemia se mantendrá en niveles normales, de modo que tendremos más energía para comenzar el día.
– Consumir hidratos de carbono complejos. Se cree que estos aumentan el nivel de serotonina en el cerebro, lo cual genera un efecto tranquilizante. Es por este motivo que se recomienda consumir alimentos ricos en hidratos de carbono complejos, como los granos integrales (por ejemplo, avena, quinoa, y panes y cereales integrales) y evitar los alimentos que contienen hidratos de carbono simples, como las comidas y bebidas azucaradas.
– Beber mucha agua. Incluso una deshidratación leve puede afectar el estado de ánimo.
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– Reducir o evitar el consumo de alcohol. Este puede producir inmediatamente un efecto tranquilizante. Pero, a medida que el organismo lo procesa, podemos ponernos irritables, además de que puede interferir en el sueño.
– Limitar o evitar la cafeína. No consumir bebidas con cafeína, ya que pueden hacernos sentir tensos y nerviosos, además de interferir en el sueño.
– Prestar atención a la sensibilidad a los alimentos. En algunas personas, determinados alimentos o aditivos pueden provocar reacciones físicas desagradables. En ciertos casos, estas pueden generar cambios en el estado de ánimo, tales como irritabilidad o ansiedad.
– Intentar consumir comidas equilibradas y saludables. Es importante para la salud física y mental, en general, comer muchas frutas y vegetales frescos, pero no en exceso. Además, también ayuda comer regularmente pescados ricos en ácidos grasos omega-3, como el salmón.
Los cambios en la alimentación pueden marcar una diferencia en el estado de ánimo general o en la sensación de bienestar, pero no sustituyen el tratamiento. Además de estas modificaciones en el estilo de vida, mejorar los hábitos de sueño, aumentar el apoyo social, utilizar técnicas para reducir el estrés y hacer actividad física de forma regular, también pueden ser de ayuda. Ser paciente, dado que puede pasar un tiempo hasta que estos cambios repercutan en la ansiedad.
Si la ansiedad es intensa o interfiere con las actividades cotidianas o con la alegría de vivir, quizás se necesite apoyo psicológico (psicoterapia), medicamentos u otro tratamiento.