Cuando logramos superar el divorcio, éste marca un punto y aparte para el principio de una nueva vida
Separarnos de la persona con quien un día nos visualizamos radiantes de completa felicidad y decidimos vivir juntos “hasta que la muerte nos separe”, y ver derrumbarse todo aquello que se construyó con tanta ilusión y entusiasmo, resulta cuesta arriba aun haya sido nuestra la decisión de poner fin al matrimonio.
Romper con nuestra rutina, con hábitos compartidos, amistades comunes, implica un duelo, porque es una pérdida emocional, física y, en muchos casos, económica también. Mas aún cuando nos corresponde salir de esa zona que una vez fue de confort, para instalarnos en tiempo y espacio fuera de todo aquello que era “nuestro” y ahora ya no lo será más.
Sólo aquellos con capacidad de ponerse en pausa para darse un tiempo de introspección, una mirada interior, aceptarán la pérdida y vivirán el duelo de manera menos traumática. Ante ese escenario es usual que nos preguntemos: qué acontecerá después de un divorcio.
“Todos tenemos expectativas sobre el éxito de nuestra relación, confiamos en que todo va a salir como lo hemos soñado. Pero, lamentablemente, no siempre resulta así y luego de varios intentos por solucionar los problemas, las diferencias, una de las partes o ambas, deciden soltar. Es normal que aflore la tristeza, la desesperanza, la negación y sufrir lo que llamamos una “depresión situacional”. Lo necesario, lo importante y lo inevitable es vivir el proceso de duelo, que de no entenderse y vivirse cada una de sus etapas, se dificulta más superarlo y proseguir adelante fortificados de esta experiencia”, explica Nathalie Bello Estrella, psicóloga, terapeuta sexual y de parejas al ser abordada sobre el tema.
La especialista dice que debemos transitar esta etapa de la vida con la certeza de que “debe dejar en cada uno un gran crecimiento, un aprendizaje de aceptación, paz interior y, sobre todo, perdón. Estas deben ser las expectativas, tanto del hombre, como de la mujer. Expectativas de crecimiento personal que te ayudarán en el resto de tu vida a afrontar cualquier tipo de pérdida que te toque vivir en lo adelante. Las expectativas materiales, que por igual siempre existen, son muy personales y responden al proyecto de vida de cada uno”.
A su entender, un divorcio no debe verse como un fracaso ya que “buenos o malos, mejores o peores, cada acontecer en nuestra vida deja un aprendizaje que, si lo entendemos como tal, nos prepara para el futuro. Es fracaso cuando no hemos aprendido nada, y es porque no lo hemos entendido; por tanto, está condenado a que se repita hasta que lo aprendamos”, subraya Bello Estrella.
El fracaso-dice- es cuando no conectas con tu “yo” y te niegas a lo sucedido. “Estás actuando desde el ego. Es porque alguna de las etapas del duelo (negación, ira, negociación, depresión y aceptación), nos hemos negado a vivirla, consciente o inconscientemente, ya que son mecanismos de defensa que buscan amortiguar el impacto que produce la nueva situación, que aún no estamos en condición de soportar”.
Entiende que por el hecho de que no somos educados para las pérdidas, por lo general culpamos a los demás, al destino, a la suerte…Porque no queremos hacernos responsables de lo que nos pasa. Lamenta que, para aprender ciertas cosas, debamos vivir una experiencia dolorosa.
“El sufrimiento es lo que ocurre cuando peleamos con cualquier evento que toca nuestras vidas. Hay una gran diferencia entre dolor y sufrimiento: el dolor es inevitable, el sufrimiento es evitable. Si el sufrimiento es lo que ocurre cuando ‘peleamos’ con nuestra experiencia, entonces el sufrimiento es opcional. (Buda, citado por el Dalai Lama)”.
Explica Nathalie que el aprendizaje es individual, particular y proporcional a lo que cada uno haga con su experiencia vivida, “lo que sí debería ser igual en ambos miembros de la pareja disuelta es el amor, la aceptación y el perdón a sí mismo”.
Las experiencias vividas- continúa- son una una invitación a seguir adelante con la firme convicción de que tenemos otras oportunidades para reinventar un nuevo comienzo, si mantenemos una actitud positiva.
Nathalie considera saludable, después de un divorcio, tomarse un tiempo a solas para acompañarnos a nosotros mismos. Permitir que el corazón y la razón hagan las paces. Conocernos de nuevo, disfrutar de la nueva realidad y quizás de una libertad de la que estábamos privados y no nos habíamos percatado. Retomar o encontrar nuevos hobbies, hábitos, reflexionar en la persona que “ hoy” somos, que no tiene por qué ser la misma que un día se unió en matrimonio.
“Es saludable hacer una readaptación de nuestra vida, de nuestro tiempo, nuestros amigos, prioridades, gustos y hasta de la forma, lugar o posiciones de dormir en nuestra cama, ahora amplia, en lo adelante solo para ti. Antes de exponerte a una nueva relación debes haber aprendido a manejar tu soledad. Entender que solo podrás ser feliz con otra persona cuando seas consciente de que eres feliz cuando no esté a tu lado. Ninguna relación nos dará la paz que nosotros no hayamos creado en nuestro interior. Ninguna relación nos brindará la felicidad que nosotros mismos no seamos capaces de construir”, enfatiza.
Por eso, agrega : “Ámate, y el día que podamos decirle al otro ‘sin ti también estoy bien’, ese día estaremos más preparados para vivir en pareja.
Además, mientras más disfrutamos de nuestra propia compañía, otros lo percibirán y querrán acercarse más a nosotros”.
¿Qué es permitido después de un divorcio? “Lo que desees, lo que sea saludable, no sólo para ti, sino también para los hijos, si los hay.
¿Qué no? Lo que no sea saludable para ti ni para los hijos.
Decir qué si y qué no responde a la dinámica de cada familia, pareja o persona. Pero algo que siempre debe estar claro son los límites, lo que tú eres capaz de permitir por voluntad propia, de modo que no continúen perpetuando lo que un día fue la causa de la separación.
“Es por eso que la intervención de un profesional de la conducta en los procesos de divorcio son de tanta ayuda, no solo para el hombre y la mujer que ya no desean o pueden estar juntos, sino también para esa nueva vida solos, para el producto de esa unión, los hijos y, en un futuro, de uniones siguientes”.
Si la relación dio frutos, entonces hay un tercer afectado, y son los hijos “a ellos también se les han roto sueños, ilusiones, con el agravante de que a ellos no les pidieron opinión; ellos han vivido de acuerdo a lo que sus padres han dispuesto y por eso es responsabilidad de ambos padres velar porque dicha separación les afecte lo menos posible, que sus vidas no se vean alteradas y que, por sobre todas las cosas, ellos entiendan y cuenten con el amor, el apoyo, la compañía y la seguridad que ambos padres deberán de proporcionarles, a pesar de ya no vivir bajo el mismo techo”, puntualiza Nathalie Bello Estrella.
Conforme a Martha R. Arredondo Soriano, psicóloga, terapeuta sexual y de pareja, el divorcio puede generar distintas expectativas, dependiendo de cada uno. “Para muchas personas será como empezar una nueva vida, pero para otras puede ser una sensación de fracaso, que los lleve a tener muchas preguntas sin respuestas. Autoculparnos es una reacción normal y muy humana, después de todo hemos sido parte de lo que sucede, pero no siempre hemos tenido toda la culpa de que las cosas no salieran como lo habíamos planificado. Por esa razón debemos buscar asistencia profesional que nos ayude a ver: cuánto de lo sucedido fue mi culpa, cuánto de la otra persona y cuánto de las circunstancias”, subraya Martha.
Explica que muchas parejas no funcionan juntas y el divorcio puede ser la única solución, ya que a veces separados son mejores padres y madres que bajo un mismo techo peleando y maltratándose física y verbalmente.
Sobre si debemos o no darnos un tiempo, Martha considera que no existen recetas ni fórmulas mágicas acerca de cuándo volver a intentarlo, “cada persona necesita un tiempo diferente para iniciar una nueva vida en pareja, y existen personas que no lo intentarán nunca más, porque su miedo al compromiso, otras razones psicológicas y de la historia de sus vidas, no le dejarán intentarlo de nuevo. Otras personas, si ya tienen hijos e hijas, prefieren no casarse de nuevo y permanecer dedicados a su crianza”, abunda.
Si hay hijos- continúa Martha- debemos saber que el vínculo con la ex pareja, nos guste o no, será para siempre, pues los hijos son un lazo que no se podrá romper como se hizo con el matrimonio.
“El padre y la madre no pueden ser sustituidos por nadie, y esto incluye a nuestra nueva pareja, por maravillosa que sea esa persona”, afirma.
Si no hay hijos, igual podemos tener una relación armoniosa y civilizada que nos permita transitar por la vida sin amarguras ni resentimientos.
Respecto a si se dan diferencias si es un divorciado o una divorciada, Martha explica que en los países latinoamericanos siempre se verá diferente al hombre divorciado que a la mujer, “esto así por miles de factores culturales y religiosos, aunque el panorama va cambiando, aún queda mucho por hacer en este sentido. Muchas mujeres llevan vidas desgraciadas y se hacen infelices a ellas, a los hijos y a la pareja, todo por no cargar con la etiqueta de divorciada”.
Sobre entrar en pausa, darse o no un tiempo, Martha aconseja iniciar una nueva relación cuando se sientan emocionalmente preparados, cuando sientan que se han enamorado otra vez. “Como dije, no hay recetas en este punto, habrá quienes rápidamente lo intentarán de nuevo y habrá aquellos y aquellas que no lo intentarán nunca más”, concluye.