Conozco el caso de un adulto mayor que tiene 74 años, va al trabajo con mucha alegría y siempre puntual. Un día entre comentarios me dijo que su intención es la de laborar hasta que tenga 90 años porque su profesión de corrector de estilo así se lo permite.
Conversé un momento con él, su nombre es Bernardo, simplemente me dijo que lo que hay que comprender es que las empresas tienen que hacer lo que les convenga al momento de contratar y como adulto sabe que hay una edad para retirarse. Existen trabajos de fuerza física que, en su caso, no puede llevar a cabo; pero tiene gratitud porque lo que hace es intelectual y hasta el momento no tiene restricciones para ejercerlo.
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El caso de Bernardo no es el más común. Para profundizar acerca de este tema, entrevisto a Victoria Contreras, profesional en Gestión Humana con más de 15 años de experiencia en el área.
Iniciamos la conversación con el tema de la edad, acerca de lo cual dice que “de acuerdo con el marco legislativo vigente, una persona es considerada como adulta mayor cuando cuenta con una edad igual o superior a los 65 años, según lo establece la Ley 352-98. No obstante, existen otros criterios desde la perspectiva de pensiones, la cual considera la edad de retiro anticipado a partir de los 55 años o la edad de retiro por vejez a partir de los 60 años”.
Victoria Contreras, experta en Gestión Humana
Le pregunto si cree que las empresas tienen miedo de contratar a personal adulto mayor, indicando que “creo que, como todo, es un tema de preconcepciones, prejuicios y tabúes. Hay una idea de que una persona envejeciente no está completamente en sus facultades o que se enferma más, lo cual es un prejuicio que hay que trabajar promoviendo un cambio cultural, y no es solo la cultura empresarial, sino que en este caso tiene mucho que ver con la cultura país”.
En Japón, el país con mayor longevidad del mundo, con una esperanza de vida de más de 80 años, aun cuando la edad de pensionarse es de 65 años, la mayoría de las personas siguen trabajando muy por encima de esa edad. De hecho, una de las características de las llamadas “centenarias” del Japón es que se resisten a jubilarse.
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En este punto indago a Victoria acerca de que si, en su percepción, los adultos mayores son discriminados a la hora de buscar un empleo. Me contesta: “definitivamente, se llama edadismo”.
Narra que uno de sus mejores amigos es un profesional excepcional en una rama de trabajo muy buscada en las empresas en este momento y, sin embargo, se le ha hecho difícil conseguir un mejor trabajo y está poniendo su mira en el emprendedurismo porque tiene más de 50. En efecto, “hasta las instituciones bancarias ponen peros para otorgar préstamos a personas sobre 50, y ni hablar de los seguros médicos”.
El detalle es que la ley protege a personas mayores de 40 años y la verdad es que, “en mi experiencia, este no es un grupo que sufre discriminación por edad. Este es un grupo compuesto por los millenial senior y las personas de la Generación X, distinguidos generacionalmente por su orientación a resultados y su capacidad de adaptación al cambio”.
Contreras explica que cuando se hace un análisis de clima por edad, en general, los niveles de satisfacción con las empresas son mayores en estos grupos que en los baby boomers, quienes, de algún modo, han vivido muchas cosas y tienen estándares más altos, y los centennials, tienen estándares que algunos considerarían irreales.
La popularización del concepto de la “generación de cristal” y la idea cada vez más generalizada (e igualmente prejuiciosa) de que los jóvenes ya no quieren trabajar, que todo lo quieren fácil y que solo quieren ser tiktokers, ha terminado beneficiando a los adultos mayores.
Respecto a las estadísticas, a septiembre de 2023 la TSS indica que 12.95 % de los asalariados en el país tenían más de 55 años, lo cual es una cifra importante, pero proporcionalmente se ha mantenido más o menos igual en los últimos cinco años. De hecho, llegó a ser 13.44 % en marzo 2022.
Acerca del tipo de trabajo que puede desempeñar una persona en esos rangos de edad,todo va a depender de su aptitud física, sus competencias y sus motivaciones. La parte de la aptitud física se resuelve con una evaluación física ocupacional, como promueve el Reglamento 522-06 de Seguridad y Salud en el Trabajo y hace obligatorio para algunos tipos de roles laborales.
“Créeme, trabajé con una persona que acaba de cumplir 60 años, es desde hace pocos años líder de una gran empresa, es un atleta de alto rendimiento, ganó este año premios por innovación digital, y es más apto a nivel físico, de competencias y de motivación para trabajar que muchas personas de 50, 40, 30 y hasta 20 que conozco”, aseguró.
Al final, lo que deben garantizar las empresas son procesos de selección lo más objetivos posible, basados en elementos medibles y no en temas arbitrarios como la edad, el género u otros. “Asimismo, deben proveer suficiente flexibilidad en sus elementos de compensación total para adaptarse a los requerimientos de cada colaborador, sin juicios”.
¿Por qué cuando un colaborador joven exige un mayor equilibrio vida trabajo le dicen “ñoño”, pero se le escucha, y, en cambio, cuando una persona mayor solicita lo mismo, se considera que es que ya está muy “viejo”? Esas son reflexiones que Victoria recomienda deben hacerse las empresas.