El abuso sexual a menores incluye un amplio espectro de acciones entre un niño y un adulto, aunque no siempre implica un contacto físico
Si observamos que nuestro hijo o hija se muestra temeroso, evita acudir a un lugar determinado, evade a una persona en particular, ha bajado sus calificaciones, comienza a presentar pesadillas o moja su cama por las noches, pongámonos en alerta. Puede estar siendo abusado sexualmente y no se atreve a exteriorizarlo.
El abuso sexual en niños es una de las formas más graves de violencia contra la infancia; sorprende el creciente número de casos denunciado, pero duele más saber que la cifra de los que no se reportan es aún mayor, pues los pequeños temen confesarle a alguien lo que les pasó.
Después de la agresión, el pequeño suele perder su autoestima, tener la sensación de que no vale nada y/o adquirir una perspectiva anormal de la sexualidad, rasgos que algunos adultos detectan y motivan la consulta con médicos, psicólogos o especialistas en el tema.
Lo primero que los padres u tutores deben hacer es darle seguridad y confianza para que exprese sus sentimientos con libertad, y diga el porqué de sus temores. Siempre en actitud conciliadora y de apoyo. Que sepa que encontrará en sus padres y en su hogar todo el respaldo que necesita.
Según la definición aceptada, se entiende por abuso sexual infantil “la conducta en la que una niña o un niño es utilizado como objeto sexual por parte de una persona con la que mantiene una relación asimétrica, de desigualdad con respecto a la edad, la madurez y el poder”.
Esta conducta de abuso suele afectar el desarrollo psicológico y emocional del niño o la niña y afectar negativamente el comportamiento sexual en la vida adulta. Es una conducta que suele repetirse.
Estudios arrojan que la mayoría de los agresores son hombres (entre 80 a 90 %) heterosexuales, que usan como estrategia la confianza, los lazos familiares, el chantaje y la manipulación para realizar el abuso. Las estadísticas apuntan a que la edad promedio de los niños abusados oscila entre los ocho a los 16 años, a esa edad se produce un tercio de todas las agresiones sexuales.
El abuso sexual es un delito, no importa la edad ni el sexo. Marca a la víctima de por vida, más aun si el abuso se da en niños. No es exclusivo de la clase social ni de raza, pero en nuestro país se conocen más casos en la clase social de menor ingreso económico.
El hecho de que dos millones de partos de niñas menores de 15 años se registren cada año alrededor del mundo, da cuenta de que las políticas tendentes a frenarlo no han sido del todo efectivas. En nuestro país, durante el año 2015 la Procuraduría General de la República recibió 6,741 denuncias por delitos sexuales. De esos, 236 corresponden a casos de incestos y 1,767 a seducción de menores.
El abuso sexual infantil es un delito penado por la legislación dominicana y es una violación severa de los derechos humanos. Si bien constituye un crimen el abuso sexual infantil, también es un crimen ignorarlo y no denunciarlo.
“Si el niño no es capaz de enfrentar el abuso puede convertirse en un trastorno de estrés postraumático en el que re experimenta el abuso una y otra vez. El impacto psicológico distorsiona el autoconcepto, la visión sobre el mundo y las capacidades afectivas de la víctima, además de una sexualidad traumática, problemas conductuales, pérdida de confianza y sentimiento de indefensión”, según explicaciones del doctor Pedro Fernández, psiquiatra abordado sobre el tema.
El especialista asegura que el abordaje terapéutico debe ajustarse a las necesidades de la víctima. La intervención irá dirigida tanto al niño como a los padres y la red social que le rodea: escuela, amigos y familia, para que puedan colaborar en la intervención con el menor.
“Lo primero es comenzar una terapia individual para que el niño se sienta libre de expresar todo lo que quiere sin temor a una reacción negativa por parte de los padres. Conforme avance la terapia, será beneficioso incluir al menor en un grupo de terapia, lo que más se utiliza hoy en día es la intervención cognitiva conductual”, asegura Fernández.
Hay que dar un entrenamiento para incrementar la capacidad de tolerancia de las emociones positivas. Hay que manejar la ansiedad y depresión, habilidades de relajación, habilidades sociales y de asertividad.
¿Cómo evitar el abuso sexual infantil?
Uno de los principales consejos para evitar que el abuso sexual en niños es conocer a todos los adultos que establecen contacto con ellos (en casa, escuela o club deportivo al que acuden, por ejemplo), pues la tercera parte de las víctimas son abusados por miembros de su familia, es decir, el mayor riesgo proviene de personas cercanas.
También es importante mantenerse en alerta, lo que significa valorar con detenimiento las señales físicas del niño que hemos descrito (por ejemplo, una repentina irritación en la piel, inflamación o sarpullido en los genitales), así como atender las posibles causas de algún comportamiento inusual o un rechazo a volver a la escuela. Si se denuncia al agresor, hay que proteger la salud y la vida del niño, ayudando también a que recupere su autoestima, aprenda a sobrellevar sus sentimientos de culpabilidad e inicien el proceso de superación del trauma. Todas estas medidas pueden reducir el riesgo de que la víctima enfrente serios problemas físicos y psicológicos en su edad adulta.
Es importante realizar la denuncia frente a las autoridades competentes más cercanas al lugar de residencia de la víctima, o el más próximo, donde ocurrió el delito sexual. Conviene actuar tan pronto aparezcan sospechas, pues aunque duela aceptar que posiblemente algo está lastimando al pequeño, reaccionar en el instante puede ser la única oportunidad de salvarlo a él o a varios chicos más, pues los abusadores suelen tener otras víctimas al mismo tiempo.
Otros indicadores
La existencia de un indicador no necesariamente significa que un niño haya sido víctima de abuso sexual. Además, las señales de abuso sexual pueden variar en gran medida de una persona a otra, pero en general se prsentan los siguientes indicadores: 1-Cambios repentinos en el comportamiento o calificaciones de la escuela. 2-Problemas de aprendizaje que no se atribuyen a causas físicas o psicológicas. 3-Siempre está vigilante como si se estuviera preparando por si algo malo va a ocurrir. 4-Dificultad al caminar o al sentarse. 5-Pesadillas o empezar a mojar la cama. 6-Cambios en el apetito. 7-Demuestra conocimiento o comportamiento sexual que es inusual y sofisticado. 8-Aparición de enfermedades de transmisión sexual (ITS). 9-Puede tornarse agresivo o aislado, reservado o temeroso. 10-Rehusarse a ir al lugar donde ocurre el abuso. 11-Temor hacia la persona que le está abusando. 12. Los niños menores de 5 años a menudo son incapaces de entender o explicar lo que está sucediendo con su cuerpo, sobre todo cuando han sido víctimas de abuso sexual. Los indicadores físicos son a menudo el primer indicio de que existe una causa de preocupación. Los síntomas tales como enrojecimiento, moretones o lesiones en el área genital o una secreción anormal de la zona del pene o la vagina se consideran señales de alerta y deben ser investigadas inmediatamente para determinar su causa.
Dato
El abuso sexual en niños puede ocurrir en la familia, a manos de un padre, padrastro, hermano u otro pariente, o fuera de casa, por ejemplo, a través de un vecino, amigo, maestro (o personal escolar) o cualquier desconocido que esté cerca del pequeño.
Temor
Hay muchas razones por las cuales los niños no le cuentan a nadie que son o han sido abusados. Comúnmente, el abusador es alguien que el niño, niña o la familia conocen y confían, por lo que la víctima no quiere causarle problema a esa persona o por miedo a que le hagan más daño.