Tener un huerto urbano en el techo de la casa en un barrio de Santo Domingo, en República Dominicana, no es una utopía y Osvaldo De Aza lo demuestra. Su área de producción de vegetales se encuentra en un espacio de unos 60 metros cuadrados, en una zona céntrica
Que buena sensación fue recibir lechugas frescas y perejil para consumir, lo diferente en esta ocasión es que no me las entregaron directamente en el campo, ni mucho menos las compré en un supermercado o colmado, llegaron de las manos de un joven que las cultivó en un huerto urbano que tiene en un sector céntrico de la ciudad.
Esa acción llamó mi atención y decido investigar sobre el tema, al consultar, encuentro informaciones de ciudades donde las personas se dedican a cultivar tanto para su autoconsumo como para la venta, teniendo óptimos resultados para países como Cuba, Singapur, México, entre otros; comienzo a comprender la nueva manera de ver el mundo desde la agricultura.
Sobre la iniciativa de Osvaldo De Aza Carpio de construir un área para producción de vegetales, indicó que todo surgió hace doce años cuando él era presidente de la junta de vecinos de su sector, circunstancia que lo lleva a recibir a una comitiva de estudiantes universitarios de California, EE.UU.
“Ellos dejaron una semilla en mí, ya que hicimos varios proyectos como captación de agua lluvia, energía solar y viento, entre otros.
Mi casa era el centro de acopio, allí quedaron unos cuantos utensilios, en específico un tanque IBC, el cual corté y llené de tierra y por ahí comenzamos hasta llegar a lo que hago hoy en día que es la acuaponía”.
Wikipedia define la acuaponía como el sistema de producción de plantas y peces que combina la acuicultura tradicional, que es la cría de animales acuáticos como peces, cangrejos de río y camarones; con la hidroponía, que es el cultivo de plantas en agua en un medioambiente simbiótico.
El proyecto que Osvaldo inició con un tanque IBC fue creciendo poco a poco. “Lo he construido todo con mis propias manos. He aprendido plomería, pintura, a trabajar con fibra de vidrio y hasta soldar. Internet ha sido parte fundamental en este proceso, pero recomiendo a las personas que quieren hacerlo que indaguen bien, que busquen fuentes confiables y que no inicien un proyecto con la primera información que encuentren, ya que cuando estás online todo sale bonito y nadie quiere contar los errores”.
El huerto urbano de De Aza está en el techo de su casa, en un espacio de unos 60 metros cuadrados, en la zona céntrica de Naco, en Santo Domingo. Aunque este proyecto inició en el año 2010, duró unos cuatro años procesando el sistema acuapónico con tiempos de “muchas pruebas y errores. Me da mucha risa cuando alguien me dice esto o aquello es mejor hacerlo así, yo sabiendo que ya pasé por eso y que de verdad no es mejor”.
Lo que un día inició como un pasatiempo, por consejo de amigos y familiares decidió perfeccionarlo para poner los productos que allí se cultivan a la venta. Informa que en los sistemas acuapónicos hay plantas y peces en un mismo entorno, así que tiene dos activos: los peces y las plantas. Los peces con los que trabaja son tilapias, las cuales se venden a un precio de 120 o 150 pesos la libra; produce 120 libras mensuales. De las plantas siembra albahaca, puerro, lechugas de tres tipos: la rizada verde y roja, y la romana; menta, espinacas y apio.
“De las lechugas podemos producir unas 300 lechugas cada 15 días. Lo que deja la venta de las lechugas y peces en promedio son veinticinco mil pesos al mes, el gasto que tenemos ronda unos cinco mil; estoy feliz de tener un ‘hobby’ y que me deje dinero es lo mejor”, dijo De Aza.
Cultivar huertos urbanos presenta riesgos como la temporada ciclónica, lo cual hace que se tenga que desmontar el sistema cada vez que esto sucede; plagas que no se pueden combatir con pesticidas industriales, porque se trata de cultivos orgánicos, y peligros por carencia de energía eléctrica, ya que un corte de luz de manera prolongada puede ocasionar que se pierda toda la producción.
Recomendación
Sobre su recomendación para aquellas personas que se quieren dedicar a los huertos urbanos, Osvaldo manifiesta que estos representan un gran potencial para la comunidad, ayuda a pensar en el tema del cuidado y motiva a comer más sano. “Esto genera un bienestar en las políticas sanitarias del Estado, ya que una persona que quiera comer más saludable se mantendrá con mejor salud, por ende, se enfermará menos. La ayuda del Estado sería bien recibida para los que se quieren dedicarse a esto”.
Acerca de los conocimientos que debe tener una persona para tener un huerto en la ciudad, todo dependerá de lo que quiera tener y cómo empiece, un huerto urbano puede iniciar con unas cuantas macetas en la casa donde se produzcan ajíes o tomates; también se puede incentivar el intercambio de conocimientos y productos con los vecinos, ya que si ellos lo hacen al final se genera un trueque ganando todos y compartiendo.
Sobre si ha recibido algún respaldo de alguna institución en esta misión de producción en su huerto, informa que “conocí de un programa de parte del Ministerio de Agricultura y otro de la Alcaldía del Distrito Nacional. De parte de Agricultura fueron muy responsables y nos dieron mucho seguimiento, pero de parte del Ayuntamiento después de que salieron las fotos soltaron todo. La señora María Reynoso, de Agricultura, y otros supervisores nos dieron mucho seguimiento en un momento determinado y motivaron a unas cuantas personas, luego perdimos el contacto y no sé en que sigue ese proyecto, pero de otras entidades no sé qué han hecho”.
Finalmente le pregunto si conoce otros casos de personas que se dediquen a tener huertos urbanos, señala que tiene un amigo llamado Rafael, le dicen “Don Lechuga” que está en Santo Domingo Oeste; conoce a otro que se llama Adrián Vizcaíno o “Don Vizca”, en San Cristóbal. “He motivado. A conocidos les regalo plantas y les hablo de hacer su propia comida. La gente está tomando interés sobre esto de comer saludable, bueno y con calidad”, puntualiza.