En Navidad es muy usual que padres acompañen a sus hijos pequeños a recorrer calles y avenidas de la ciudad para descubrir la magia y fantasía de un mundo lleno de colores, orquestado por decoraciones armónicas y espectaculares de residenciales, instituciones, comercios y espacios públicos.
Es costumbre entre muchos dominicanos, imprimir ese toque alusivo a las festividades en sus hogares desde que entra el otoño, y este año ha sido muy peculiar en celebrar al máximo estas fiestas, luego de un respiro postpandemia y las restricciones impuestas por los organismos de salud que opacaron las celebraciones en 2021.
Lily Leger es una amante y fan de la Navidad, herencia de su abuela Dolores Díaz (Lolita), quien era propietaria de una mercería en su natal Paraíso, Barahona. Ella, al igual que cientos de dominicanos simula la magia y la espontaneidad que dieron origen a esta celebración a través de la decoración. Los colores, luces y adornos redundan en cada rincón de su casa y definen esa representación alegórica al nacimiento de Jesús y a los tres reyes magos.
Visitar su casa es reencontrarse con el significado que tiene la Navidad, pero también la imagen de personajes creados, como el Santa Claus regordete o papá Noel en sus diferentes presentaciones, con su bolsón de juguetes en la espalda; los cascanueces o soldados, los renos dorados y blancos que simbolizan la buena suerte, hermosos carteles con mensajes navideños y las famosas coronas elaboradas con flores secas y cortezas.
En la entrada de la casa, dos cascanueces simulan la fábrica de bastones de caramelos repletos de luces y colores vivos de la Navidad, que saludan y dan la bienvenida a la familia.
Los detalles navideños que adornan la casa de Lily hechizan y saltan a la vista ¿Cómo lo logra? Muy fácil, asienta ella al responder la pregunta.
“Amo la Navidad, ese encantamiento que despierta para nosotros los creyentes el nacimiento de Jesús, los colores brillantes y las luces, esa magia que me envuelve y me adentra a llenar mi casa de luz, de amor, paz, de compartir con mi familia y amigos”, narra mientras coloca unas gigantes bolas navideñas que encontró rebajadas de precio en un centro comercial capitalino.
Las luces las enciende cuando empieza a bajar el sol, y en algunos rincones de la casa, predominan adornos que emanan luz, siempre, como el juego de velas colocadas debajo de una credenza en forma de chimenea.
Dos árboles de Navidad engalanan sus espacios, uno en la sala principal y el otro en la terraza. El primero exhibe una decoración en azul y dorado; y a su alrededor más de cien regalos de Dios para la familia y amigos en envolturas verde con dorado que ella misma prepara con amor. Todos personalizados.
En la terraza predomina el rojo por doquier. El árbol alusivo a los elementos dulces y acústicos de la Navidad: bastones, trompetas, cascanueces, campanas, cestos y semillas rojas de pino le dan el toque mágico, así como manualidades y detalles en papel pegados a las paredes.