Es un problema común en la población que se origina debido a deficiencias nutricionales o algunas enfermedades, pero sobre todo por una mala calidad del sueño
Los beneficios de dormir bien van desde mejoras en el corazón y el peso, hasta en la memoria. Tener un sueño reparador hace que las personas se sientan llenas de energía, lo que se traduce en una mejor salud. Sin embargo, cuando el sueño no es completo, el cuerpo no descansa correctamente, el sistema inmunológico se debilita y, como consecuencia, hay más tendencia a sufrir de gripes, resfriados e infecciones respiratorias. Otras de las consecuencias de dormir inadecuadamente son las somnolencias diurnas, uno de los síntomas más frecuentes relacionados con el sueño, que afecta tanto a jóvenes como adultos, sobre todo a aquellas personas que trabajan en turnos rotativos (de día o de noche).
La somnolencia diurna puede tener diversas y graves consecuencias. Las personas con este problema tienen el riesgo de chocar mientras conducen, de accidentes de trabajo y sufren más problemas de salud que otros adultos. Los adolescentes somnolientos tienen niveles de rendimiento escolar significativamente menores y más llegadas tarde que otros estudiantes. Este trastorno se asocia, asimismo, con deterioro del desempeño profesional; los trabajadores que lo padecen pueden ser percibidos como perezosos o poco motivados.
En ese sentido, el otorrinonaringólogo y experto en sueño, Luis Felipe Encarnación, del Centro de Otorrinolaringología y Especialidades, dice que para que el sueño sea reparador debe cumplir con tres dimensiones: cantidad, calidad y oportunidad. La primera se refiere a que la persona debe dormir entre 7 y 9 horas todas las noches, y quienes no cumplen con este tiempo de sueño van acumulando una “deuda de sueño”que les hace quedarse dormidos durante el día en cualquier momento y lugar.
Encarnación explica que el sueño debe tener una continuidad, pero que hay personas que tienen ciertas patologías que les impiden que el sueño sea de calidad. “Por ejemplo, el movimiento periódico de las piernas, o cuando se tiene una pareja que ronca; esto hace que el sueño sea superficial y esté interrumpido por despertares. Asimismo, las personas que toman ciertos tipos de medicamentos, toman café, alcohol o bebidas de cola, o hacen ejercicio cerca de las horas de dormir, no logran tener un sueño de calidad, aunque hayan dormido las 7 o 9 horas requeridas, lo que las hace sentir al día siguiente como que no descansaron, dando paso a dormirse en cualquier momento”, sostiene el galeno.
Agrega que en cuanto a la calidad del sueño se refiere, una situación especial es la que tiene que ver con la respiración. Comenta que si una persona mientras duerme ronca, puede desarrollar apnea o pausas de la respiración, lo que obstaculiza que entre aire y oxígeno al organismo. Cuando disminuyen estos gases en la sangre, el cerebro manda una señal para que el cuerpo se despierte y la persona no se ahogue. Estos micro despertares, de los que no necesariamente se es consciente, hacen que la persona se sienta somnolienta durante el día.
“La tercera dimensión del sueño se refiere a la oportunidad. O sea, las 7 o 9 horas que el cuerpo necesita descansar, deben ser a la hora que el cuerpo las necesita. Si una persona duerme 8 horas de día no es lo mismo que dormir 8 horas de noche. Un individuo que trabaja turnos rotatorios sentirá que no ha recuperado completamente su descanso y, obviamente, tendrá trastorno de sueño durante el día”, explica Encarnación.
El experto sostiene que otro gran causante de la somnolencia diurna es la “mala higiene del sueño”, esto significa la falta de hábitos saludables para dormir. En este sentido, recomienda acostarse y levantarse a horas específicas, lo que contribuirá a regular el reloj del cuerpo, a conciliar el sueño y a permanecer dormido por la noche, reglas que muchos no cumplen debido al uso de los aparatos electrónicos, lo que provoca que las personas se involucren en diferentes actividades, restándole horas al sueño.
Consejos para dormir bien
Luis Encarnación dice que una “deuda de sueño crónica” se traduce en irritabilidad, dolor de cabeza, estrés, anomalías hormonales y metabólicas, que en último término conducen a un incremento de enfermedades de metabolismo como diabetes tipo II, obesidad, enfermedades cardiovasculares como hipertensión arterial y el consiguiente incremento del riesgo cardio-cerebrovascular, y neurológicas.
Para lograr un sueño reparador, los especialistas aconsejan evitar las siestas, lo que contribuirá a conciliar el sueño a la hora de acostarse. Hábitos como practicar un ritual relajante antes de ir a dormir, alejarse de las luces brillantes, leer, darse un baño con agua tibia y aromas relajantes, pueden dar paso a un sueño profundo y reparador.
Además, es importante evitar ingerir comidas abundantes o picantes antes de ir a la cama, ya que podría causar incomodidad y, por consiguiente, falta de sueño. Es recomendable probar con un refrigerio ligero 45 minutos antes de irse a la cama.
Mantenerse físicamente activo durante el día, con actividades al alcance de la mano como caminar, correr o nadar, aportan beneficios clave para obtener un sueño satisfactorio y despertar con menos frecuencia durante la noche.
Saber
Las consecuencias de una mala noche de descanso no sólo nos afectan físicamente, sino también mental y emocionalmente. Además, la falta de sueño se relaciona con la tendencia a comer en cantidades más grandes con un número mayor de calorías y carbohidratos.