Se trata de un parque construido sobre una antigua línea de ferrocarril que dejó de utilizarse en 1980
Ante tanta atracción, no resulta fácil elegir qué visitar en la ciudad de New York, incluso a sus residentes les resulta tarea difícil. La variedad es inmensa. No obstante haberla visitado en muchas otras ocasiones, aún hay muchos lugares que todavía no conozco. En esta ocasión, el primer día opté por la recomendación de mi hermano, asiduo visitante a la ciudad de los rascacielos. Y no fue precisamente un rascacielos lo que visitamos. Nos decidimos por una de las zonas verdes más bonitas que tiene la ciudad. Construido sobre lo que fue antiguamente una estación de trenes, hoy el paso peatonal sustituye al de ferrocarriles.
Conformado por caminos, zonas de descanso, jardines florales, teatro, con butacas lineales de madera escalonada que finalizan en un gran ventanal que nos permite ver la circulación de autos dentro de la ciudad, sin estar en ella. Es el lugar ideal para “gastar el tiempo” sin costo alguno. Solo o en compañía. De donde nos llevaremos el recuerdo de lo vivido, lo visto y lo sentido.
Se trata del High Line, un paseo peatonal de aproximadamente dos kilómetros de longitud construido entre 2004 y 2014. Una rehabilitación de un espacio inspirado en el concepto de agri-tectura (una tendencia que fusiona aspectos de la agricultura y la arquitectura, en palabras del experto Hugo A. Kliczkowshi Juritz).
Esta plataforma elevada dejó de utilizarse en 1980, y 23 años después se comenzó a idear lo que es hoy una realidad. El High Line Elevated Park va desde Gansewoort Street hasta la calle 34 de la parte Oeste de New York.
Dividido en tres secciones, se puede accesar por diversos puntos de la ciudad. Tiene nueve accesos en total, cuatro de ellos con ascensor. Cuenta con escaleras y rampas para sillas de ruedas.
El lugar se hace acogedor por los tantos bancos que posee, para que el visitante opte por lo que más prefiera, bien sea leer, discutir un tema, comentar una película o simplemente tumbarse a tomar el sol. Niños, adolescentes, adultos, de avanzada edad, todos y cada uno encuentran cómo pasarse el tiempo en High Line. El otoño es una época ideal para visitarlo por el colorido que visten las hojas de la infinidad de árboles que allí se alzan, con todas las tonalidades otoñales, yendo desde el brillante amarillo hasta el más profundo marrón. Un verdadero deleite para el sentido de la vista.
Muchas de las plantas que allí se aprecian crecieron durante años por las semillas que han dejado los pájaros o el viento.
Entre los diversos eventos que se realizan en el lugar de forma regular, se citan clases de pilates gratuitas impartidas por voluntarios; visitas guiadas y clases de astronomía. Amateurs y profesionales del lente fotográfico y/o del video han escogido este paso peatonal como escenario protagónico de sus trabajos. Los apuntes más atrevidos indican que en un solo año 5 millones de personas se han dado cita en el High Line, superando, incluso, las visitas a la Estatua de la Libertad.
Un poco de su historia
Frente a la posibilidad de la demolición de este paso elevado, hace 13 años los vecinos Joshua David y Robert Hammond crearon la Asociación Amigos de la High Line, para darle visos de realidad a la recuperación de esta antigua vía elevada de trenes.
Datos consultados en el sitio oficial de High Line apuntan que dicha Asociación hizo un llamado a concurso internacional de ideas, cuya respuesta fue enorme. Recibieron propuestas de 720 arquitectos, diseñadores, paisajistas y artistas de 36 países.
Luego de una ardua selección que duró 18 meses, a mediados de octubre del 2004, solo quedaron 4 finalistas.
El Comité directivo, compuesto por representantes de la ciudad de Nueva York y Amigos de la High Line, otorgó la realización del proyecto final y las obras al equipo integrado por: Arquitectos, James Corner Field Operations, Diller Scofidio + Renfro ; Paisajista James Corner, Piet Oudolf; ingeniero estructural Robert Silman Associates.
Los iniciadores del proyecto no lo tuvieron fácil, como suele suceder en algunos proyectos de este tipo, pero contaron con el apoyo de Michael Bloomberg, que fue alcalde de New York (2002/2013).
Debían evitar el derribo de la parte que aún estaba en pie y no llevarse de la presión comercial, para así mantenerlo como un espacio público para el disfrute gratuito de la comunidad.
Su propuesta tenía que convencer a vecinos y arquitectos, personalidades y gente común. Un estudio de viabilidad que no dejó dudas sobre las posibilidades de remodelación, los aspectos financieros y los eventuales beneficios, hizo posible su posterior realización.
El proceso debía permitir transformar el paseo del High Line en un parque público. Se crearon planchas lisas y cónicas de cemento ubicadas encima de hormigón impermeabilizado con suficiente espacio para el paso de conductos eléctricos y drenajes.
El paso sobre nivel tenía por objetivo eliminar el peligro real que representaba en 1930 el transporte de mercancías por las calles de Manhattan, tanto por los atascos como por los accidentes en medio de las caóticas calles llenas de carruajes, tranvías y peatones. Por esta línea del ferrocarril (construido entre 1929 y 1934) se repartía leche, carne, materias primas y productos manufacturados en los muelles de carga que poseían los almacenes y fábricas en sus niveles superiores.
Zona
Aparte de pasear por el High Line en Nueva York, lo interesante de este parque “artificial” es el skyline del que disfrutarás: un camino en medio de altos rascacielos que te permite ver edificios singulares y el omnipresente Empire State.