Una encuesta realizada por la Oficina Nacional de Estadísticas (ONE) con apoyo de UNICEF, señala que el 23 % de los niños con alguna discapacidad en República Dominicana no acude a la escuela
El 10 % de los niños entre 2 y 17 años vive en República Dominicana con algún tipo de discapacidad motora, auditiva o visual, según un informe de Unicef. Lamentablemente, el 23 % de estos niños no asiste a la escuela, lo que revela una desventaja en comparación con los niños sin discapacidades en la mayoría de medidas de bienestar infantil.
República Dominicana ha avanzado en educación inclusiva, pero aún se lucha por derribar grandes barreras que obstaculizan seguir con las mejoras. En la actualidad, hay familias de niños y adolescentes con discapacidad que se enfrentan a múltiples factores que limitan su acceso a una educación de calidad, lo que pone en evidencia sus realidades.
El sistema educativo de la República Dominicana cuenta con 27,465 estudiantes que tienen algún tipo de discapacidad. La mayoría de ellos está matriculada en escuelas regulares, mientras que una menor cantidad asiste a centros de educación especial.
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Experiencias como la de Vianni Blanco, quien luchó por superar algunas barreras como la aquitectónica para asistir a la escuela debido a su discapacidad físico motora, y Deivi Custodio, quien enfrentó las burlas de sus compañeros en la escuela por su movilidad reducida, sólo reflejan una parte mínima de la pared con la que chocan los estudiantes con discapacidad en el país. Además, se resalta la falta de datos estadísticos precisos en cuanto a la población de niños con autismo y síndrome de Down, así como la implementación y cumplimiento de políticas públicas, que también limitan las oportunidades para garantizar los derechos fundamentales de los estudiantes con discapacidad.
Desde los tres años, Vianni Blanco ha enfrentado desafíos por su condición. Todo comenzó con una fiebre que desvió su columna. A lo largo de su vida, la discapacidad físico motora que padece se convirtió en un reto constante.
Desde muy pequeña, la vida de Vianni se vio influenciada por la necesidad de una silla de ruedas. A los ocho años, finalmente logró obtener una gracias a la ayuda de diversas fundaciones. Sin esa silla, su acceso al mundo educativo era mucho más difícil. Desde sus primeros días de escuela, su padre la llevaba cargada hasta el aula, donde debía sentarse en una silla convencional. Al final del día, él regresaba para recogerla. Esta rutina, aunque agotadora, fue solo el principio de sus dificultades. “Al principio, mi papá me llevaba cargada. Me sentaba en una silla y, a la hora de despachar, iba a recogerme”, recordó.
Las barreras arquitectónicas hacían su trayecto más difícil
Cuando llegó el momento de pasar a octavo grado, Vianni se encontró con un nuevo obstáculo. La única escuela cercana a su hogar, que la había acogido hasta ese momento, tenía sus octavos ubicados en un tercer nivel, y la directora no aceptaba reubicar el curso a la primera planta para que ella pudiera acceder a la educación. Mientras el tiempo pasaba, y gracias a la intervención de unas monjas, la directora reconoció su error y se tomaron medidas para adaptarlas a las necesidades de Vianni. Se logró mover los cursos de octavo al primer piso, permitiéndole así asistir a clases sin limitaciones.
- Aquí hay dos puntos importantes revelados: Muchas escuelas no tienen la infraestructura adaptada para recibir a estudiantes con discapacidad, y muchos maestros carecen de capacitación en educación inclusiva.
Según datos contenidos en la memoria 2023 del Ministerio de Educación (Minerd) están incluidos en el sistema 3,955 estudiantes con visión limitada y 297 no videntes. A nivel nacional, en las aulas se encuentran 2,577 alumnos con discapacidad motora, 1,758 sordos, 917 hipoacúsicos, 527 con parálisis cerebral y 72 sordociegos. La matrícula en los centros exclusivos para educación especial es de 5,065 estudiantes. Sin embargo, la mayoría de estos alumnos con necesidades de apoyo se centralizan en recintos regulares, específicamente, 22,400 niños y adolescentes.
¿Por qué los niños y adolescentes con discapacidad abandonan la escuela?
De acuerdo a la directora de la Fundación Gissell Eusebio, Gisela Eusebio: “Las barreras arquitectónicas y actitudinales son un gran obstáculo para la inclusión educativa. La falta de accesibilidad en las escuelas y colegios impiden el normal desempeño de personas con discapacidad motora, visual y auditiva”.
En un artículo escrito por Francina Hungría en este diario titulado: “Los retos de la educación en discapacidad´´, aseguró que cuando revisamos las razones por las que los niños y adolescentes con discapacidad física abandonan la escuela, vemos que por lo regular se debe a impedimentos de movilidad. “Los principales obstáculos se encuentran en la infraestructura de los planteles. Desde cuestiones vinculadas a diseño estructural (como amplitud de pasillos, baños y puertas), hasta elementos didácticos…”
Además, Hungría destacó que también va desde el bloqueo de familias y comunidades para que sus hijas e hijos acudan a los centros educativos, hasta las trabas que los directores de escuelas y liceos ponen a los padres para inscribir a estudiantes con alguna condición física o sensorial´, lo cual evidencia lo vivido por Vianni.
Falta de conocimiento especializado
Ante la pregunta: ¿Qué tipo de discapacidad dificulta más la integración de los niños en el sistema educativo dominicano debido a las deficiencias del sistema y cómo esto puede cambiar? Eusebio destacó que la falta de conocimiento especializado sobre la condición de discapacidad del alumno. ´´Para ello se les solicita a los padres presentar a los centros educativos reportes de evaluaciones médicas y neurológicas, de terapias, entre otros datos importantes´´, dijo a este diario.
La escuela se convirtió en una campo de batalla
En la Caleta, un barrio de Boca Chica, nació Deivi Custodio. Desde su infancia, su vida estuvo marcada por un desafío que solo él y su madre podían comprender del todo. “Nací con un problema cardiovascular del corazón”, lo que le dificultaba su movilidad, aunque no usa silla de ruedas.
Desde pequeño, Deivi enfrentó múltiples adversidades. Su padre, al enterarse de la condición de su hijo, decidió formar otra familia, dejando a Deivi y a su madre solos”. A pesar de sus problemas de salud, Deivi nunca permitió que esto lo detuviera. Sin embargo, la escuela se convirtió en un campo de batalla. “Desde pequeño tuve mucho desafío”, confesó a elCaribe. Durante la entrevista, él reflejó la lucha interna que había enfrentado. El bullying era una sombra constante en su vida escolar. “Se burlaban de mí”, decía, recordando las burlas de sus compañeros. “Me molestaba mucho, me enfurecía y hasta llegaba a pelear con ellos, porque me sentía impotente”, señaló sobre lo difícil que fue asistir a la escuela.
A pesar de las dificultades, no todo fue negativo. Deivi encontró apoyo en sus profesores, quienes vieron más allá de su condición física y lo animaron a seguir adelante. “Le doy gracias a Dios porque siempre me apoyaron”, dijo con gratitud. Sin embargo, el camino no fue fácil. Aunque logró avanzar en su educación, Deivi se vio obligado a repetir un año en la escuela pública Rafael Delgadillo, un lugar donde la lucha por la aceptación era diaria.
Concientizar sobre la discapacidad
´´Los maestros deben conocer las diferentes condiciones de discapacidad que pueden presentar los alumnos, así como los ajustes razonables que podrían requerir, además de concientizar a los compañeros sobre cómo tratarlos y entender sus comportamientos´´.
Gisela Eusebio, presidenta de la Fundación Gissell Eusebio Life Transformer
Marco legal
La Ley 5-13 dominicana establece los derechos de las personas con discapacidad, pero: ¿cómo se puede garantizar su cumplimiento y qué cambios son necesarios en el sistema educativo para que se logre una verdadera inclusión?
Para que estos derechos sean realmente efectivos, “se requiere que el organismo rector del sistema educativo, capacite a los docentes en educación inclusiva, los curriculums educativos adaptados a cada tipo de discapacidad y supervise el proceso de educación inclusiva e integración plena de los alumnos con discapacidad”.
Gisela Eusebio, presidenta de Fundación Gissell Eusebio
¿Cómo se puede mejorar la implementación de la ley 5-13?
En una visita a este diario, Elaine Ortega, gerente general de la Asociación Dominicana de Síndrome de Down (Adosid), “lo primero es que la ley se cumpla”. En el ámbito educativo, sostuvo que es esencial más apertura y un enfoque más inclusivo para afrontar las barreras que enfrentan estas personas desde una edad temprana.
Aula de Recursos para la educación inclusiva: ¿progresiva o regresiva?
Según el Ministerio de Educación “Las Aulas de Recursos son concebidas como un espacio de escolarización para población que presenta una condición con discapacidad entre 5 a 15 años”.
Sobre el tema, Otega explicó que “el término “aula de Recursos” se utiliza para describir un espacio donde son colocados niños con diversas condiciones, como el síndrome de Down y el autismo”.
De acuerdo a Ortega, esto implica que estos estudiantes son separados de sus compañeros en lugar de ser integrados en el aula regular. “Muchos padres que estuvieron en Adosid fueron incluidos en estas escuelas con aula de recursos y lo que hicieron sus hijos fue una regresión”, señalando que el objetivo de la inclusión es precisamente evitar retrocesos en el desarrollo de los niños.
¿Qué cambios se requieren urgente?
Sobre el futuro de la educación inclusiva en República Dominicana y qué cambios estructurales o pedagógicos se considera urgentes para que las escuelas estén preparadas para recibir a todos los niños sin importar sus condiciones, Eusebio señaló que es necesario el apoyo del Ministerio de Educación, del Consejo Nacional de Discapacidad con capacitaciones permanentes a los docentes, para eliminar las brechas, las discriminaciones a los alumnos con discapacidad.
Mientras que el educador con discapacidad visual Ronald Menual señaló que el panorama futuro de la educación inclusiva en República Dominicana puede ser prometedor, siempre que se mantenga y fortalezca el compromiso con la formación del personal docente y la implementación de políticas públicas centradas en la equidad y la accesibilidad.
“Cada vez, más maestros están mostrando interés en formarse en inclusión educativa, un ejemplo es la Maestría en Educación Iclusiva y Atención a la Diversidad que imparte la UNPHU, donde tengo el placer de ser maestro, lo cual es un paso positivo hacia el cambio sistémico que se requiere”, expresó el maestro.
Entre los cambios que considera urgente se encuentran:
*La implementación de un programa de formación nacional en educación inclusiva, con énfasis en discapacidad visual, que sea obligatorio y permanente. “Como el que mencioné anterioremente, puesto que es impartido por maestros con discapacidad, y en esta tiene una gran ventaja, porque le enseñan desde su misma necesidad con las estrategias requeridas y más efectivas de una forma teórico práctico”, dijo Menual.
*La producción y distribución de materiales accesibles desde los niveles iniciales.
*Solo a través de una acción conjunta entre el Estado, las instituciones educativas, la sociedad civil y las organizaciones especializadas se podrá garantizar el derecho a una educación de calidad para todos, sin importar su condición.
“El tema de las escuelas en nuestro país es muy limitado y, además, las instituciones educativas frecuentemente carecen de las condiciones y capacidades necesarias para brindar una educación inclusiva a los estudiantes con discapacidad”, puntualizó.
Elaine Ortega, gerente general de la Asociación Dominicana de Síndrome de Down (ADOSID)
Asimismo, señaló: “La currícula tampoco está adaptada, lo que hace que la inclusión sea casi imposible. No solo se trata de encontrar una escuela, sino de que esa escuela esté preparada para ofrecer lo que nuestro hijo necesita”.
Mayoría de colegios no son inclusivos
Thomas Sartori tiene una misión: la inclusión. La llegada hace 12 años de su hijo Nico, con síndrome de Down, le abrió los ojos sobre la necesidad de crear un entorno más accesible y comprensivo para personas con discapacidad. Esta motivación lo llevó a fundar la fundación Futurum Educandi. Describe a su hijo Nico como un chico súper funcional, que le encantan los deportes y avanza en los estudios. “A Nico le ha ido muy bien en el colegio. Obviamente hay momentos en que no es fácil, porque hay que enfrentarse con la realidad de los centros educativos; que en muchos no lo aceptan. Todos dicen que son inclusivos, pero esa no es la realidad”, expresó.
“Falta mucho” dice Thomas sobre lograr una inclusión real. No se trata solo de República Dominicana; es un problema global”.
Thomas Sartori, director y fundador de la fundación Futurum Educandi.
Para Sartori, esto es una locura, pues demuestra que la inclusión todavía no es una prioridad.
¿Los centros educativos están preparados para para ofrecer una educación inclusiva?
El maestro con discapacidad visual Ronald Menual y coordinador del programa AGORA, explicó que en términos generales, no. “Aunque se han dado algunos avances en materia de inclusión educativa, la mayoría de las escuelas en la República Dominicana aún no están suficientemente preparadas para ofrecer una educación verdaderamente inclusiva a los estudiantes”, explicó.
Esta deficiencia, aseguró, se debe principalmente a la falta de capacitación especializada del personal docente y administrativo, así como al desconocimiento generalizado sobre las herramientas de apoyo y recursos accesibles que estos estudiantes requieren para acceder al currículo escolar. “Esta situación es por la parte actitudinal de los grupos de gestión de los centros educativos, puestos que colocan barreras para esta formación. Si bien existen casos aislados de buenas prácticas, estos responden más a iniciativas individuales que a una política educativa institucional y estructurada”, puntualizó.
Ante la inquietud de si el currículo escolar y los materiales educativos están adaptados para estudiantes con discapacidad visual, compartió con elCaribe que actualmente, el currículo escolar no contempla una versión específica o adaptada para estudiantes con discapacidad visual. “Se aplica el mismo currículo general, lo que obliga a que los docentes realicen ajustes metodológicos y didácticos para garantizar el acceso equitativo a los contenidos. Esta práctica, aunque bien intencionada, presenta limitaciones cuando el docente no posee la formación ni los recursos necesarios para realizar dichas adaptaciones de manera efectiva”, señaló Menual sobre el tema.
En cuanto a los materiales, destacó que la mayoría no están diseñados considerando criterios de accesibilidad. “Es el maestro quien, en muchos casos, debe hacer las adecuaciones utilizando herramientas tiflotecnológicas como el sistema Braille para la lectoescritura, el ábaco para el desarrollo del pensamiento matemático, y lectores de pantalla como JAWS, NVDA o TalkBack para el uso de computadoras, tabletas y dispositivos móviles”, manifestó.
Para una verdadera inclusión, sería fundamental que los materiales educativos oficiales sean producidos en formatos accesibles desde su origen, incluyendo libros en Braille, versiones digitales compatibles con lectores de pantalla, gráficos táctiles, recursos auditivos y videos con audio descripción.
Ronald Menual, maestro con discapacidad visual.
Menual considera que la mayoría del personal docente no está adecuadamente capacitado para enseñar a estudiantes con discapacidad visual.
“Lamentablemente, la mayoría del personal docente no cuenta con una formación adecuada para atender las necesidades educativas de los estudiantes con discapacidad visual. Esta falta de capacitación se traduce en barreras pedagógicas, actitudinales y tecnológicas que afectan la calidad del proceso de enseñanza-aprendizaje”.
Maestro Ronald Menual.
Según los entrevistados, esta es la realidad a la que se enfrentan de niños y adoslecentes con discapacidad en República Dominicana
Barreras arquitectónicas:
Infraestructura no adecuada para estudiantes con discapacidad motora, visual o auditiva.
Cursos ubicadas en pisos superiores sin adaptaciones.
Barreras actitudinales:
Prejuicios y actitudes discriminatorias por parte de docentes, alumnos y comunidades, como las vividas por Vianni Blanco y Deivi Custodio.
Falta de sensibilización y conocimiento sobre las discapacidades.
Falta de capacitación a los docentes
Profesores sin formación en educación inclusiva.
Ausencia de programas de formación permanentes.
Currículo y materiales educativos no adaptados
El currículo general no contempla versiones específicas o adaptadas para estudiantes con discapacidad visual, auditiva o motora. Tampoco para niños con discapacidad intelectual y de desarrollo.
Materiales educativos no diseñados con criterios de accesibilidad (falta de libros en Braille, recursos digitales accesibles, gráficos táctiles, etc.).
Barreras en la gestión y políticas institucionales:
Falta de supervisión en la implementación de la educación inclusiva.
Barreras sociales y familiares:
Cargas económicas excesivas para las familias, que enfrentan altos costos en diagnósticos y terapias.
Centro educativos que suelen llamarse inclusivos
Muchas escuelas dicen ser inclusivas, pero en la práctica no lo son.
La existencia de algunos espacios que pueden llamarse inclusivos que pueden constituir regresión en el desarrollo de los niños.
Estas son algunas de las barreras que obstaculizan el avance de los niños y adolescentes con discapacidad; éstas impiden que accedan, permanezcan y tengan éxito en el sistema educativo, afectando su desarrollo integral y sus derechos a la educación inclusiva.
En cuanto al informe de Unicef este concluyó que: Los niños con dificultades para comunicarse y ocuparse de sí mismos son los que tienen más probabilidades de no ir a la escuela, independientemente del nivel educativo. Las tasas de desescolarización son más elevadas entre los niños con múltiples discapacidades y las disparidades son aún más significativas si se tiene en cuenta la gravedad de la discapacidad.
10 % del gasto total para acelerar la inclusión
Dentro de los compromisos anunciados por UNICEF está el aumento progresivo del gasto del presupuesto organizativo para acelerar la inclusión de los niños con discapacidad, tanto en contextos de desarrollo como humanitarios. El objetivo será proporcionar el 10 % del gasto total para 2030.
En los próximos cinco años, se apoyará a al menos a 50 países en la recopilación de datos de alta calidad y comparables internacionalmente sobre los niños con discapacidad, en consonancia con las normas internacionales, y a compilar los datos nacionales en bases de datos públicas mundiales.
Además, la organización incorporará progresivamente la discapacidad en su labor de investigación y previsión sobre la infancia. Implicando activamente a los niños con discapacidad y a las organizaciones de personas con discapacidad en la definición de los objetivos de la investigación y garantizando que los y la práctica.