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Ciudad, agosto de 2024 — La educación virtual ha ganado más terreno en América Latina en los últimos años, pero muchas instituciones siguen luchando con un problema: las metodologías.

Se sabe que la educación virtual se enfrenta a tasas de deserción importantes, sea por la dificultad de hacer seguimiento a los estudiantes o por la imposibilidad de implementar una flexibilidad exitosa en el estudio.

El motivo de las falencias a la hora de brindar educación virtual puede deberse al acelerado proceso de transformación digital que muchas instituciones han tenido que hacer para dar cabida a esta modalidad, y que deja en el camino puntos cruciales de los que depende el éxito de la formación 100% online.


«Los obstáculos de la distancia se pueden superar utilizando tecnología avanzada y un enfoque centrado en el estudiante», afirma Ferrán Calatayud Ventura, director general de BIU University, una institución estadounidense que forma a profesionales de toda América Latina con tasas de retención del 90%.


Al analizar su caso de éxito, no solo destaca el tema de la flexibilidad, sino también de la presencialidad, algo que suena a paradoja si hablamos de educación a distancia, pero que tiene sustento.


«La presencialidad no se trata solo de estar físicamente en un mismo lugar, sino de estar presentes en el proceso educativo del estudiante, asegurando que se sienta acompañado, escuchado y apoyado en cada paso de su formación», explica Ferrán Calatayud Ventura.


«Esto es esencial porque la educación en línea, sin el apoyo adecuado, puede volverse un
proceso solitario y desmotivador».


Tecnología y flexibilidad para educación online


Lo que implica esta presencialidad, por supuesto, es un factor humano que va de la mano con el despliegue tecnológico para ejecutar exitosamente una educación virtual. Además de la necesidad de tener a disposición un equipo de soporte 24/7 que reaccione adecuadamente al escenario de tener estudiantes de todo el mundo y a cualquier hora accediendo a los servicios educativos, la calidad del acompañamiento debe entender las necesidades particulares de cada estudiante.


«Cuando vemos que hay estudiantes que llevan varios días sin conectarse a las clases, llamamos y antes que cuestionarlo, preguntamos cómo se encuentra», detalla Ferrán Calatayud «Tenemos a disposición el departamento de student care, como una red de soporte constante y cercanía».

Este entendimiento cercano va de la mano con comprender cómo se perfila un estudiante virtual en la educación superior, en programas de posgrado que permiten titularse en el exterior, y preferidos por profesionales que deben compaginar sus tiempos académicos con sus agendas laborales.


De ahí viene el componente metodológico que las instituciones deben implementar. No se trata simplemente de disponer un material y dejar al estudiante solo en el proceso, sino intentar brindar la mayor experiencia pedagógica sin que sea una camisa de fuerza y repercuta negativamente en su continuidad.


Por supuesto, cada técnica implementada responde al modelo de cada universidad. En el caso de BIU University, se maneja una combinación de sesiones sincrónicas y actividades asincrónicas, tanto grupales como individuales. Las sesiones se graban y quedan a disposición para ser reproducidas por los estudiantes, en caso de no poder asistir.


«La combinación de foros de debate asincrónicos con los chats sincrónicos, permiten no solo construir una mentalidad pro resolución de problemas, sino también la materialización del aprendizaje situado en los entornos volátiles, inciertos, complejos y ambiguos propios de la cuarta revolución industrial que nos encontramos transitando como sociedad», señala el experto.


Saber identificar, entonces, las necesidades de cada estudiante y brindar un acompañamiento cercano, puede determinar la experiencia que este tenga en su formación profesional e impactar positivamente en las tasas.

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