María Magdalena y varias mujeres fueron las primeras mensajeras de la Resurrección de Cristo para los propios apóstoles. Luego, Jesús se apareció en seguida a ellos, primero a Pedro, después a los Doce. Pedro, llamado a confirmar en la fe a sus hermanos, ve por tanto al Resucitado antes que los demás y es sobre su testimonio que la comunidad exclama: “¡Es verdad! ¡El Señor ha resucitado y se ha aparecido a Simón!”.
Estos “testigos de la Resurrección de Cristo” son, principalmente, Pedro y los Doce, pero no solamente ellos: Pablo habla claramente de más de quinientas personas a las que se apareció Jesús en una sola vez, además de Santiago y de todos los apóstoles.
Y es ésta la semilla principal del cristianismo, la Resurrección de Cristo.
Uno de esos testimonios de la Resurrección se cuenta en el Evangelio de Lucas 24: 13-35, que cuenta que al tercer día de la crucifixión, Jesús se le apareció a dos de sus seguidores que, frustrado por su muerte, iban a su aldea, Emaús.
Jesús le habló de las escrituras, y le dijo que todo estaba escrito. Al caer la noche, lo invitaron a cenar, y cuando Cristo partió el pan lo reconocieron, y se regresaron a Jerusalén a dar la noticia de que Él se le había aparecido y que ciertamente había resucitado.
Hermandad de Emaús
Hoy día, testigos de que Jesucristo ha resucitado son los miembros de la Hermandad de Emaús, movimiento laico católico nacido en 1978 en el Estado de Florida, Estados Unidos, con presencia en República Dominicana hace ya 14 años y con más de 6,000 hermanos y hermanas.
Rafael Graciano y Leyda Giró son los coordinadores generales de Emaús-Hombres y Emaús-Mujeres, respectivamente, y explicaron a elCaribe el significado de la Resurrección de Cristo y el significado y el porqué del movimiento.
“La esencia de nuestra fe se fundamenta en el hecho cierto de que Jesús resucitó tras la muerte, y los que junto a él y por su fe murieron, también resucitaron, y por Él también nosotros resucitamos cada día”, dice Graciano.
Giró subraya sobre este aspecto que “la esperanza del que deja la vida física bajo la fe cristiana es la vida en el mundo futuro para no volver a morir jamás, en esencia, la resurrección”.
“Este misterio se explica en que con su muerte Jesús nos libera del pecado, y por su Resurrección nos abre el acceso a una nueva vida”, subraya.
Al respecto, Graciano observa que “al igual que Cristo fue resucitado de entre los muertos, así también nosotros vivamos una nueva vida, porque con Jesús conocemos el plan de Dios para con nosotros”.
¿Por qué llamarse Hermandad?
Ante la pregunta, Leyda Giró y Rafael Graciano coinciden en responder que la explicación viene dada por el mismo Jesús.
Al respecto, dicen que el magisterio de la Iglesia Católica enseña que la adopción filial se da porque con la muerte y resurrección de Cristo los hombres y mujeres se convierten en sus hermanos: “Después de la Resurrección es el mismo Jesús que dice a las mujeres “Id, avisad a mis hermanos”.
En ese sentido, argumentan, la humanidad es hermana de Jesús no por naturaleza, sino por el don de la gracia, y que esta filiación adoptiva confiere una participación real en la vida de Jesús, la que ha revelado plenamente en su resurrección.
Retiros de Emaús
Leyda Giró define los retiros de Emaús como una cita íntima con Jesús, pues Emaús es un apostolado parroquial y un movimiento de la nueva evangelización de la Iglesia, dirigido a laicos que no asisten a la Iglesia, o si asisten a misa no entienden el fundamento de la Eucaristía.
“El retiro de Emaús da la oportunidad de enmendar muchos errores de nuestras vidas, porque para eso fue que Jesús resucitó, y en el retiro comprendemos que ese soplo de él, ese renacer, está todos los días, y sentimos esa presencia”, apunta Graciano.
Explican que los participantes hacen un retiro del mundo cotidiano desde la tarde del viernes hasta la tarde del domingo en una casa de espiritualidad, y mediante testimonios personales descubren cómo sus vidas se relacionan con una serie de situaciones vividas por los exponentes y cómo sus vidas pueden cambiar, ya que se renuevan las prioridades de existencia, tanto materiales como espirituales.
En ese sentido, el fin de los retiros es que se pueda reconocer que Jesús vive en cada uno, y que Jesús transforma vidas, algo que no pasa de un día para otro, sino paulatinamente, con decisión, y eso se nota en cosas tan sencillas como dar un beso o un abrazo a sus seres amados: esposos, esposas, hijos, hermanos.
Graciano y Giró dicen que en los retiros, que se organizan separados de hombres y mujeres, pueden participar los laicos y religiosos de la Iglesia, incluso, si profesan otras confesiones, pero básicamente se busca la participación de personas alejadas de la fe y de las iglesias.
El mundo de hoy y Jesús
Leyda Giró no duda en decir que en estos tiempos a Jesús “se la ponen difícil”, ya que hay mucha resistencia a aceptarlo, a comprender su sacrificio y comprender el plan de Dios a través de él.
“El ser humano ha decidido a usar nuestras fuerzas, aunque le pedimos a Dios, insistimos en querer hacerlo todo por nuestras fuerzas, y es por eso que en Emaús tratamos de enseñarle a la gente cómo el resucitado vive en uno, pero eso no es fácil”.
Y efectivamente, Graciano subraya en que la vida del cristiano hoy día no es fácil, ya que aceptar la conversión de vida se hace pesado tanto para quien lo decide como para quienes le rodean: “El día a día trata de alejarnos del Señor, y ser cristiano, ser testigo del Evangelio y llevarlo con nosotros no es fácil, porque no es fácil ser misericordiosos, y estamos llamados a que se vea en nosotros a una mujer y a un hombre diferentes, que estamos aquí para servir, porque ese es nuestro llamado, incluso, amar y servir al que no nos corresponde”.