La neuroarquitectura promueve el bienestar y mejora la calidad del sueño
Nada debería sorprender cuando se trata del mundo de la moda y la decoración. Hace unos días me ‘topé’ con la neuroarquitectura, una disciplina que combina principios de la arquitectura y las neurociencias para diseñar espacios que favorezcan el bienestar, la productividad y las emociones positivas de las personas.
Según la ciencia, se basa en el estudio de cómo los entornos construidos afectan el cerebro y el comportamiento humano, utilizando evidencia científica para crear ambientes que optimicen la salud y el rendimiento.
Elementos clave
Iluminación natural: Los espacios iluminados de manera natural crean un ambiente más acogedor en comparación con aquellos que dependen completamente de la luz artificial.
La elección de colores: Por ejemplo, tonos azules y verdes favorecen la calma, mientras que la paleta de rojos puede aumentar la energía o la alerta.
Distribución en el espacio: Por ejemplo, un diseño simple y ordenado puede reducir el estrés y fomentar la eficiencia.
Elementos naturales (biofilia): incorporar elementos naturales como plantas, agua y materiales orgánicos (madera, piedra) incrementa la sensación de bienestar y calma, gracias a nuestra conexión innata con la naturaleza.
Sonidos: Un espacio ruidoso puede generar estrés, mientras que uno con sonidos agradables (música suave, sonidos naturales, etc.) favorece un ambiente más relajante.
Diseño de formas arquitectónicas: las formas y ángulos de los edificios influyen en nuestra percepción emocional del espacio. Los espacios rectangulares suelen percibirse como más abiertos y menos opresivos que los cuadrados, que pueden generar una sensación de confinamiento.
Altura del techo: un techo alto genera una sensación de apertura y favorece la creatividad, mientras que un techo bajo puede hacer que el espacio se sienta más cerrado.