Cheska de origen español enfrentó vicisitudes y no se rindió, lo que la impulsó aun más a levantar negocios como Morrofino

Las historias detrás del éxito suelen ser mucho más increíbles de lo que imaginamos, porque el camino que se recorrió no fue fácil. Y eso lo sabe muy bien la española Cheska Alcántara. Su emprendedurismo ha sido una lucha diaria y constante en las que muchas veces perdió, más no tiró la toalla. Su primer restaurante estaba ubicado en el Naco, pero le fue fatal, así lo describe. “¿Sabes qué pasa?, que soy poco de tirar la toalla. Me tengo que demostrar que realmente lo he hecho todo”, aseguró Cheska.


De allí, se juntó con dos socios y se fue para el área del Malecón.“Es una historia triste, porque allí me quedé sin nada”. Cheska estaba tan mal de la depresión que empezó a hacer croquetas. “No tenía dinero y me iba caminando, de la Ciudad Colonial a Piantini, con croquetas congeladas, porque no tenía dinero para un carrito (transporte público)”, compartió con elCaribe. Las vendía todas. Luego empezó a comercializarlas en supermercados y restaurantes, “toda esa gente te paga a los tres meses, en conclusión, cuando a mí me pagaban ya lo debía todo”.

En su recorrido parecía que el éxito en los negocios estaba muy lejos de que Cheska lo alcanzara. Sin embargo, todo cambió cuando le ofrecieron un papel de actriz donde le pagaron muy bien.

Una mujer persistente y fuerte

“Salí una noche en noviembre del 2017 y me contrataron para una película; me pagaron muy bien. También me escogieron para trabajos en una ONG y, de golpe, levanté un bar en el Parque Rosado que se llama Los Navarricos. Fue mi gran éxito”. Detrás de su historia también están los restaurantes La Cocina de Cheska, L’Azotea y Morrofino, este último desde hace aproximadamente dos años.

Restaurante Morrofino de Cheska
Restaurante Morrofino de Cheska



Comprende que ha pasado por muchas vicisitudes, de lo cual ha aprendido mucho en este país, hasta tener una clientela merecida que la respeta y se siente a gusto en esos espacios que recuerdan a España. Sus comensales representan el 98 % de dominicanos y un 2 % de extranjeros. “Ese 98 por ciento es dominicano y los prefiero mil veces”, dijo con mucha firmeza.

Morrofino

Según Cheska, en España la gente sale a desayunar un chocolate con churros, una tortilla española, o una tostada tumaca y jamón, y eso es lo que ella busca con Morrofino, ubicado en la Plaza España.

El restaurante Morrofino
El restaurante Morrofino



El lugar que eligió es la Zona Colonial, porque es como en España, “la gente pasea y entra a los bares y no necesita que alguien le diga: “vete a este sitio”. Vas paseando y puedes entrar a cualquier bar”.

España es muy de tradiciones. “Puedes inventar mucho en la cocina, pero la tradicional siempre vuelve. Pretendo que haya calidad y buen servicio; y de que la gente quede encantada, de eso me encargo yo”, expresó.

“Todas las recetas que se preparan son caseras; han pasado por años. No invento mucho con la comida; sé cómo hacía las lentejas mi abuela, y quiero que sepan así”, resaltó Cheska.

Tortilla española
Tortilla española



El país que vio nacer a Cheska es muy rico gastronómicamente, donde cada región se caracteriza con platos. “Vas al norte y están los caldos; en Galicia, los mariscos; en Valencia, el arroz y en mi zona (Salamanca) es todo embutido. Mi tierra es de cerdos y corderos”.

“Morrofino es un nombre que describe muy bien mi tierra de Salamanca. Morro es ocico. Quería hacer de este un mesón español; como una taberna, sin mucha decoración de platos, en el que tú puedas venir con unos amigos a compartir unas raciones, beberte una botella de vino, unas cervezas, reírte un rato y con un buen precio”, explicó.

Los platos que más vende Cheska

“Yo hago las mejores croquetas… los callos madrileños (mondongo), el ossobuco y rabo de toro, son mis platos potentes”. A Cheska le enorgullece mucho que “cuando alguien piense en callos, en croquetas… que piensen en mí y vengan donde Cheska; para mí es un gran honor”.

¿Por qué elige RD?

Cheska iba y venía de España a República Dominicana porque trabajaba con el rector de la Universidad Politécnica de Madrid. Hasta que decidió quedarse del 91 al 97, enamorada de las bellezas de República Dominicana, en especial de Puerto Plata. Decidió tener un bar en el Malecón de la Novia del Atlántico. Se casó con un dominicano con quien tuvo un hijo, pero se fue a España en 1997. No obstante, el paisaje, el calor y la gente, eran parte de su vida, por lo que en 2013 arregló sus maletas y regresó. “Me aburría España, y este país siempre me había encantado. Me encanta que la gente sea tan alegre”, expresó Cheska sobre su amor por el país.

“España en un bocado” en el Morrofino

Cheska en sus propuestas gastronómicas se enfoca en lo tradicional, y en proporcionar un ambiente que cuando el comensal llegue sienta que está en España. Entre sus apuestas de Morrofino figuran: caldereta de cordero, fabada,  crema de auyama, chistorra de Navarra, morcilla de Burgos, paella, croquetas, los callos madrileños, mondongo, el osobuco y rabo de toro.

Posted in Estilo, GastronomíaEtiquetas

Más de gente

Más leídas de gente

Las Más leídas