En la prensa se observa vacilación respecto al modo de escribir este sustantivo: «El Atlético de Madrid bailará con la “Cenicienta” de la Liga de Campeones», «Venezuela, que por ese entonces era conocida como la “Cenicienta” de Sudamérica, no representaba ningún peligro» o «La actividad agropecuaria es “la cenicienta” de las finanzas públicas».Aunque el nombre propio del personaje del cuento clásico se escribe con inicial mayúscula, esto es, Cenicienta, esta palabra ha pasado a emplearse como sustantivo común para referirse a toda ‘persona o cosa injustamente postergada o menospreciada’. Así se aprecia en el Diccionario de la lengua española, que recoge cenicienta en minúscula y sin comillas.
Esta definición se emplea, por extensión, para aludir al rival —ya sea un deportista o un equipo— considerado más fácil de un grupo, un sorteo, un bombo… Se trata de un deslizamiento semántico asentado y natural, con el que se hace hincapié no tanto en el menosprecio, sino en el rasgo de debilidad de la Cenicienta y, por extensión, del contrincante.
Así pues, en los ejemplos iniciales lo recomendable habría sido escribir «El Atlético de Madrid bailará con la cenicienta de la Liga de Campeones», «Venezuela, que por ese entonces era conocida como la cenicienta de Sudamérica, no representaba ningún peligro» y «La actividad agropecuaria es la cenicienta de las finanzas públicas».
Este proceso de pasar de emplear un nombre propio a usarlo como común denotando clases de seres que comparten unas propiedades se aprecia asimismo en ser un judas, un quijote, una celestina, un casanova o un donjuán, según indica la Ortografía de la lengua española.