Entidades adoptaron un sistema nuevo de trabajo, y los colaboradores improvisaron sus oficinas en casa
Días atrás una amiga me invitó a escuchar una charla sobre proyecto de vida e inmediatamente dije que sí. Al entrar al link y disfrutar del primer encuentro, descubrí un interesante camino hacia el conocimiento, a través de un ciclo de webinarios llamados Yo aprendo con AFP Popular, que luego de varias secciones puedo indicar que han tenido un impacto positivo en el ámbito emocional después de vivir una época de dificultades por la COVID-19.
He escuchado acerca de “Cambios necesarios en el modelo de Liderazgo”, impartida por Jesús V. Izquierdo; “Cambios y paradigmas que nos van a hacer mirar la vida de una manera distinta”, Pilar Sordo; “Cinco pasos para salir de las deudas”, Diego Sosa; “Proyecto de vida: Quién soy y a dónde voy?”, Camila Hasbún; “Metodología agile para organizaciones disruptivas”, David Pérez; y “¿Cómo ser protagonista de mi futuro sabiendo que no puedo controlarlo todo?”, Felipe Rodríguez.
Me imaginé el trabajo de coordinación que conlleva establecer contacto con los ponentes, elegir los temas, convocar a las personas y el manejo en vivo de este tipo de actividades.
Contacté a Adela Báez, gerente de la División de Negocios de AFP Popular, quien es la persona que ha estado a cargo de la organización de este ciclo, para abordarla acerca de la Responsabilidad Social Empresarial (RSE).
Báez indica que “en nuestros días, la responsabilidad social empresarial es inherente a la empresa y constituye una forma de gestión y de hacer negocios, en la cual la empresa se ocupa de que sus operaciones sean sustentables en lo económico, social y medioambiental, reconociendo los intereses de los distintos grupos con los que se relaciona y buscando la preservación del medioambiente y la sustentabilidad de las generaciones futuras”.
Los conversatorios iniciaron en plena pandemia, en el mes de julio de 2020, y al ver la cantidad de inscripciones y los que atendieron a la convocatoria, el equipo de AFP Popular entendió que debía aportar al crecimiento profesional y humano de las personas interesadas en mantener su formación técnico-profesional, así como disponer de un canal de comunicación a través del cual pudieran entender cómo enfrentar una situación nueva como la causada por la COVID-19.
La gerente expresó que justo en medio del toque de queda y el confinamiento en su etapa más cruda, empezaron a pensar cómo, desde la posición de empresa socialmente responsable, podían aportar en la parte emocional de los empleados que se encontraban en sus hogares a la espera de noticias alentadoras.
En ese momento pensaron en continuar con la formación académica de sus equipos de labores a través de las plataformas digitales que se facilitaron como Zoom. Iniciaron a lo interno y, de inmediato, incluyeron a los clientes externos, lo cual fue muy bien acogido con una participación que realmente superó las expectativas.
“Entendemos que para que la sociedad avance, los ciudadanos debemos tener un conocimiento profundo del medio que nos rodea y establecer así una relación participativa y consciente con el entorno que permita asumir de manera crítica su rol en el desarrollo de la sociedad. Desde esta posición, y a sabiendas de que los seres humanos tenemos la necesidad constante de comprender nuestra realidad e indagar sobre esta, los motivamos a través de preguntas que puedan promover el conocimiento y la curiosidad. Además, los facilitadores nos ayudan a fomentar la autonomía en la búsqueda de estos saberes a través de argumentos que se van hilando conferencia tras conferencia”, argumentó Báez.
Respecto al cambio que han tenido las organizaciones luego de la pandemia, Báez externa que actualmente nos encontramos en un momento de transición, ya que se tuvo que adoptar un sistema de aprendizaje acelerado, donde hubo que improvisar oficinas en los hogares y de manera ágil adoptar nuevas tecnologías que permitieran dar continuidad al negocio.
Luego de un año, se inició el retorno a las oficinas con la realidad de que estrategias de negocio que estaban en marcha a principios del año 2020 debieron ser desechadas por completo o ser cambiadas para adaptarse y satisfacer necesidades inmediatas, a la vez que se impuso la visión de mediano y largo plazo en un entorno económico totalmente disruptivo e incierto. Sabían que la transformación digital, a nivel general, era una realidad que llegaría, pero no de forma tan abrupta que obligara a las empresas, sin importar el tamaño, a reinventarse o simplemente desaparecer.
Báez concluyó explicando que “a través de la historia, podemos ver que las personas en crisis sacamos lo mejor de nosotros, pero no imaginábamos que la gratitud de los participantes sería parte importante de esta iniciativa por los conocimientos que les permiten adaptarse a un entorno totalmente nuevo y nos es sumamente gratificante cuando recibimos los comentarios de personas que nos dicen: gracias a ustedes logré salir de un estado de inercia y tener opciones para reenfocar mis energías”.