Hay una serie de hábitos y comportamientos que adoptamos, que se convierten en agentes que menoscaban nuestra salud y nuestro equilibrio.También llamados “ladrones de energía”, se trata de acciones que nos roban nuestra fuerza, tanto mental como física, desviándola hacia preocupaciones y estados completamente inútiles o de estrés, que no nos aportan nada y nos hacen sentir mal y decaídos.
Muchas personas han convertido en hábito el hecho de quejarse por prácticamente de todo. Cualquier razón o pretexto es suficiente para proferir la queja o el grado de insatisfacción ante algo o alguien. El desenlace de esta cadena de quejas es que acabamos, inconscientemente, centrando una gran parte de nuestra energía en localizar nuestro siguiente motivo de queja, algo que nos reporta pocas satisfacciones, lógicamente.
Así, preocuparse sin motivo provoca mucho mal. Adelantarse a los acontecimientos y añadir todo el abanico de posibilidades o consecuencias que nos puede dar una situación solo añade estrés y ansiedad completamente innecesarios. Cuando algo no ha sucedido todavía no tenemos por qué gastar tanta energía en preocuparnos, puesto que es probable que esos efectos negativos finalmente no ocurran o no salgan como nosotros pensamos. Lo mejor, es centrarse en lo que sucede en el momento y enfrentarse a esas consecuencias cuando lleguen -si es que finalmente llegan-.
Hay muchas personas que, ya sea por hacer sentir bien a los demás, por miedo al rechazo, no tienen el valor de decir “no” y acaban con una torre infinita de tareas que les acarrea un gran cansancio, tanto físico como mental; pero, tu tiempo, es igual de valioso que el de los demás, por lo que deberías asegurarte de tener tiempo para ti, tus aficiones y tu familia. Igual de importante es descansar. A pesar del ritmo de nuestra sociedad actual hay que hacer también del descanso un hábito saludable.
Los sentimientos de rencor y odio consumen nuestra energía, lenta pero incansablemente. De hecho, si no nos libramos de ellos con los años pueden acabar desencadenando enfermedades, pues no olvidemos lo importante que es la salud mental. Con ello, hay que ser resueltos, pasar página y tomar las decisiones pertinentes. Si nos equivocamos, debemos recordar siempre que nuestros errores forman parte del aprendizaje y cimentan la persona en la que nos convertimos.
El desorden continuo obstaculiza tu equilibrio, ya que el caos de tu hogar te obligará, por una parte, a invertir un precioso tiempo buscando aquello que deseas localizar y, por otro, tu cerebro permanecerá en un estado de incertidumbre todo el tiempo. Esta desorganización implicará un cansancio extra cuando llegue el final del día. De ahí que sea recomendable que nuestro hogar esté limpio y ordenado para que todo fluya.