Su destitución coincide con el robo del boceto de Iván Tovar, mientras ella estaba ausente. Las sospechas no apuntan hacia ella
Elizabeth Hazim laboró en el Museo de las Casas Reales unos 8,030 días, o lo que es lo mismo, 22 años de su vida, que debe andar por los inicios de los 50. A su entrada a esa institución, en el año 2000, el secretario de estado de Cultura era Tony Raful. Elizabeth es una persona admirada y querida no solo por la mayoría de quienes trabajaron con ella todos estos años, sino por muchas personalidades de la cultura.
El pasado miércoles 13 de abril del 2022, de Semana Santa, Elizabeth se encontraba con su familia en un apartamento en Juan Dolio, cuando recibe una llamada de la directora de Recursos Humanos del Ministerio de Cultura convocándola a una reunión. Explica dónde se encuentra y le dicen que pase el lunes.
El lunes 18, hace una semana, a las 9:00 de la mañana fue a Recursos Humanos donde fue recibida por la directora quien sin mediar palabra le entregó un sobre con una carta fechada el 13 de abril y entonces le espeta: “Recibí instrucciones de entregarte la destitución”. Elizabeth pidió que le dieran razones. Pero a la directora de recursos humanos no se lo habían informado.
“Cuando leo la destitución y veo que está firmada por ella, le digo: ¿Ud. no cree que es lógico que quien me destituya sea la ministra, si quien me nombró como directora fue una ministra? ¡Máxime cuando todas las veces que me han ratificado ha sido firmado por un ministro! Cuando llegó Lantigua, cuando llegó José Antonio, todos… Doña Carmen fue la que me nombró directora, antes, durante 21 años fui subdirectora”, aclaró a elCaribe esta mujer que no oculta el dolor, y a duras penas aguanta las lágrimas.
Abogada, gestora cultural, Elizabeth Hazim tuvo “el privilegio y la suerte de superarse cada vez más en el arte”. Antes había trabajado con una prima que tenía una galería de arte llamada “Art Noveau” tanto en Maracaibo como en Miami. Es decir, no es una improvisada.
El robo del boceto
“El lunes cuando me entregan la destitución me toca ir al museo a darle la noticia a los empleados. Llegué a las 9:40; reúno en mi oficina a los de más confianza, les comunico. Fue una situación muy tensa, muy triste para todos, porque la mayoría de esos empleados llevan el mismo tiempo o más que yo en el museo”, narró Elizabeth. “A eso de la 1:00 de la tarde, la curadora -hubo falta, hubo dejadez ahí- me dice ‘se llevaron un cuadro de la sala’. Digo yo: ‘¿¡quéééé!?’. ‘Sí, el miércoles se llevaron un cuadro de la sala’. ‘¿Tú me quieres decir a mí, que a mí nadie me llamó, estando en contacto, yo incluso con el museo permanente, para decirme que se llevaron un cuadro?’ Inmediatamente -ni me paré- agarré el teléfono y llamé a la Dirección de Seguridad de Cultura, al coronel Edgar, y le dije: ‘Mire, Edgar, se llevaron un cuadro. Me acabo de enterar ahora. ‘El boceto se desapareció el miércoles…’, le dije. Puedes creer que no pasó nada”, expresó la exdirectora del Museo de las Casas Reales.
“Al otro día, ya que yo no estaba, entonces sí se apareció la seguridad de Cultura. No se puso una querella en la policía, que fue lo que yo les dije que hicieran inmediatamente. Yo dije yo no puedo -ya destituida- no puedo ir a la policía a poner una querella o una denuncia. La tenía que poner una autoridad de Cultura. Pero ellos no la pusieron”, manifestó extrañada.
“Finalmente, el DICRIM intervino porque el mismo día que fueron del Ministerio de Cultura a hacer el levantamiento, se filtró un video del museo, de la sala, donde dicen que ahí fue que pusieron mi nombre. “Roban importante boceto del Museo de las Casas Reales, de Iván Tovar, valorado en 200 mil dólares”. Lo cual es falso porque ese boceto no tiene valor económico, aunque sí valor sentimental, digámoslo así. Sí hubo una obra de Tovar que se vendió en 200 mil. Se filtra ese video y me doy cuenta que obviamente ese video lo tomó alguien del museo cuando la sala estaba completamente vacía. Pasan el video y se ve el hueco que falta una obra”, explicó la experta. Que explica que en el texto decía que no se habían notificado todavía a las autoridades policiales. Y ahí sí “al otro día es que el Dicrim entra”.
Elizabeth se extraña de que no la han llamado. “Nadie, ni la policía, ni me ha interrogado la seguridad de Cultura, aunque sí me llamó y me dijo Edgar que le daba la impresión de que el tema del robo era para hacerme daño”.
Elizabeth: “Dejé mi vida en el museo”
Elizabeth Hazim cuenta que hace unos meses, en el 2021, comenzó una campaña en las redes de tres empleados destituidos durante la gestión de doña Carmen Heredia, quienes se dedicaron a hablar mal de Elizabeth. “Esos y dos que están en el museo. Sí sé -y la verdad la tengo que decir- que es el señor Alberto Roger, que la semana antes de destituirme hizo una llamada -según me dijo el viceministro Gamal Michelén-, para quejarse de que yo le había hablado mal a un empleado”.
Elizabeth barrunta que se trata de Edgardo Sepúlveda, profesor guía de museo, un señor con muchos años en el museo y está de pensión, quien se altera mucho. Cuenta que él estaba en el área de la cocina vociferando, peleando, porque no había parqueo, ya que se le había otorgado a la gente de la actividad de Tovar. “Traté de calmarlo, él dio unos golpes en una silla y cuando comenzó a gritar y alterarse le di la espalda y me fui”. Considera que han sido muy tolerantes con él por su condición. “Obviamente cuando tienes que ser fuerte con un empleado cuando tienes que serlo, y muchas veces no quieren aceptar ni reglas ni normas. Pero nunca habían estado tan cómodos como estaban ahora. Toda esa campaña de ‘maltrato’ viene de una persona”, asegura. Una persona a la cual no le quiere poner nombre.
Elizabeth caía mal cuando alguien quería hacer algo que afectaba la integridad del museo y ella no lo permitía. Está consciente de que estaba ahí “para proteger el patrimonio del museo que es Patrimonio de la Humanidad. Estaba ahí para cuidar eso. Los últimos meses me pidieron hacer cosas a las cuales me negué”, asegura.
Niega que detrás de los sucesos existan intereses económicos, pues “el museo no representa un interés para nadie. Sí se está hablando de que los museos van a ser autofinanciados. Antes de la pandemia el museo recaudaba unos 600 mil pesos o más en época mala a nivel de turismo. Ese dinero iba a la cuenta única del Ministerio de Cultura”.
Los pesares de Elizabeth
Entre sus pesares Elizabeth Hazim enumera, en primer lugar “la humillación. El mismo día que me entregaron la carta había militares esperándome. Me pusieron dos militares en el carro y dos militares en la puerta principal. Sería para que yo no me robara nada. No sé. Nunca me dijeron. La impotencia de saber que mienten. El enterarse por una tercera persona de que la ministra decía que le había faltado el respeto a Carlos Andújar. Y que Gamal fue el que me mandó a cancelar. Por primera vez en mi vida ver mi nombre en las redes. Mis hijos. Mi esposo. La memoria de mi padre (solloza). El hecho de que tenía 22 años en la administración pública, y quería cerrar mi capítulo a los 25 para poder pensionarme. Tenía grandes proyectos en el museo también, muy importantes… No recibir una llamada de nadie, ni de Milagros ni nadie. Cuando pasa con un funcionario público de tantos años como es el mío, debe haber preocupación de las autoridades. Nada. Yo sé que no es culpa del presidente. Sí me ha afectado muchísimo. Dejé mi vida en el museo. Es inmerecido. Que no te llamen, y mentir, decir que me habían llamado, cuando no tengo ni una amonestación ni una llamada. ¿Quién me debió de entregar esa carta? Gamal o la ministra”.
Elizabeth defendía a sus empleados, los quería. “Es imposible que se quejaran de mí. De hecho cuando se dijo que habían quejas, exigieron que se dieran nombres”.
Las medidas de seguridad
La seguridad se maneja a través del departamento correspondiente del Ministerio de Cultura y lo que tienen asignados son un guardia de día y uno de noche, no en la entrada principal, sino en el área de la cocina.
El museo no cuenta con cámaras porque el sistema eléctrico es precario y debe contar con un sistema eficiente, que no falle, con planta eléctrica. Y a cada rato se va la luz. La propia Elizabeth mandó a hacer diagnósticos de la estructura y recomendó poner videos. A lo mejor en el futuro lo hacen. “¡En 22 años nunca hubo un solo robo en el Museo de las Casas Reales, y mire que ahí hay piezas valiosas! ¡Nunca hubo un robo! ¿Por qué ahora?”, se pregunta.
La interrogante de Elizabeth debe retumbar como un mantra o quizás como un gong budista ante la puerta del Ministerio de Cultura cada día. ¿Por qué ahora?
Nota de prensa del jueves sobre el robo
“Ante las informaciones acerca de la desaparición de una obra del Museo de las Casas Reales, este ministerio tiene el deber de comunicar que este hecho se encuentra bajo investigación policial, sin que, por el momento, se haya arrojado resultado o dato alguno de la misma, por lo que es preciso dejar que las investigaciones sigan su curso hasta que concluyan, sin extraer conclusiones inculpatorias previas”.
“Lamentamos la desaparición de esta obra, un dibujo de pequeño formato de lápiz sobre papel del pintor Iván Tovar, perteneciente a una colección privada, a la vez que seguimos atentos el desarrollo de las investigaciones, en espera de que el dibujo extraviado sea recuperado y el/los responsable/s de este hecho responda/n por el mismo, ateniéndose a las consecuencias que de él se deriven.
Finalmente, queremos aclarar que a raíz de este hecho aún no se ha tomado ninguna decisión administrativa o movimiento de personal. De ser necesario, esto se hará al concluir las investigaciones”.
Nota de prensa de Elizabeth Hazim “A la Opinión pública”
Ante las informaciones malintencionadas e incorrectas emitidas por varias vías sobre mi salida del Museo de las Casas Reales, me siento en la obligación de pronunciarme públicamente para aclarar lo sucedido:
Por más de 22 años dediqué mi vida al Museo de las Casas Reales, labor que ejercí con entusiasmo, profesionalismo, entrega, dedicación y mucho amor. De la cual obtuve grandes satisfacciones personales y profesionales, ya que me permitió colaborar con competentes y apasionadas personas en todos los ámbitos de la cultura, pero sobre todo, de trabajar de la mano de un equipo de colaboradores que, al igual que yo, asumimos con entereza la responsabilidad de protegerla con el orgullo de que la misma no era una simple edificación, sino un símbolo de nuestra Historia Cultural y Patrimonio de la Humanidad.
Durante el feriado de Semana Santa recibí la llamada de la Dirección de Recursos Humanos para que pasar en horas de la tarde a una reunión sin informarme el motivo de la misma. Al estar fuera de la ciudad, se acordó que debía pasar el lunes siguiente para llevar a cabo la misma, lo cual hice. Es en dicha reunión que recibo de manos de la Directora de Recursos Humanos la carta de destitución. Ante la sorpresa de recibir una misiva fría y simple dando por terminada una trayectoria de 22 años de entrega, procedí a solicitarle las explicaciones de lugar, con la respuesta de que no tenía conocimiento de cuales eran las posibles causales de la misma.
A través de un tercero se me informa que la decisión tomada por la Ministra de Cultura de prescindir de mi servicio se llevó a cabo bajo “supuestos” argumentos de que se habían recibido quejas de parte de algunos colaboradores insinuando situaciones de maltrato que involucran mi persona. Alegatos carentes de cualquier prueba, nombres o sin previa notificación, al ser los mismos colaboradores y equipo de trabajo los que hoy exigen se den a conocer cuales son esas quejas y los emisarios de las mismas.
El proceso llevado a cabo para notificarme se realizó violentando mi derecho a la dignidad, al trabajo y al honor consagrados tanto en la Constitución, como en la Ley de Función Pública No. 41-08 referente a la permanencia del servidor público cuando su desempeño se ajuste a la eficiencia, la ética y la disciplina, actitudes que siempre enarbolé mientras tuve el honor de servir a mi país.
Recibí la carta de desvinculación sin una evaluación de desempeño, ignorando el cumplimiento del debido proceso, sin amonestaciones, quejas o llamados de atención previa, peor aún, carente de justificaciones válidas o probadas. Un trato injusto e inmerecible para cualquiera que haya servido durante tantos años como lo hice yo.
Durante mi gestión me esforcé por vigilar y salvaguardar los intereses, valores, bienes, equipos e infraestructura de un hermoso tesoro universal.
En el ejercicio de mis funciones, ante la responsabilidad depositada sobre nosotros para la custodia de dicho bien, siempre nos amparamos en las normas y protocolos establecidas para su preservación por la Administración de Patrimonio Cultural, para ser cumplidas sin excepción de personas, aplicadas a todos los usuarios sin miramiento, jerarquía o lugar de proveniencia.
Estoy consciente de que, en el ejercicio de mis funciones, me convertí en piedra de tropiezo para muchos que no poseen la sensibilidad, el debido respeto o consciencia del invaluable valor de un Monumento Histórico como es el Museo de las Casas Reales.
Sin embargo, no me arrepiento de ninguna de las decisiones tomadas o acciones emprendidas para evitar la enagenación de un Patrimonio arquitectónico, histórico y cultural de nuestro país y del mundo. Mi ejecución siempre tuvo como prioridad salvaguardar el bien público, promover los valores culturales y crear un ambiente laboral armonioso. Accionar que volvería a realizar con el mismo compromiso e integridad que me ha caracterizado y que forma parte de los valores familiares que en memoria de quienes me prescedieron, asumo con orgullo y que son inquebrantables.
Al día de hoy no he recibido respuesta formal de las razones que motivaron mi destitución. No he recibido ni una llamada o invitada a participar en un encuentro donde se me proporcionen las razones que motivaron mi salida, negándome la posibilidad de cumplir con los años de trabajo necesarios para recibir lo que me corresponde como pensión al cumplir 25 años de labor en el Estado.
Ante la injusticia y las falsas informaciones divulgadas sobre mi persona, me siento tranquila y altamente satisfecha de haber servido con honradez, transparencia y alto sentido de compromiso a una institución que aprecio profundamente. Poseo una inmensa gratitud para con todos aquellos, colaboradores, superiores, entidades público y privadas, artistas y apasionados de la cultura, que durante todos estos años me brindaron su asistencia, conocimientos, ayuda desinteresada y cariño.
La desagradable situación no merma mi admiración, estima, respeto y apoyo incondicional para el Presidente Luis Abinader, la Primera Dama Raquel Arbaje y mi querido Partido Revolucionario Moderno.
Elizabeth Hazim