República Dominicana encara graves retos, que no son solamente económicos, políticos ni sociales. Son culturales, y sistemáticamente son echados a un lado, ante el desconocimiento de sus esencias por la mayoría de los políticos y los tecnócratas.
Este país está en riesgo de desaparecer. Lo he escrito y lo he dicho muchas veces. Es uno de los países del mundo que más erosión recibe diariamente sobre su cultura. Puede llegar el momento en que sea tarde para reaccionar. Nadie pensaba que la Unión Soviética -que era una potencia mundial- podría desaparecer. Y desapareció.
Primero: República Dominicana comparte isla -frontera endeble de por medio-, con un país de una cultura demasiado fuerte y una intelectualidad de poderosa formación académica y gran influencia en los lobbys mundiales: Haití.
Segundo: el exceso de permisividad como parte de la libertad de expresión, se ha fusionado con la ignorancia y la falta de cultura en una población, sobre todo joven, donde mayoritariamente se perdieron los sellos éticos que impedían la desfachatez, la indolencia, la falta de vergüenza, la inmoralidad y la imposición de códigos degradantes e inhumanos.
Tercero: la familia dominicana está en peligro no porque las nanas y trabajadoras domésticas sean haitianas. Sino porque fuerzas muy poderosas -las mismas que proponen la cacareada unificación de ambos países- y que apuntan hacia la extrapolación de la ideología de género y la cultura de la cancelación (algunas de sus manifestaciones pudieron verse en la recién terminada Feria Internacional del Libro), envenenan a los niños desde muchos de los comics o filmes de Disney.
Cuarto: “No hay cultura que pueda sobrevivir con un crecimiento demográfico inferior al 2.5%. La tasa actual de República Dominicana es del 2.3% y aún se puede reaccionar. A partir del 2% no hay ninguna esperanza” (César Vidal, escritor español).
Quinto: las autoridades -en primer lugar las autoridades culturales- no tienen capacidad de respuesta ante esta tormenta perfecta que se está estructurando.
Sexto: mirar a otra parte no nos va a salvar. (¿Continuamos?).