El 15 de febrero del año 1970 se registró el mayor desastre aéreo en la historia de la aviación dominicana, suceso que conmocionó el país marcando toda la década. La tragedia comenzó cuando el Avión DC-9, de la compañía Dominicana de Aviación (CDA), cayó al mar, cerca de Cabo Caucedo, con 102 personas a bordo

Primera parte
Al conmemorarse el 53 aniversario de esta tragedia, la Zona Retro de esta semana rememora los acontecimientos suscitados en el Mar Caribe, que consternó a todo el territorio nacional y la esfera pública internacional, con la muerte de varias figuras de mucha relevancia social, como: el campeón mundial de boxeo Carlos Teófilo Rosario Cruz (Teo Cruz), la familia del general Antonio Imbert Barrera, entre otros.

Según informaciones publicadas en el periódico El Caribe, a la fecha de 16 de febrero de 1970, el avión cayó al mar frente a la pista, justo a dos minutos de vuelo desde el aeropuerto. Otros informes indican que luego de caer al mar, flotó durante varios minutos.

Búsqueda intensiva

Unidades de la Marina de Guerra, de la Fuerza Aérea Dominicana, de los Bomberos Civiles y de la Defensa Civil participaron en la búsqueda de los restos del avión de la aerolínea estatal, de igual manera, el Club Náutico de Santo Domingo facilitando cinco lanchas.

En este sentido, un avión de la Fuerza

Aérea de los Estados Unidos había llegado desde Puerto Rico para lanzar luces de bengala sobre la zona del siniestro.

Más adelante, como a las 11:45 de esa noche, el comodoro Ramón Emilio Jiménez Reyes, jefe de la Marina, había informado que la lancha nombrada Sonia, del Club Náutico, había avistado un cadáver mutilado y que intentaba recuperarlo.

Reconocidos del siniestro

Entre las personas desaparecidas en el accidente aéreo se encontraban la señora Guarina Tessón de Imbert Barrera, esposa del general Antonio Imbert Barrera: la hija de ambos, Leslie, y la hermana del oficial de alto mando, Aida Imbert viuda Domínguez.

También se encontraba a bordo el ex campeón mundial de boxeo, dominicano, Carlos Teo Cruz, junto a su esposa, Mildred, y su hijo Carlos, de cuatro años.

Entre la multitud perdida se hallaba, además, el maestro ajedrecista Hugo Maiers, nacionalizado dominicano, quien para ese entonces residía en Puerto Rico, ciudad donde la nave finalizaría su viaje. En total eran 102 personas las que viajaban, de las cuales 53 eran norteamericanos (45 puertorriqueñas), 42 dominicanos, 2 peruanos, 2 cubanos y 1 belga.

En cuanto a la tripulación del avión, estuvo formada por el capitán Eduardo Tomeu, quien tenía de copiloto a José Núñez, ambos de origen cubano. Para ese entonces, Tomeu era considerado el mejor piloto de la CDA. Como sobrecargos servían Carlos Antonio Pepén, Daisy Peña y Sandra García.

Ultimo contacto con la nave

En la torre de control del aeropuerto de Las Américas se había informado que el jet de CDA había despegado con destino a Puerto Rico, y que a los pocos minutos el capitán habló para “pedir pista” por fallas en un motor.

Según una nota de El Caribe, se había informado que la torre de control había ordenado a un aparato de Iberia; que se preparaba en ese momento para levantar vuelo, que despejara la pista, para permitir el aterrizaje del avión de CDA. Lo que no pudo ser posible porque se perdió la comunicación con la nave aérea y fue imposible restablecerla.

Pepén no estaba previsto a viajar en la tripulación designada a esa nave pero su compañero, José Henríquez, el seleccionado, no pudo hacerlo debido a un quebranto. Al regresar al mediodía de San Juan, Pepén se ofreció voluntariamente a reemplazarlo.

Continuará.

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