El 19 de marzo de 1844 se llevó a cabo en el país el primer enfrentamiento que puso en jaque la libertad de la nación recién proclamada, cuando el presidente haitiano, Charles Hérard, ordenó a su ejército de más de 30,000 hombres penetrar por tres frentes la nación dominicana para obtener el control del país
Al conmemorarse un aniversario más de la batalla liderada por Pedro Santana y Antonio Duvergé, la Zona Retro de esta semana rememora los acontecimientos suscitados en defensa de la soberanía nacional mediante un reportaje especial.
Primeros enfrentamientos
En el paraje Las Cabezas de las Marías, cerca de Neiba, el día 13, se había suscitado el primer encuentro entre los haitianos y las avanzadas dominicanas de Fernando Tavera. Para ese entonces el coronel Nicolás Mañón ya había disparado el primer tiro en la Fuente del Rodeo, donde la República había recibido su “verdadero bautizo de sangre”.
Cuatro días después, el 17, el coronel Augusto Broard en las Hicoteas, con los regimientos 20 y 21 que se hallaban en Las Barbacoas, derrotan las tropas improvisadas de Vicente Noble y del coronel Manuel Lora, ocupando militarmente a Neiba.
Mientras el coronel Luis Álvarez intentaba cerrar el paso a los invasores en San Juan de la Maguana, es arrollado por un enemigo que lo superaba en cantidad de hombres y recursos de todo tipo. El 18, el comandante Lucas Díaz es obligado a retroceder en el Paso de la Jura y replegarse en Azua. Mientras el Ejército dominicano se preparaba para la resistencia.
Para el día 19, las fuerzas de Hérard, reforzadas por las tropas del general Soufrant, se desplegaban en tres columnas que avanzaban por los tres caminos que conducían a Azua, donde se ubicaban blindados los dominicanos.
El primero estaba al mando del General Pierret con 10,000 hombres, que entrarían por el norte y tomarían las ciudades de Santiago y Puerto Plata. El segundo estaba dirigido por el propio Hérard y pretendía tomar Azua y San Juan, y el tercero, dirigido por Souffront, entraría por Neiba.
Por su parte, las tropas dominicanas se conformaban de la siguiente manera: la columna que defendía en San Juan estaba comandada por Francisco Soñé y por el teniente José del Carmen García. La tropa enemiga que intentaba abrirse paso por el camino de Los Conucos retrocedía ante las descargas de la fusilería de Matías de Vargas, Feliciano Martínez, José Leger y Nicolás Mañón; y la otra seguía marchando forzadamente por el camino de El Barro quienes fueron abatidos por Antonio Duvergé y otros patriotas.
En combate
Las tropas ubicadas en las inmediaciones del cementerio viejo de Azua, una de las puntas más expuestas a un ataque frontal del enemigo, se queda sin municiones. Pero de pronto. Duvergé, un guerrero experimentado e impetuoso, quien mantiene la defensa de esa posición, ordena la ofensiva con armas blancas, lo que obligó a los haitianos a retroceder ya que no resistieron.
Thomas Madiou, historiador haitiano, dice que en la batalla perecieron más de cincuenta oficiales y soldados entre los que mencionó al coronel Vincent y cita entre los heridos al coronel Jena Gilles.
Según Dorveles- Dorval, en la acción también murieron, el capitán de cazadores Alexandre y los oficiales Perpignan Rinchore, Brunet Brice y Ledeux.
Victoria para la soberanía
El triunfo obtenido por las tropas dominicanas en este primer enfrentamiento se debió más que a las mismas disposiciones militares de Santana, al heroísmo de los oficiales que le asistieron en la acción. Oficiales reconocidos como: Vicente Noble, Manuel Lora, Nicolás Mañón, Jean Esteban Ceara, José del Carmen García, Duvergé, y otros.
Pedro Santana, quien fue un terrateniente, hatero y militar, con el mando principal del Ejército que se enfrentó a las tropas haitianas. También se resalta el militar Antonio Duvergé, considerado como el padre de la estrategia ofensiva con un gran don de mando y alto sentido de la organización, lo que sirvió como el mayor apoyo y liderazgo en Azua, comandando las tropas que se enfrentaron en El Barro y junto a Francisco Soñé entrenó a jóvenes azuanos.
A parte de combatir, las tropas requerían de otras maniobras de combate, muchos se encargaban de las armas, como es el caso de Vicente Noble que fue comandante de la fusilería, Francisco Soñé y José del Carmen García manejaron dos cañones mientras que una fuerza de artillería fue comandada por Matías de Vargas, José Leger y Federico Martínez.
Post enfrentamiento
La noche del 19 al 20 de marzo, bajo los aires de victoria, Santana abandona la plaza de Azua. El 21 regresan las tropas de Herard a la ciudad. Solo encontró dos mujeres; una demente, y otra, de edad avanzada. Los haitianos saquearon todo lo que encontraron: víveres, azúcar, animales y algunas municiones olvidadas por los soldados en su retirada.
La población vuelve a sentirse preocupada, el temor, la confusión y la inquietud se propagan por toda la región sur, pero la moral del Ejército dominicano vuelve a levantarse cuando Duvergé vence a los haitianos el 13 de abril en los alrededores de El Memiso, situada en el camino que los invasores debían atravesar en su marcha hacia el cuartel general de Baní, donde Santana permanecía todavía inactivo con sus tropas seibanas, en espera de la ayuda de Saint-Denys.
Nuevamente en riesgo
Para algunos historiadores fue inexplicable la retirada de Santana de Azua con destino hacia Sabana Buey y poco después a Baní. Muchos consideran que esta decisión malogró la victoria obtenida y puso en peligro la independencia de la República.
El historiador Emiliano Tejera decía que Santana en los 12 años de guerra activa contra Haití, solo oyó los tiros dos veces: en Azua de donde se derrotó después de haber vencido, exponiendo la soberanía nacional, y en Las Carreras, en donde peleó con la retaguardia de un ejército en retirada.
Eustache Juchereau de Santi-Denys, cónsul francés en Santo Domingo, había enviado una carta el 17 de abril de 1844 al Ministro de Negocios Exteriores de Francia, Monsieur Francois Guizot, donde aseguraba que los dominicanos cometieron “una grave falta abandonando la Plaza de Azua a poca distancia del litoral de la Bahía de Ocoa”.
Aseguró también, que Azua era una posición ventajosa para “ser aprovisionada y revituallada por mar”, ya que no tenían armas, pues las que Sánchez y Vicente Celestino le habían pedido a Duarte en Curazao tardaban en llegar.
En este sentido, Saint-Denys señaló que Santana lo presionaba para obtener el “apoyo y la protección de Francia”.