Declarada por la Santa Sede con el título de “Capilla Menor” por su consagración al culto de la Virgen de la Altagracia.

Sin duda alguna la Basílica Catedral Nuestra Señora de la Altagracia, también conocida como la Basílica de Higüey, se ha convertido en la máxima representación del catolicismo dominicano. Cada año, miles de personas visitan la Basílica para demostrar su gratitud y devoción hacia la virgen de la Altagracia, y para presentarles sus ofrendas.

Desde su inauguración, el 21 de enero del 1971, la Basílica ha visto pasar por sus instalaciones a personas de todas las nacionalidades y clases sociales que acuden a ella para cumplirles sus promesas a la virgen. Pero este 2021 la COVID-19 no permitió que la tradición se expresara a plentitud.

Antecedente

A pesar de que fue entregada oficialmente por el Estado dominicano el 21 de enero del año 1971, el origen de la Basílica Nuestra Señora de la Altagracia se remonta a cientos de años atrás. De acuerdo con información recolectada de nuestra Central de Datos (OGM), fue en el año 1504 cuando Fray Nicolás de Ovando ordenó la fundación de una ermita dedicada a la virgen, que siglos después se convertiría en el Santuario antiguo y posteriormente en la Basílica.

Historia

La joya arquitectónica que hoy conocemos como la Basílica de Higüey o de la Altagracia empezó a ser construida en el año 1954, específicamente el 4 de octubre, cuando el monseñor Eliseo Pérez Sánchez y el licenciado en derecho Luis Julián Pérez, quien fue gobernador del Banco Central durante 1986-1987, y uno de los fundadores de la universidad Pedro Henríquez Ureña (UNPHU), dieron el primer picazo en un acto simbólico.

Para llevar a cabo la edificación de la Basílica se contó con un presupuesto de 5 millones de pesos, siendo foco de críticas por los eclesiásticos dominicanos de la época por la proyectada fecha de inauguración.

La construcción estuvo a cargo de los arquitectos André-Jacques Dunoyer de Segonzac y Pierre Dupré, ambos de nacionalidad francesa, escogidos a través de un concurso internacional presentado en el año 1947, pero no fue hasta el 1949 cuando salieron elegidos de manera oficial.

Luego del primer picazo en 1954, la ambiciosa obra continúo a toda marcha durante los primeros seis años, pero desde 1960 hubo una pausa hasta 1965, cuando continuó hasta su terminación.

Inauguración

La Basílica Nuestra Señora de la Altagracia fue inaugurada el 21 de enero de 1971 por el presidente Joaquín Balaguer, quien la entregó formalmente en un acto político-religioso.

Días atrás, el 8 de enero exactamente, la Santa Sede había emitido un documento declarando “Basílica Menor” a la catedral de Higüey, consagrada al culto de la Virgen de la Altagracia. El mismo fue leído en el acto de apertura.

En la inauguración participaron las figuras religiosas del momento, como el Cardenal José Humberto Quintero, quien era arzobispo de Caracas, Venezuela, y ostentó la representación del Papa Paulo VI en los actos de consagración de la basílica.

La ceremonia inaugural también contó con la presencia del Cardenal Miguel Darío Miranda Gómez, arzobispo primado de México, así como también de los arzobispos de Jamaica y Trinidad – Tobago.

El Papa Paulo VI, a pesar de no poder asistir a la ceremonia, impartió el día antes de la inauguración su bendición apostólica a la República Dominicana, en un mensaje enviado al presidente Joaquín Balaguer.

El mensaje decía lo siguiente:

“Al Todopoderoso que siga protegiendo, por mediación de Nuestra Señora de la Altagracia, con abundantes favores divinos, a vuestra excelencia y a la dilecta República Dominicana”.

Días antes de ser inaugurada, se realizó el traslado del consagrado cuadro de la Virgen de la Altagracia que se encontraba en el viejo santuario. Dicho cuadro solo había sido movido de lugar en dos ocasiones.

El 12 de octubre del mismo año de su inauguración, la Basílica fue declarada por el gobierno dominicano como “Monumento Nacional”.

Infraestructura

La catedral tiene su ubicación en un área de 40,000 metros cuadrado, que incluyen pórticos y otros.

Al visitar la Basílica de Higüey las personas tienen la oportunidad de apreciar la imponente edificación y del histórico cuadro de la Virgen que se ubica en el retablo labrado en caoba, una obra del escultor domínico-español, Antonio Prats Ventós.

Los visitantes, al tener contacto con la infraestructura quedan cautivados con su belleza, forma y líneas arquitectónicas logradas a la perfección. Su estructura se realza con sus vitrales, que fueron confeccionados en Francia; y por dos grandes pinturas del muralista español contemporáneo José Vela Zanetti.

Devoción Altagraciana

Se dice que la devoción hacia la Virgen de la Altagracia y sus celebraciones que actualmente conocemos, provienen de la región de Extremadura, España, precisamente de donde eran oriundos los hermanos Antonio y Alonso Trejo, a quienes se les amerita haber traído el cuadro de la virgen llena de “Alta Gracia”.

Otra leyenda cuenta que la tradición altagraciana proviene de la aparición de un cuadro con la imagen de la Virgen María en la rama de un naranjo, mismo cuadro con el que su vástago había soñado y comentado anteriormente.

La otra historia está documentada como la batalla de la Limonade, la cual, según el historiador Fray Cipriano de utrera, se llevó a cabo el 21 de enero del 1691, cuando se batieron los ejércitos rivales en la sabana de la Limonade, el encuentro fue nefasto, pero luego de los soldados encomendar sus fuerzas en la fe hacia la Virgen, salieron victoriosos.

Actualmente la Basílica se encuentra en el centro de la ciudad de Higüey, provincia la Altagracia, y a través de los años se ha convertido en la insignia de la ciudad. Con el pasar del tiempo se le han agregado nuevas atracciones para sus visitantes, como el museo de la Altagracia.

Pese al tiempo transcurrido, la Basílica de Higüey no ha dejado de ser la máxima representación del catolicismo dominicano.

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