Acordeonista y compositor dominicano (1912-1973)
Revisando las páginas de elCaribe de enero de 1973, nos encontramos con la triste nota de la muerte a destiempo de este gran músico dominicano nacido en 1912, en la sección Pajarito del ingenio Quisqueya de San Pedro de Macorís, y aunque no encontramos muchos datos de su vida, entendemos que es de justicia recordar a este trabajador incansable de nuestro folclor que aportó lo mejor de sí en favor del fortalecimiento de la música típica en nuestro país. Su amor por la música se originó viendo a su padre manejar un negocio donde se hacían fiestas y él tocaba el acordeón para ayudar a su progenitor a ganar el sustento para su familia. Era hijo de Domingo Flores y Elisa Castillo.
Siendo apenas un jovencito, el mago del acordeón, como se le conocía, formó su primera agrupación en el ingenio Las Pajas por la década de los años veinte; allí tocaba muchas veces para los cortadores de caña. Luego de un tiempo decidió marcharse a Hato Mayor buscando alguna puerta que se abriera y que le permitiera mostrar su talento. Estando en ese lugar el señor Pedrito Trujillo vio en él una promesa y de inmediato lo “enganchó” en el ejército. Esta oportunidad le valió para llegar a la Voz del Yuna, hoy Certv, donde permaneció por espacio de 23 años con un programa de música típica dominicana.
Muchas generaciones de dominicanos tuvieron la oportunidad de escucharlo tocando con su agrupación denominada “Cuarteto Flores”, que estaba compuesto además por Tavito Peguero, Neftalí Castro y Juan Cabrera y en algunas ocasiones se escuchaban las voces de las hermanitas Cruz, Thelma y Celestre Cruz. Con el cuarteto Flores grabó 5 discos de larga duración. Este prodigioso músico compuso más de un centenar de piezas musicales, en su mayoría del folclor nacional, entre las que se encuentran merengues, mangulinas, salves; algunas de ellas muy populares, entre las que podemos citar los merengues “Carmela Linda”, “Fiesta en la Joya” y el “Gallito Pinto”, así también las salves “Blanca Flor” y Salve de la Aurora”. Otras composiciones de este músico fueron “Me quiero casar”, “Cela que te cela”, “No te afanes tanto”, “Ramón Madora”, “Marola”, “Majando”, El jíbaro, Cua Cua Cua, Yo quiero que tú me quieras, “Si la viera”, Mi alegría, entre otras. Sus condiciones como acordeonista, le permitieron ganarse un reputado y privilegiado sitial como instrumentista, con un estilo elegante y con una fuerza rítmica en sus frases y jaleo.
Otra de las oportunidades que tuvo la dicha de alcanzar fue su participación diaria a las siete de mañana, en el programa “La hacienda por la radio”, que estaba enteramente dedicado a la clase campesina, en el cual daban instrucciones sobre las tareas agrícolas; la parte musical de este programa estaba a cargo del conjunto de Isidoro Flores con sus sabrosas mangulinas, salves y hasta sus boleritos. En las noches, sus acordes musicales se hacían presentes en el programa de la Lotería. Otra de sus incursiones en los medios fue su participación en el cuadro de comedias de Felipa y Macario, en el cual hacía el papel de un haitiano, además de que tocaba el tema Heroína, que por décadas identificó a esta pareja de comediantes folclóricos.
La foto del 25 de septiembre que acompaña estas notas corresponde a una visita que hizo este virtuoso del acordeón a la redacción de elCaribe para defender la paternidad del merengue “Fiesta en la joya”, que a juicio del compositor puertoplateño Félix López le pertenecía. En el año 1968, Flores se ausentó de su patria, emigrando a Puerto Rico, ya que no encontró las oportunidades necesarias para permanecer en el país brindando su arte y ganar el sustento para los suyos. Allí formó en 1969 el conjunto musical denominado “Los Alegres Dominicanos”.
Don Isidoro Flores tenía todo preparado para retornar a vivir a su patria y un día antes de materializar su regreso le sorprendió la muerte el 7 de enero de 1973. Su deceso ocurrió mientras animaba una fiesta en una residencia familiar de Puerto Rico. Los asistentes a la fiesta le pidieron que interpretara una pieza del músico puertorriqueño Pedro Flores; complació a los presentes con tal alegría, que bailaba mientras tocaba el acordeón; de repente cayó al suelo sin conocimiento y fue trasladado de inmediato a un centro asistencial en Río Piedras, donde falleció.
Era un hombre honesto como pocos y excepcional, no ingería bebidas alcohólicas, no fumaba y era profundamente amistoso y de una gran religiosidad que no perdió nunca, según testimonio de sus amigos, compañeros de farándula y familiares. Isidoro se fue pobre, como nació y vivió, y estuvo casado con Polonia de la Cruz, con la cual procreó nueve hijos, de los cuales dos eran artistas: Domingo Flores, de 29 años, acordeonista como su padre y residía con él en la vecina isla, e Isidoro Flores, de 27 años, conocido como “Ply”, cantante. Según algunos de sus allegados, la tristeza de estar lejos de su patria le causó mucho daño a su estado anímico, lo que lo llevó a pasar por una fuerte depresión que afectó notablemente su salud. Con la muerte de este gran músico el arte de nuestro país perdió uno de sus más autorizados exponentes de nuestra música autóctona.