El merengue, símbolo de la navidad y dominicanidad
Durante los más de 30 años que duró La Era de Trujillo, el merengue fue el nombrado símbolo musical y artístico de la República Dominicana, tanto así que era el ritmo utilizado en las campañas presidenciales del tirano, y hoy día sigue siendo esa parte que representa la esencia de nuestra cultura musical.
A propósito de la víspera navideña, que comenzamos a escuchar esos merenguitos, tanto antiguos como modernos, y nos aferramos al sentimiento caribeño de celebración y disfrute familiar, la Zona Retro de esta semana abordará el ritmo del merengue en la Era de Trujillo, donde no era aceptado por la clase alta, pero impuesto por el dictador, tomando así gran poder de influencia social.
Antecedentes
Desde la llegada del tirano al poder, en 1930, el merengue comenzó a ser la expresión musical más alta del pueblo dominicano, a pesar de no ser aceptado en esa época por ser tachado como “ordinario”, por la clase alta. A partir de ahí, los 30 años de dictadura fueron sustentados por el ritmo del merengue.
El merengue era conocido como la expresión folklórica de las zonas rurales de nuestro país. Lo que para muchos significaba que era parte de la cultura popular (pobre) dominicana. Esto se debe a que para interpretar el ritmo solo se necesitan instrumentos como: tambor, güira y acordeón.
Expansión nacional
Trujillo impuso el merengue en todo el territorio nacional, incrementando así el surgimiento de conjuntos típicos y bandas muy famosas para la época, muchos de ellos interpretando y dando a conocer los famosos “pericos ripiao”, tanto así que, muchos tenían instrumentos exportados por Estados Unidos y Europa.
Al ser rechazado por la clase alta, al igual que el dictador, el ritmo caribeño llega a los grandes salones de la alta sociedad. Al mismo tiempo que es empleado como estrategia política e ideológica para obtener simpatía de la clase humilde y campesina de la población dominicana.
Algunos autores de la época afirmaban que, el llevar el merengue a salones de la alta sociedad era la forma del tirano vengarse por haber sido rechazado en ocasiones, por eso llevó el ritmo a los lugares donde fue rechazado.
Que dicho sea de paso, eran escuchados solo en su presencia, cuando él se retiraba, la música era cambiada de inmediato, al menos en los inicios, hasta que personas de clase alta comenzaron a utilizar la música en eventos.
Cabe mencionar que para esos años la radio llegaba al país, lo que propició el escenario ideal mediante el cual el merengue tuvo un canal de difusión masivo.
Personificación al benefactor
En su crecimiento y evolución, el merengue dio un giro hacia la persona de Trujillo, ya que la producción giraba en torno a su persona. Cuando el dictador vio el alcance de las canciones, comenzó a exigirle a los músicos escribir sobre él, su poder y grandeza.
Los historiadores señalaron que gracias a Trujillo las orquestaciones y las letras se enriquecieron por su apoyo, de ahí el llamarle “propulsor del género”. También resaltaron que para ese entonces todo lo que hacía o decía el tirano era recogido en un merengue.
En el libro “Mito y Cultura en la Era de Trujillo”, de Andrés L. Mateo se señaló que en la Antología de la música de la Era de Trujillo (1931-1961), del músico Luis Rivera, hay casi 500 composiciones de merengue de las cuales 300 exaltan la figura del Jefe.
Para finales del siglo XX el merengue llegó a su pico de popularidad, superando géneros latinoamericanos como la salsa, inclusive, llegó a incorporar otros instrumentos electrónicos e influencia de otros géneros musicales.
Bailarín nato
Trujillo se destacaba por ser un extraordinario bailador de merengue, historiadores mencionaron que, incluso, lo bailaba a paso lento. Esto se debe a que le gustaban mucho las fiestas y reuniones sociales. En su juventud se le podía ver, en algunos poblados de su provincia natal, San Cristobal, bailando y bebiendo, junto a familiares y músicos.
Gustos musicales – Artistas
El tirano no tenía un gusto particular, todo el que se destacara durante la “Era de Trujillo”, era llamado a servir al régimen, sin opción a rechazarlo o habría represalias.
Dos artistas relevantes para ese entonces eran: Joselito Mateo y Rafael Solano, quienes expresan que, Luis Alberti fue, por petición del caudillo, quien llevó el merengue de las fiestas campesinas a los grandes salones de la alta sociedad. A quien el dictador le pidió dejar la danza de lado y tocar merengue, ya que este era “la música dominicana”.
Para encabezar sus orquestas, el dictador eligió a los merengueros típicos Toño Abréu y Ñico Lora.
Alcance internacional
Para finales del siglo XX el merengue alcanzó máxima popularidad en toda Latinoamérica, superando, incluso, otros ritmos como la salsa.
Es por esto que, la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), declaró el merengue Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. La decisión fue tomada por el Comité Intergubernamental al considerar que el merengue dominicano “desempeña un papel activo en numerosos ámbitos de la vida diaria de la población: la educación, las reuniones sociales y amistosas, los acontecimientos festivos e incluso las campañas políticas”.