Continuando con mis apuntes en relación a la participación que tuve en la XIII edición del Simposio de Historia y Crítica de Arte, es preciso advertir que, con el advenimiento del Renacimiento, el arte logra un gran esplendor. De esta etapa, merece la pena citar la construcción del “Duomo de Florencia”, ya que a partir de aquí se registra la primera biografía de un artista, en este caso de Brunelleschi. De modo que, con los apuntes biográficos en relación a este coloso de la arquitectura, se empieza a historiografiar el quehacer de buena parte de los artistas de la época, comprendiendo, además, juicios críticos de gran mérito.
Con la presencia de Lorenzo Ghiberti, tenemos la publicación de la obra “Los Comentarios”, que pasa a ser la primera autobiografía que se conserva de un artista. A través de Giorgio Vasari, asistimos a descripciones de obras que pasan a ser genuinas críticas de arte. De hecho, sus apuntes le permiten ser considerado como el primer historiador de arte, ya que se dio a la tarea de presentar “La vida de los excelentes pintores, escultores y arquitectos”. Fue de los primeros en acuñar el término “Renacimiento”, consciente del continuo renacer en las artes desde los tiempos de Alberti.
Acercándonos al final del Renacimiento, tenemos a Giovanni Battista Agucchi, quien se encargó de presentar un trabajo sobre la obra de Annibale Carracci, que era un pintor y grabador italiano. En los trabajos de Giovanni vemos un marcado interés por el estilo de los artistas y un intento por traducir el contenido de las imágenes en literatura.
Por su parte, con Giovanni, identificamos un modelo de crítica apegada al ideal clásico, teniendo como referencia los cánones del clasicismo derivado de la antigüedad grecorromana.
Será con los salones de exposiciones de arte en Paris que el crítico de arte asuma el rol con el que le conocemos hoy día de comentador, informador y educador del público en relación a las exhibiciones de obras de arte que se realizan en un Museo, Galería o Centro de Bienes Culturales. Continuará.