El 29 de abril de cada año, la República Dominicana celebra el Día Nacional de la Ética Ciudadana según lo establecido en el Decreto No. 252-05. La Dirección General de Ética e Integridad Gubernamental conmemora ese día en honor al ilustre político Ulises Francisco Espaillat, quien tomó posesión de la Presidencia de la República el 29 de abril de 1876 y quien dejó un valioso legado de rectitud y honradez a los servidores públicos y a la ciudadanía en general.
Con motivo del Día Nacional de la Ética Ciudadana inicio una serie, analizando las ideas de Espaillat, su desempeño en las funciones públicas y la enseñanza que dejó para el presente. Los temas para esta serie que serán objeto de análisis son: el sistema de justicia y aplicación de la Ley, la democracia, la educación formal y ciudadana y las críticas al problema de la corrupción y la impunidad.
Munícipe, legislador, diplomático y civilista, Ulises Francisco Espaillat nació en Santiago de los Caballeros el 9 de febrero de 1823. En 1854 participó, como diputado, en el Congreso Revisor de la Constitución y formó parte de la Comisión Redactora de la Carta Sustantiva. Formó parte de la generación de civilistas y patriotas que hicieron posible la Revolución de 1857 contra el descalabro institucional y económico del gobierno del presidente Buenaventura Báez. En el Congreso Constituyente de Moca, que aprobó una constitución de orientación liberal en 1858, Espaillat representó a Santiago como diputado y fue designado como primer vicepresidente y miembro de la comisión redactora del proyecto.
En marzo de 1861 firmó la manifestación de adhesión de la ciudad de Santiago a la anexión, aunque posteriormente en 1863 se retractó de esa acción, participando activamente en el movimiento restaurador. En septiembre de 1863 firmó el Acta de Independencia en contra del dominio español, participó en la instalación del Gobierno Provisional y fue seleccionado para desempeñarse como miembro de la Comisión de Relaciones Exteriores.
Cuando Mella falleció, en junio de 1864, Espaillat fue designado vicepresidente, cargo que ocupó hasta enero de 1865. En los años posteriores a la Restauración, Espaillat declinó los nombramientos en funciones locales de Santiago y en los gabinetes de José María Cabral, quien había derrocado a Pimentel poco después de la retirada de las tropas españolas.
En el decenio del 70 del siglo XIX fue un gran opositor al régimen baecista sobre todo por sus actividades conspirativas en contra del proyecto de anexión a los Estados Unidos que proponía Báez. Durante los mandatos de Báez sufrió persecución y cárcel y al término de la Guerra de los Seis Años, fue puesto en libertad y regresó a Santiago.
Espaillat fue elegido Presidente de la República en las elecciones de marzo de 1876, con el apoyo del Partido Azul, liderado por el prócer Gregorio Luperón. El 29 de abril prestó juramento como Presidente de la República, cargo que ejercerá hasta octubre de 1876 cuando abandona el cargo como consecuencia de una asonada militar. Hombre de profundas convicciones éticas y de respeto absoluto a las libertades públicas murió en Santiago rodeado de la admiración y el respeto de todos sus compueblanos, el 25 de abril de 1878.
El 2 de mayo de 1878, Cesáreo Guillermo, quien era el Presidente de la República en ese momento y uno de los muchos que los combatieron, decretó nueve días de duelo y luto nacional en honor de Espaillat y justificó la medida considerando que las virtudes cívicas de Espaillat eran dignas de ser propuestas para la admiración de los dominicanos, llegando a afirmar incluso que “todos los actos de su vida pública, por el sello de sabiduría, abnegación y alta moralidad que los caracterizaba, influyeron del modo más benéfico en las ideas políticas del país, enalteciendo la libertad y la justicia” .
Fue un agudo analista de la realidad dominicana. Sus ideas, expresadas en artículos de periódicos, cartas y discursos fueron recopilados y publicados en los títulos Ideas de bien patrio (selección de Emilio Rodríguez Demorizi), en 1962 y Papeles de Ulises Francisco Espaillat. Para la historia de las ideas políticas en Santo Domingo (Compilado por Emilio Rodríguez Demorizi), publicada por la Editora del Caribe en 1963. En 1987 la Sociedad Dominicana de Bibliófilos también publicó Escritos de Espaillat y en el año 2002, la Fundación Corripio publicó Escritos y epistolario.
Su nombre está necesariamente vinculado al pensamiento político liberal positivista de su época. Pero más que un pensador, Espaillat ha sido y es símbolo de la honestidad en el ejercicio político y del profundo sentido ético del quehacer político cotidiano como lo fue Bosch en el siglo XX. Fue un severo crítico de la realidad dominicana, pero también un gran soñador de una mejor República Dominicana.
Fue un crítico mordaz del ejercicio de la política que hacían muchos caudillos de su época sobre todo aquellos que entendían la política como conveniencia de unos cuantos y al mismo tiempo fue un gran crítico del desenfreno en el ejercicio del poder de la mayoría de los caudillos de la época.
En el contexto que vivió Espaillat y en los años siguientes abundaron los caudillos en los grupos y en los gobiernos donde la gran ausente de las prácticas del poder fue la ética. Muchos caudillos entendían que lo más importante no era solo llegar al poder, sino mantenerlo. La lucha por el poder, sobre la base del engaño, el soborno, el asesinato, la compra de conciencia y la manipulación, estuvo muy presente en la práctica política dominicana. Espaillat contrario a esa visión ejercició las diversas funciones públicas que asumió, sin hacer una separación de la ética de la política. En la visión de Espaillat, el gobernante debía actuar de acuerdo a los principios morales, buscando el bien y evitando el mal. Siguió en ese orden el concepto de Kant de que “la mejor política es la honradez”.
Se apegó a los principios fundamentales de la democracia, de la justicia, la institucionalidad y la transparencia y orientó sus prácticas de la política no desde la concepción del Estado como un espacio de enriquecimiento personal y de reparto; sino desde la visión de la honestidad y el servicio atendiendo a los valores de la libertad y la justicia. Justamente ahí radica la riqueza del ejemplo político de Espaillat.