Mucho se ha escrito y hablado del fatídico viaje del Titán el 18 de junio de 2023 a las profundidades del Océano Atlántico Norte, empresa sumamente peligrosa al no ser un viaje científico, que está sujeto a una rigurosa investigación, donde se prueban la resistencia de los materiales con que se fabricó y muchas otras variantes de peligrosidad, sin personal antes de la inmersión. Ese viaje fue más bien turístico, tenía entre sus fines observar de cerca el trasatlántico Titanic, que se hundió en 1912. Lamentablemente la audaz empresa fracasó y murieron sus cinco ocupantes, dejando muchas incógnitas por despejar, sobre todo, determinar con exactitud qué fue lo que ocurrió antes de la implosión y por qué sucedió.

Nuestro objetivo hoy no es una narración acerca del Titán, sino de un hecho histórico poco conocido, ocurrido también en el Océano Atlántico, pero en momentos diferentes y coyunturas históricas particulares inherentes a la Guerra de Secesión de los Estados Unidos: el primer hundimiento de un gran buque por un sumergible construido en esa época. Los sureños perdían la guerra en general, también en el mar, pues la operación Anaconda generada por el Norte consistía en bloquear la débil economía del Sur, que dependía de importaciones, para esto sitiaron navalmente los puertos, no permitiendo el comercio ni la salida de buques de los Confederados.

Un grupo de emprendedores privados, dirigidos por Horacio L. Hunley, acometió la idea de construir un sumergible para hundir los barcos norteños y liberar el comercio, para esto idearon soldar placas de hierro con un grosor de once milímetros, intentaron asociar el movimiento de la hélice a un motor, pero les fue imposible por cuestiones de tecnología aún no inventadas, finalmente colocaron una hélice, acoplada a unas palancas que funcionaban con movimientos físicos de siete tripulantes, un piloto guiaba el submarino, que contaba con tanques de lastre para emerger y sumergirse cuando fuera necesario, su dimensión era de 12 metros de largo. En esa época no podía pensarse en tubos lanza torpedos, pero se las ingeniaron para de manera rústica, crear una vara metálica asociada a la proa, con una longitud de cinco metros y en su extremo final tenía el torpedo, que estallaría al contacto con los buques enemigos. Se hicieron pruebas, exceptuando la de la explosión, en una de ellas murió el abogado inventor Hunley, que en honor a Él se le puso el nombre al sumergible.

Según los documentos históricos, la fecha del ataque fue el 17 de febrero de 1864, el primer propósito fue hundir al gran buque Housatonic, que bloqueaba la salida del puerto de Charleston, en Carolina del Sur. La hora nocturna era la más adecuada para camuflajearse en la obscuridad y dificultar la visibilidad del enemigo, estrategia que fructificó, pues los marineros de guardia del Housatonic, avistaron un cuerpo extraño, pero pensaron era un tronco que iba a la deriva arrastrado por la corriente del río Mississippi, cuando vinieron a darse cuenta estaba tan cerca, que aunque no sabían que cosa era la que venía hacia el buque, comenzaron a disparar con fusiles, pues ya los cañones no podían tomar ángulo, el torpedo chocó con el casco, se produjo la explosión y en cuestiones de minutos el barco se hundió, generándose para la historia el primer hundimiento de un buque por una nave submarina.

Lo que no pudo explicarse en aquella época fue, ¿qué había pasado con los ocho marineros del sumergible?, pues este no regresó nunca al punto convenido, lo que originó la creación de un misterio por saber qué había pasado.

La curiosidad era tan grande que, a finales del siglo XX, se emprendieron investigaciones para localizar al Hunley y reflotarlo con fines de estudio. En 1995 lo descubren muy cerca de los restos del Housatonic y procedieron a investigar cómo podían reflotarlo. El 8 de agosto del año 2000, fue sacado del mar para su estudio, un equipo multidisciplinario de marinos, antropólogos forenses y físicos, se propusieron realizar una investigación para esclarecer lo sucedido con este sumergible. El casco no había explotado, se mantenía solido y con su diseño original, los esqueletos de los hombres se encontraron todos en sus puestos de combate, no había indicios de heridas, no se utilizaron los tanques de lastres, ni las escotillas de salida emergentes, por consiguiente, nadie se movió de sus puestos posterior a la explosión.

Recientemente un grupo de investigadores de Estados Unidos, dirigidos por la profesora e investigadora en Biomecánica Rachel Lance, consultó un grandioso volumen de documentos de la época referidos al caso, con el fin de despejar dudas acerca de cómo sucedieron los hechos. Recurrieron a pruebas balísticas de armas de la época, diseñaron un modelo similar al Hunley a escala, lo sometieron a estallidos de explosivos submarinos y llegaron a la conclusión de que la varilla que portaba el detonante tenía una longitud de cinco metros, al hacer contacto con el buque ocurre la explosión, que hunde al buque enemigo, pero la energía de la onda de choque expandida, provocada por la explosión, acabó con la vida de los marineros, al propagarse por los tejidos blandos de sus pulmones y el cerebro, dañándolos por el efecto de blast lung o estallido pulmonar.

Los investigadores del “Naval History and Heritage Command” de la “US Navy”, están desarrollando otra teoría diferente a la muerte por la onda expansiva, que sustenta el fallecimiento por choque craneal contra el casco del sumergible, en nuestra opinión debe ser fácil de desmontar por antropólogos y forenses, así continua hoy la curiosidad por el Hunley. l


Centro estudios caribeños. PUCMM. Connected Worlds: The Caribbean, Origin of the Moderns World. “This project has received funding from the European Union’s Horizon 2020 research and innovation programme under the Marie Sklodowska Curie grant agreement No. 823846.

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