Joaquín Monge Castillero
Doctorando de la Universidad Pablo de Olavide
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El poeta latino, Cátulo, reconocía que el mejor de los días vividos eran las saturnales, y también Goethe añadía la idea de que el carnaval es la fiesta que el pueblo se da a sí mismo. Las dionisias griegas, las saturnales, las bacanales o las lupercales romanas, el mes de Phaljova en la India, o la fiesta Falo en Egipto son ejemplos de que el carnaval es un acontecimiento universal. En la mitología griega, Dioniso a veces era representado tocando la flauta, quien, mediante el vino, la música, la danza y la diversión, podía liberar a todos sus seguidores de las represiones a las que estaban sometidos y subvertir el orden impuesto. Dioniso venía del mar con su navío, llevaba con él a las divinidades Risa y Como, dadas al banquete, la alegría y al goce de compartir la vida. Adoptó el nombre de Baco bajo el Imperio romano, difundió el éxtasis, el desenfreno, la locura, el frenesí, la irracionalidad, la fertilidad, y el vino.

La palabra carnaval, originaria del italiano carnavale y del latín carnem levare, “quitar la carne”, era el periodo especial de tres días que precedía a la Cuaresma para satisfacer todas las necesidades humanas como la comida, la bebida o el sexo. El carnaval, invertía el orden social, rompía con los valores establecidos y permitía unas conductas de comportamientos inusuales en la vida cotidiana de las personas. Era un periodo de permisividad, de relajación, de liberación, de descontrol, de desenfreno y de cometer excesos. Todos estos comportamientos iban a ser reprimidos después del periodo transitorio conocido por carnestolendas, donde ocuparía lugar el arrepentimiento, la abstinencia, la flagelación, el rezo, la penitencia, los sacrificios, y la crucifixión, todos estados tan asfixiantes, agotadores y enigmáticos. En la obra más famosa de Pieter Brueghel el Viejo, se refleja esta idea en gran medida entre el combate de don Carnal y doña Cuaresma, (1559), el carnaval representado por un tipo gordo sentado en un tonel cercano a una taberna con una especie de lanza llena de diversas carnes, frente a él la Cuaresma representada como una mujer delgada cercana a una iglesia con una pala de panadero y varios arenques.

El carnaval actual tiene reminiscencias cristianas, pero se difunde por América mezclándose con sus raíces culturales y sus tradiciones ancestrales tanto indígenas como africanas, originando ritmos musicales propios y formando un gran sentido de comunidad como sucedió con los cabildos de negros y negras bozales en Cartagena de Indias. Se celebran entre el mes de febrero y marzo en las distintas regiones del mundo: en Italia están los de Venecia, en España están los de Santa Cruz de Tenerife y Cádiz. En América están: en Brasil los de Río de Janeiro o Salvador de Bahía, en Uruguay el de Montevideo, en Colombia están los de Barranquilla y los de Pasto con el Carnaval de Negros y Blancos, en México los de Veracruz, en Bolivia el Carnaval Indígena de Oruro, en Panamá el Carnaval de las Tablas y en República Dominicana el Carnaval de la Vega, y en general se encuentran por todo el continente. Se manifiesta en la cultura popular a través de diversas formas, por medio de desfiles, de cabalgatas, de pasacalles, de carros alegóricos, de carrozas, de gigantes o de cabezudos. Acompañados de una explosión de colores, se muestran sentimientos como la alegría, la risa, y la esperanza, envueltos por un aura de guitarras, tambores, trompetas, bombos y platillos, conjugándose con canciones y bailes como la samba o la danza. La bulla, el jaleo, el jolgorio, y las aglomeraciones también forman parte del carnaval y de las personas que van con sus máscaras, sus antifaces o sus caretas, en agrupaciones musicales de murgas, de chirigotas, de comparsas, donde el color, la alegría y el disfrute se manifiesta a través del confeti, la purpurina, o la serpentina.

La fiesta de Don Carnal es la manifestación popular más pagana que existe de las libertades públicas porque, es lo ingrato, lo impropio, lo inadecuado, lo que no está bien, lo no se debe hacer, pero es el tiempo flexible, abierto que en determinadas ocasiones ha sido censurado o incluso prohibido desde el poder como ha ocurrido en España o con el Carnaval de Negros y Blancos en Colombia con los levantamientos indígenas en el siglo XIX. El carnaval rompe con los marcos sociales establecidos: (familia, edad, trabajo, situación, condición o fortuna), creando una sinergia entre individuos que, separados por los mecanismos de distinción social, jamás se acercarían entre ellos. El nexo de unión para combatir los comportamientos oficiales de rigidez y seriedad es la risa que junto al disfraz nos permite el ocultamiento de nuestra identidad y libera los instintos del ser humano, desmonta los tabúes, los privilegios, las jerarquías, la represión, la autoridad, las diferencias de clases y la sumisión del pueblo.

La canción de Celia Cruz “La vida es un carnaval”, refleja el valor y significado que representa esta festividad y cómo el canto nos anima a llevar ese espíritu carnavalesco durante los doce meses del año y convierte al carnaval en una filosofía de vida para enfrentarnos a las adversidades y desafíos, y superarlos con una actitud positiva. En este mes de febrero visualizamos tantas injusticias que nos llenan de rabia e impotencia con los comportamientos tan despreciables e inhumanos llevados a cabo por los grupos de poder políticos y financieros, donde el pueblo debe de seguir manteniendo un sentimiento de solidaridad, empatía y calidez junto al prójimo bajo una explosión de colores, de aires mágicos, de sueños de carnaval, que desenmascaran mediante la sátira, la crítica, la burla, la ironía, la risa, las bromas y las parodias las verdades ocultas, y critica las posturas imperantes repletas de fantasía y libertad.


Centro estudios caribeños. PUCMM.

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