Cuando se habla de pueblo religioso, celoso de su cultura y de fortalezas ambientales e hidrográficas, a la sierra de Yamasá hay que sacarle su plato aparte. En varios escenarios he escuchado las siguientes preguntas: ¿Por qué hay tantos sacerdotes y religiosas de Yamasá? O a nivel cultural ¿Qué es lo hace permanecer la fiesta de los hermanos Guillén cada año en el mes de junio? Y en el ámbito ambiental ¿Qué fuerza hay en la sierra de Yamasá que no han podido entrar las empresas mineras que tanto ansían el oro?

La sierra de Yamasá es bendecida y cuenta con fortalezas que no todos los lugares pueden darse el lujo de tener. Su ubicación geográfica la coloca en un paso entre el Cibao y la capital, por esta razón fue un lugar propicio para los asentamientos de pueblos migrantes desde el Cibao a la parte este del país, en diversos momentos de la historia.

Por otra parte, la historia religiosa de Yamasá marca su punto de arranque con la llegada de los sacerdotes católicos Scarboros desde Canadá a mediado del siglo XX. Si bien eran sacerdotes canadienses, su llegada a República Dominicana se da cuando el gobierno de Mao Zedong en la China comunista comienza una fuerte persecución contra la Iglesia, asesinaron a muchos sacerdotes, otros pudieron salir al exilio y un grupo de ellos llegó hasta nuestras tierras. Su arribo coincidió con la llamada hambruna del siglo, la cual se originó con la primera oleada del polvo del Sahara en el Caribe. Dicho evento fue registrado en la segunda mitad de la década de los 40, que guarda relación directa con los efectos de la Segunda Guerra Mundial y las bombas detonadas en el norte de África.

Los religiosos venían con la influencia de la enseñanza de la universidad de Otawa en Canadá, la cual había desarrollado una fuerte sensibilidad social, especialmente con el tema del cooperativismo. Es por lo que su acción evangelizadora se centró en una triple vertiente: la catequesis, educación y la acción social centrada en el asociacionismo cooperativista. El padre Pablo Steel llega al país en 1945 y su dedicación y entrega a la acción social de la Iglesia todavía resuena como legado invaluable en el desarrollo sostenible de los pueblos por él evangelizados.

La pionera en la educacion secundaria de Yamasá es sor Joan Tinkess. Sor Juana de Arco, como la conocían, desarrolló un modelo de educación integral basada en valores y en la acción social, que sacó de la exclusión a una generación de dominicanos que, inspirados por ella, liberaron sus talentos y aprendieron a soñar con un futuro mejor.

Sin embargo, en el ámbito religioso la labor titánica de los religiosos canadienses fue la de catequizar a todos los pueblos y comunidades rurales, enseñarles la doctrina cristiana y los valores del evangelio. Todavía hoy cuando me siento a dialogar con las personas mayores del pueblo y comunidades rurales siempre resuena el nombre y los recuerdos de los trabajos catequísticos esmerados del Padre Leonel Walsh.

Esa labor de enseñanza y testimonio de valores cristianos hace que la sierra de Yamasá sea distinguida en la proliferación de vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada. Ninguna otra zona en la Arquidiócesis o en el país, ha producido tantas vocaciones consagradas como esta sierra. Ello hace pensar que se trata de una demarcación geográfica que ha recibido un legado que le ha ayudado a crecer en la cultura y su desarrollo sostenible. La cuenca alta del Ozama contó con una evangelización tendente al asociacionismo, que generó movimientos en pro de la producción del cacao que hoy se ha convertido en una región modelo nacional en el mencionado rubro.

Su ubicación estratégica es favorecida por las constantes lluvias que producen los vientos alisios que hacen de sus tierras una fuente de producción envidiable en la zona. La conciencia de Dios de las personas en la sierra de Yamasá les ha hecho sabedoras de la necesidad de un cuidado ambiental y especialmente de la cuenca alta del río Ozama.

La doctrina social de la Iglesia en la sierra de Yamasá, durante el siglo pasado se basó en la enseñanza del ahorro y la importancia de las asociaciones para el desarrollo sostenible. Al inicio del presente siglo la Iglesia ha marcado su ruta social por la defensa de las aguas del río Ozama y la defensa del Medio Ambiente. Por esta razón el 29 de octubre de 2019, la Vicaría Episcopal Santo Cristo de los Milagros realizó un manifiesto público en rechazo a las pretensiones de la multinacional minera Barrick Gold, de construir una presa de colas en la cuenca alta del río Ozama.

Tres meses después, por propuesta del padre Francisco Batista, sacerdote salesiano, todas las comunidades de la sierra de Yamasá marcharon a Bayaguana para entregar el cuidado y protección del Ozama al Cristo de los Milagros. Este proceso de fe, social-ambiental, concluyó con la entrega del río Ozama a la Virgen de la Altagracia en el municipio de Peralvillo, donde ella es la patrona. Dicho acto se realizó el 04 de marzo de 2022 por medio de una multitudinaria marcha social y religiosa.

En definitiva, la conciencia de Dios que sembraron los padres Scarboros ha germinado en identidad cultural y religiosa en la sierra de Yamasá, tema que debe ser estudiado con más profundidad y detalles. La identidad se explicita en el arraigo del hombre y la mujer yamasense en su terruño. En amor por lo suyo. La cuenca del Ozama y la Sierra de Yamasá poseen hombres y mujeres que, como decía Hostos, no venden sus principios, no se doblan, si es necesario entregan la vida por defender lo patrimonial y lo que les han legado sus mayores. La educación, la gestión de la cultura y la fe han hecho de Yamasá un pueblo celoso de su sostenibilidad y que sabe que, por más caro que se venda el oro, tienen un tesoro mucho más valioso.

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