El mar de los Sargazos no es un mar propiamente dicho pues para obtener esa denominación debe estar rodeado de costas e islas. Aunque desde la era de los descubrimientos ibéricos, en el siglo XVI, se denominó así a una masa encerrada de flujos de circulación marina, en el sentido de las agujas del reloj limitadas por cuatro grandes corrientes: la del Golfo, la del Atlántico Norte, la de Canarias y la Ecuatorial del Norte, donde los vientos alisios son predominantes. Son múltiples los factores oceanográficos y biológicos que provocan este ecosistema marino y juega un papel notable en cuanto al secuestro de carbono y otros destacados procesos ecológicos. Por ejemplo, es un fértil hábitat natural donde cientos de especies se alimentan, reproducen y refugian lo que lo convierte, en una importante despensa de la alimentación humana, en definitiva, un ecosistema que brinda a los países del atlántico la oportunidad de obtener bienes y servicios.
De forma habitual, anualmente llegan a la cuenca del Caribe empujadas por distintas corrientes marinas varias masas de algas donde abunda el sargazo. Desde hace una década empezaron a presentarse grandes cantidades de este en las costas de África occidental y el Caribe y afectan seriamente tanto a la industria del turismo como a la pesquera. En realidad, el problema es de tal magnitud que la Asamblea de Naciones Unidas, en sus reuniones dedicadas al medio ambiente le dedicó una sesión completa en 2016. Los científicos no llegan a un consenso respecto de su origen, algunos lo achacan al aumento de la temperatura de los océanos y otros a los nutrientes y contaminantes producidos por la agricultura comercial que desembocan a través de las grandes cuencas fluviales de América y África en el océano.
El impacto negativo, desde el punto de vista ecológico, ha producido una gran mortandad de especies marinas desencadenada por un fenómeno llamado anoxia que durante la descomposición química de las algas provoca la falta de oxígeno. De la misma forma impide el paso de la luz por la densidad de estas balsas de algas. Desde el punto de vista socioeconómico estos depósitos de sargazo actualmente tienen un impacto negativo en actividades productivas relacionadas con el turismo, la pesca y el transporte marítimo.
Como las oleadas de Sargazo tienen un impacto regional y las causas son difíciles de entender, es necesario una cooperación regional para la búsqueda de adecuadas soluciones científicas que mitiguen su impacto negativo y busquen una respuesta ecológica amigable que beneficie a las comunidades e industrias afectadas.
Para ello dos acciones son necesarias, de un lado aumentar la inversión en investigación científica en una alianza público privada, y de otro, un cambio de rol en las universidades, al menos dominicanas, para que transformen el antiguo modelo de ser universidades de docencias y pasen a ser universidades productoras de conocimientos.
En Jamaica el sargazo se está utilizando, al ser rico en nutrientes, como alimento orgánico para el ganado. El mercado objetivo fue el de la industria caprina que es una de las principales carnes consumidas en el país vecino. Los ganaderos tenían una factura de importación de alimentos para el ganado que superaba los 15 millones de dólares y los ingenieros que dirigen el proyecto dicen que los bajos costos de esa alimentación están haciendo crecer la producción de forma sostenible y amigable con el medio ambiente. La empresa Awganic imputs está ayudando a la industria caprina hacia la autosuficiencia. Ya producen 200 toneladas de alimentos y ayudan casi a un centenar de ganaderos. Al mismo tiempo la empresa produce un carbón ecológico menos contaminantes, una fuente de energía que está protegiendo los menguados bosques de la isla. Awganic Inputs obtuvo su impulso inicial a través del Centro de Innovación Climática del Caribe (CCIC, por sus siglas en inglés) y logró su financiación obteniendo fondos del laboratorio de innovación del Grupo BID (Banco Interamericano de Desarrollo).
En Puerto Rico a la orilla de la bahía de San Juan en el municipio de Cataño, se encuentra un centro de investigación y producción que trabaja con esta alga marina y vienen desarrollando productos derivados del sargazo desde 2020. Frascos de biocombustibles y material fertilizante con propósitos agrícolas.
La operación cuenta con 26 empleados y es una realidad de economía verde para manejar el sargazo y convertirlo en insumos para la manufactura. Productos bio estimulantes para las plantas, caucho para sandalias, cosméticos veganos, así como otros materiales que pueden ser utilizados en la agricultura y la restauración de manglares, son algunos de los derivados de sargazo que salen de este centro de investigación. El laboratorio en manos de la empresa C-Combinator tiene una campaña en la cual apelan a inversionistas que se interesen por el modelo de economía sustentable que la empresa reclama representar. En nuestra isla el grupo Puntacana está organizando por medio de una red de pescadores artesanales la recolección de esta alga al tiempo que les da empleo. La recogida está permitiendo transformarla en productos como el biogás y el compostaje.
Estas tres prometedoras experiencias nos permiten visualizar diferentes oportunidades para la solución del problema. Pero todo pasa por contemplar tres aspectos importantes dentro de una actual coyuntura financiera mundial favorable. Primero, que el Estado entienda la importancia del desarrollo de la investigación científica nacional. Segundo, una renovación profunda del rol de las universidades respecto de la investigación científica y por último establecer redes de colaboración académica, científica y empresarial que construyan flujos de colaboración a nivel regional que permitan buscar soluciones a nuestros problemas sin depender del conocimiento de los países centrales. La ciencia y una renovación de fondo de nuestro sistema educativo son el único camino. ¿O cómo fue, que en las últimas décadas los países asiáticos se volvieron las economías más dinámicas del mundo?