Doris Duke no era una mujer bonita como Daniel Darrieux y tampoco era artista. Era más bien una belleza atípica, alta, elegante, con facciones de tipo caballuno, ojos rasgados, sonrisa maliciosa y desafiante. Pero como inversión era inmejorable. La relación con Danielle Darrieux no le reportó a Rubirosa mayores beneficios, a excepción de unas joyas con las que dicen que se se quedó. En cambio el matrimonio (y sobre todo el divorcio) con Doris Duke lo convertiría en millonario, lo lanzaría además a la fama, la verdadera fama.
Mientras estuvieron casados, e incluso desde antes, Doris Duke no se cansaba de hacerle regalos, a los que Rubirosa correspondía en general con sus acostumbradas escapadas e infidelidades. Gracias a la fortuna de Doris Duke y a la generosidad con que la dispensaba, Rubirosa pudo adquirir su propio equipo de polo y sus lujosos Ferraris. Muy pronto se lo vería participando en carreras de autos, ocupando cada vez más lugar en las páginas de los diarios y en los noticieros, convirtiéndose en toda una estrella del jet set y engañando por supuesto a Doris Duke cada vez que se le presentaba la oportunidad.
Dicen que la bestia se sintió muy complacida con la publicidad que generó la boda de Porfirio con Doris Duke y le ofreció asignarlo como embajador en el país que quisiera y Rubirosa quiso que lo nombraran en Argentina por su afición al polo, un deporte en el que los jugadores de ese país sobresalían. También dicen que la bestia simplemente lo designó sin consultarlo para que organizara una red de espionaje y le enviara información sobre los exiliados dominicanos y el posible apoyo financiero que les daba el gobierno de Juan Domingo Perón. Lo cierto es que Rubirosa prefirió dedicar su valioso tiempo al juego de polo —ahora con su propio equipo Cibao-La Pampa— y a perseguir o dejarse perseguir por las mujeres. Además constantemente viajaba de Argentina a Francia, pero permanecía en Francia más tiempo que en Argentina y la bestia lo despojó de su cargo o amenazó con despojarlo. En general, cuando se molestaba con Rubirosa por motivos personales —por incumplimiento, como en este caso, o a causa de los escándalos mediáticos que provocaba su afición a las mujeres ajenas—, la bestia lo cancelaba y lo trasladaba a otro lugar, como hacen hoy en día con los curas pedofilos. Esta vez le ordenó volver al país, a Ciudad Trujillo, y Rubirosa volvió de inmediato, pero en compañía de Doris Duke —nada menos que la famosa millonaria Doris Duke— y la bestia quedó encantada. La bestia no se esperaba recibir una visita de tanta alcurnia y sufrió un deslumbramiento. Se le olvidaron de inmediato o le perdonó sus faltas a Rubirosa y los reproches que pensaba hacerle. Trató a la distinguida invitada como a una reina, se despidió finalmente de la pareja en los mejores términos, casi como familia, y el diplomático volvió las andadas.
El comportamiento de Rubirosa no era algo que habría debido sorprender a la Duke. Si algo lo precedía era su fama de don Juan y vividor. Doris Duke era una mujer de mundo y de seguro sabía a qué atenerse, pero quizás en algún momento de credulidad pensó que podía domesticar a la fiera. Pensaría ingenuamente que Rubirosa no la traicionaría. Pero Rubirosa era un depredador. Otro hubiera besado devotamente la pródiga mano que lo alimentaba, pero Rubirosa la mordía, lo mordía todo, era un roedor incorregible, no tenía componte, no tenía arreglo. Doris Duke se exhibía orgullosamente con su marido trofeo, pero el trofeo le saldría caro en términos económicos y afectivos. Rubirosa no era ni quería ser un hombre discreto, a él le gustaba darle publicidad a sus conquistas y las conquistas se hacían públicas. La prensa se las restregaba en la cara a Doris Duke, la avergonzaba, avergonzaba y hacía rabiar a la pobre niña rica.
Doris Duke era más o menos igual a Rubirosa en muchos sentidos: amaba la vida bohemia, la aventura, las relaciones pasajeras. Doris Duke amaba —para decirlo en francés pedantemente—, su esprit de vivre, su joie de vivre. Amaba, por supuesto, su desenfrenado amor por lo que los italianos llaman dolce vita. Ella y Rubirosa parecían compatibles en extremo, parecían ser o poder ser la pareja perfecta. Pero ella le pagaba y le pagaba bien a Rubirosa para que Rubirosa le fuera fiel y Rubirosa ni siquiera era discreto, le ponía los cuernos —como ya se dijo— públicamente y con artistas famosas y mujeres muy conocidas, la humillaba públicamente.
La compatibilidad no solucionaba el problema, el problema consistía en que quizás eran en extremo compatibles. Paradójicamente tuvieron que separarse casi como quien dice por compatibilidad de caracteres, eran demasiado compatibles, demasiado concentrados cada uno en sí mismo, demasiado liberales, demasiado parecidos para que pudieran soportarse por mucho tiempo. Muy pronto Doris Duke no aguantaría más, se vería y se vio obligada a deshacerse de su juguete y el juguete se vendió caro.
El matrimonio se había efectuado en base a un contrato que establecía por supuesto la separación de bienes, pero Rubirosa cobraba caro por sus servicios y de seguro exigió una justa retribución. Además a Doris Duke le sobraba el dinero y lo despachó con las manos llenas. Se dice y se repite que le regaló un millón de dólares, que le concedió una pensión por veinticinco mil dólares al año, que le dejó una mansión del siglo XVII en la Rue de Bellechasse, Paris, una flota de pesca en África, caballos de polo, autos de carrera y otras cosuchas. Le regaló incluso un bombardero B-25, un avión de guerra de la Segunda Guerra Mundial transformado en avión de pasajeros (al que le pusieron por nombre La Gansa) en el que estuvo a punto de matarse en un par de ocasiones. Se dice además que Doris Duke y Rubirosa siguieron siendo amigos, que ella pagaba el arreglo y mantenimiento del avión y que se reencontraron y refocilaron felizmente en varias ocasiones.
(Historia criminal del trujillato [97])
Bibliografía:
Robert D. Crassweller, “The life and times of a caribbean dictator.
Henry Espinal, “Porfirio Rubirosa-Rubí. El playboy dominicano más famoso”
(https://m.facebook.com/historiadominicanaengraficas/photos/a.267065323491958/1738755342989608/?type=3)
Alí Khan (https://es.m.wikipedia.org/wiki/Al%C3%AD_Khan)
Lipe Collado – Porfirio Rubirosa. La Impresionante Vida de Un Seductor (https://es.scribd.com/doc/269366762/Lipe-Collado-Porfirio-Rubirosa-La-impresionante-vida-de-un-seductor-pdf)
PORFIRIO RUBIROSA. MI VIDA COMO PLAYBOY (https://www.cuestalibros.com/5056218252)
Pablo Clase Hijo “Rubirosa: El primer playboy del mundo” (https://www.amazon.com/-/es/Pablo-Clase-Sanchez-ebook/dp/B0742FJHHQ)