La familia de Rubirosa subió como la espuma a raíz de su matrimonio con Flor de Oro y superó rápidamente las estrecheces económicas. Varios parientes ocuparon puestos en la administración pública, se pusieron de moda, recuperaron su estatus, ascendieron socialmente. Rubirosa había dado lo que se llama un braguetazo, pero nunca pareció enterarse cabalmente de que estaba casado, no se dio cuenta, continuó con su vida de soltero, juntándose con sus amigotes, jugando juegos de azar, parrandeando, llegando a deshora a su casa con aliento alcohólico. Pronto empezó a tener problemas con la mujer, problemas en la milicia y con el suegro. Pero además Rubirosa seguía siendo pobre, no le alcanzaba el dinero y nunca le alcanzaría.
La bestia lo había nombrado subsecretario de Estado de la Presidencia, lo nombró presidente de su compañía de seguros, lo nombró en la Secretaría de Asuntos Exteriores, lo nombró diputado, lo había nombrado capitán de su cuerpo de ayudantes, pero tanto él como Flor de Oro incurrían en gastos que no podían solventar y se endeudaban cada vez más.
Para peor, en alguna ocasión Rubirosa tuvo la infeliz ocurrencia de probar su suerte en los negocios y salió mal parado, muy mal, parado. El hecho es que dispuso imprudentemente de la jugosa dote de cincuenta mil pesos que la bestia había dado a Flor de Oro y se metió en un negocio con un ingeniero puertorriqueño bisexual que estaba haciendo unos trabajos de dragado en el puerto, el célebre Félix Benítez Rexach. Rubirosa se metió también con la mujer del ingeniero en una extraña relación, engañó al ingeniero con la esposa, pero el ingeniero lo engañó a él con el dinero y lo perdió, lo perdió todo. Una pequeña fortuna en aquella época.
Rubirosa recurrió entonces a la peor amenaza, lo amenazó de muerte. El ingeniero tenía relaciones inmejorables con la bestia y fue a su despacho a quejarse. Rubirosa recibiría una dura reprimenda de parte de su suegro. La bestia le prohibió molestar al boricua y quizás también a la mujer del boricua, le prohibió ir al palacio, le prohibió hasta visitar su casa. Rubirosa se quedó sin pito, sin flauta, sin los cincuenta mil pesos de Flor de Oro.
En otra infausta ocasión Rubirosa y Flor de Oro decidieron ir a probar suerte a Nueva York. De común acuerdo abrieron, según cuenta Flor de Oro, un club nocturno llamado Do Re Mi que hubiera podido tener éxito. Sin embargo, por lo que dice la misma Flor, Rubirosa disponía liberalmente del flujo de caja del club, probablemente se lo jugaba o se lo bebía o lo gastaba con otras mujeres. No pasó, pues, mucho tiempo para que el club quebrara.
Fue en esa época —1934—, que la bestia nombró diputado a Rubirosa y lo hizo volver al país. Ya para entonces había calado a Rubirosa, sabía que su ambición no tenía límites y sabía para lo que daba o podía dar. Apenas un año después lo envió de vuelta a Nueva York con una delicada encomienda.
Organizar o dirigir el asesinato de Ángel Morales, un incómodo exiliado que tenía relaciones con altos funcionarios del Departamento de Estado y se mostraba cada vez más influyente y activo.
Como es sabido, en vez de matar a Ángel Morales, el gatillero (que era primo de Rubirosa) mató por error a otro exiliado llamado Sergio Bencosme, pero la bestia demostraría su agradecimiento. Con Rubirosa se podía contar para lo que fuera necesario y la bestia retribuiría generosamente sus buenos servicios.
Finalmente, en el año 1936 las puertas del paraíso se abrieron de par en par para Rubirosa. La bestia lo envió a Alemania como tercer secretario de la embajada dominicana en Berlín y su llegada coincidió con la celebración de los Juegos Olímpicos. Según se dice, Flor de Oro y Rubirosa ocuparon un palco cercano al de su majestad Adolfo Hitler. Después lo mandarían a representar a la República Dominicana en la fastuosa coronación del rey George VI en Londres y posteriormente a París… De nuevo volvía estar Rubirosa en el lugar al que pertenecía o quería pertenecer.
Lamentablemente, en el año 1937, mientras se encontraba en Francia, y en el momento en que su carrera despegaba, el matrimonio con Flor de Oro se fue a pique. Rubirosa era un desconsiderado. Maltrataba a la gallina de los huevos de oro. Parecía olvidarse que a ella y a su padre se lo debía todo y le robaba las prendas, disponía de las joyas de su sufrida esposa Flor de Oro, de sus finas pulseras, las vendía o empeñaba, se gastaba el dinero o más bien lo dilapidaba. Lo vaporizaba. Y la golpeaba con frecuencia cuando se quejaba.
Cuentan que entonces Flor de Oro se desesperó, se cansó de las traiciones y malos tratos de su esposo, se cansó de su desprecio y lo abandonó y regresó al país y le contó a su papito lo que pasaba y papito se encolerizó o por lo menos se indignó.
Al igual que los había casado, la bestia los divorció, ordenó el divorcio y el matrimonio se disolvió, despojó a Rubirosa de las propiedades que hubieran podido tocarle y lo canceló. Le quitó su flamante cargo diplomático y supuestamente lo declaró persona no grata en el país. Hay quien dice que lo mandó a matar y que Rubirosa tuvo que esconderse.
Sin embargo, afirma Crassweller que el divorcio, que se efectuó en 1938, no disgustó a nadie, ni a Flor de Oro ni a Trujillo y mucho menos a Rubirosa, Pero lo cierto es que la bestia y Rubirosa se distanciaron, que Rubirosa se quedó de nuevo sin pito y sin flauta durante por lo menos un par de años en los que se dedicó a estafar judíos y otras cosas peores, mucho peores… Pero la providencia no tardaría en acudir en sus auxilio.
En el año de 1939, durante la presidencia putativa de Jacinto Peynado, la bestia se tomó unas largas vacaciones y viajó a los Estados Unidos y viajó a Francia. Peynado lo había investido y revestido como Embajador extraordinario en misión especial ante los gobiernos de Francia e Inglaterra, pero los maleducados franceses y los gélidos ingleses no se dieron por aludidos. No obstante, en París le esperaba desde el día 10 de junio una adorable bebé, su casi recién nacida hija Angelita y su ahora adorable esposa María. María Martínez de Trujillo, a la que llamaban la españolita.
La estadía de la bestia en Francia pasó prácticamente desapercibida. Ni la prensa ni el gobierno se dieron realmente por enterados, no hubo recepciones ni agasajos oficiales, ni ceremonias conmemorativas. Los únicos que de verdad mostraron interés por su visita fueron unos izquierdistas revoltosos que se manifestaron frente a la embajada dominicana en su contra y que fueron sometidos al orden por una turba pagada por Porfirio Rubirosa. Quizás dirigida en persona por Rubirosa, que tomaría parte en la riña, luciéndose como boxeador. Ese acto heroico, según se dice, le permitió reconciliarse con el querido jefe. Rubirosa recibiría honores de héroe cuando regresó a Santo Domingo.
Todo lo demás vendría después por inercia. Los cargos diplomáticos, aunque con ciertas interrupciones y contratiempos, empezarían a lloverle hasta el fin de sus días. Muy pronto empezarían a lloverle las mujeres famosas y la riqueza.
(Historia criminal del trujillato [95])
Bibliografía:
Robert D. Crassweller, “The life and times of a caribbean dictator.
Henry Espinal, “Porfirio Rubirosa-Rubí. El playboy dominicano más famoso”
(https://m.facebook.com/historiadominicanaengraficas/photos/a.267065323491958/1738755342989608/?type=3)
Alí Khan (https://es.m.wikipedia.org/wiki/Al%C3%AD_Khan)
Lipe Collado – Porfirio Rubirosa. La Impresionante Vida de Un Seductor (https://es.scribd.com/doc/269366762/Lipe-Collado-Porfirio-Rubirosa-La-impresionante-vida-de-un-seductor-pdf)
PORFIRIO RUBIROSA. MI VIDA COMO PLAYBOY (https://www.cuestalibros.com/5056218252)
Pablo Clase Hijo “Rubirosa: El primer playboy del mundo” (https://www.amazon.com/-/es/Pablo-Clase-Sanchez-ebook/dp/B0742FJHHQ)