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La celebrada vida de Porfirio Rubirosa —la impresionante y fascinante vida de un seductor como la definieron y definen muchos escritores y periodistas—, fue la vida de un libertino, un tipo vacío, un hombre hueco, hinchado de vanidad, un narcisista poseído de sí mismo en grado extremo, que hacía el mal sin darse cuenta o sin pretender darse cuenta y que tomaba lo que al parecer creía que el mundo le debía. Alguien que tuvo acceso durante una infancia dorada a la mejor educación, a una existencia regalada y placentera, y que pudo ser una persona útil y eligió ser un parásito.

Porfirio Rubirosa Ariza y sus dos hermanos mayores (Ana y César) eran hijos de un general de la época de Concho Primo (Pedro María Rubirosa Rossi), que se cansó de tirar tiros y abrazó la carrera diplomática en cuanto se le presentó la oportunidad. Eso le permitió a la familia dejar atrás el escenario del caciquismo y la montonera, las casas con refugios soterrados donde los habitantes podían protegerse de los muy frecuentes tiroteos, la violencia endémica que se agravó a partir de la muerte de Lilís en 1899 y perduró durante los primeros dieciséis años del siglo XIX.

La diplomacia le permitió, en definitiva, al general Rubirosa partir con su familia hacia Saint Thomas en 1914 y luego establecerse como jefe de la delegación dominicana en París de Francia casi en el mismo momento en que estallaba la primera guerra mundial. Los Rubirosa pasaron, pues, del sartén al fuego, y por un período de más de cuatro años se convirtieron en espectadores de la más feroz carnicería que había conocido la humanidad.

En 1916, a los dos años de la llegada a Francia, se produjo la primera ocupación armada del imperio norteamericano en Santo Domingo, que se prolongaría por ocho años. Ese pudo haber sido el fin de la estadía de los Rubirosa Ariza en Europa, pero los servicios internacionales y las representaciones diplomáticas o consulares se mantuvieron a pesar de la ocupación en países como Francia e Inglaterra. En el gobierno de Horacio Vázquez, que sucedió al de la ocupación, el general Rubirosa fue confirmado en su cargo y posteriormente nombrado como embajador en Londres

De tal manera, la familia Rubirosa Ariza pudo permanecer en el viejo continente durante largo tiempo. Porfirio llegó a París cuando tenía seis años y regresaría contra su voluntad al país cuando tenia diecinueve, un tiempo después que sus padres y hermanos.

Como estudiante no sirvió para nada y ni siquiera pudo terminar la enseñanza media. Pero aprendió inglés y francés, probablemente sin acento, y aprendió según se dice algo de alemán y portugués.
Aprendió a boxear, aprendió a bailar como un profesional, aprendió los más refinados modales, el arte de seducir, de engatusar, de engañar. Aprendió, además, el arte del desdoblamiento, el arte de la doble personalidad y doble moral. Podía ser el tipo más fino, el más atento, el más gentil y galante y podía propinar a una mujer una golpiza, matar por dinero o por órdenes de la bestia.

Lo más importante de todo es que aprendería a jugar polo y se convertiría en un notable jugador. Al polo se dedicaría toda la vida y llegó a tener su propio equipo, el equipo Cibao–La Pampa con el que cosecharía notables éxitos. Incluso llegó a ganar, en lo que sería el último día de su existencia, la Copa de Francia.

El polo le permitió relacionarse, en su época de estudiante, con gente de alto postín, de un postín tan alto como el de Alí Khan, con el que entabló una especie de amistad que duró toda la vida. Ali Khan era hijo y sucesor de Aga Khan III, un líder religioso musulmán de la India, un tipo obeso, o por lo menos corpulento, al que sus fieles regalaban todos los años su peso en oro, a veces en diamantes, a veces en platino, quizás en piedras preciosas. Alí Khan, desde luego, estaba podrido en dinero y es muy probable que Rubirosa le ayudara con mucho gusto a gastarlo en incontables correrías, en fiestas, en prostitutas de lujo. La vida nocturna se convirtió para Rubirosa en la vida por excelencia, la verdadera vida. En algún momento decidió —si no lo había decidido desde siempre— dedicar su vida a la juerga, vivir de juerga, dedicarse a tiempo completo a la dolce vita, quizás la más divertida, superficial y estúpida manera de vivir.

Lo malo es que le faltaban los recursos. Su amigo Ali Khan había elegido el mismo estilo de vida y se convertiría con el tiempo en un famoso play boy y conquistaría muchas mujeres, pero a base de papeletas y no de muela, como Rubirosa. Rubirosa no gastaba dinero en mujeres, vivía de las mujeres, invertía en mujeres. Ali Khan se dio a conocer como mujeriego. Porfirio Rubirosa ganó fama como prostituto de alta sociedad. Dicen que un columnista llamado Taki Theodoracopulos decía que cuando Porfirio Rubirosa se emborrachaba, le echaba mano a la guitarra y cantaba “Soy sólo un chulo, soy sólo un chulo”.

En realidad era un poco más que eso. Atraía a las mujeres como dice Juan Luis Guerra, pero al revés: como el panal a la abeja. Como un imán. Pero un chulo era en esencia: un renombrado y exitoso chulo.
Uno de esos extraños alborotadores de hormonas, un tipo feromonal. Un cuero macho.

(Historia criminal del trujillato [91])

Bibliografía:
Robert D. Crassweller, “The life and times of a caribbean dictator.
Henry Espinal, “Porfirio Rubirosa-Rubí. El playboy dominicano más famoso”
(https://m.facebook.com/historiadominicanaengraficas/photos/a.267065323491958/1738755342989608/?type=3)
Alí Khan (https://es.m.wikipedia.org/wiki/Al%C3%AD_Khan)
Lipe Collado – Porfirio Rubirosa. La Impresionante Vida de Un Seductor (https://es.scribd.com/doc/269366762/Lipe-Collado-Porfirio-Rubirosa-La-impresionante-vida-de-un-seductor-pdf)
PORFIRIO RUBIROSA. MI VIDA COMO PLAYBOY (https://www.cuestalibros.com/5056218252)
pablo Clase Hijo “Rubirosa: El primer playboy del mundo” (https://www.amazon.com/-/es/Pablo-Clase-Sanchez-ebook/dp/B0742FJHHQ)

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