No pudo evitar que parte del patrimonio arquitectónico de Santiago fuera borrado en aras de un dudoso progreso

A Reynaldo no le sirvió su título de doctor de la PUCMM, ni su maestría en epidemiología y planificación, o sus proyectos de descentralización en salud en 25 barrios, ni su revista Urbania para evitar que parte de Santiago se borrara obviando su patrimonio arquitectónico que bien nos podría servir para ese plan estratégico 2020-2030 que él impulsó junto a otros dolientes de su pueblo, incluido yo.

En ese embiste de destrucción se fueron casas que nos duelen en la memoria, duele que ya no existan, como si la ciudad padeciese de una diabetes crónica y que cada mes nos enteramos de que, como paciente, le han amputado dos dedos, luego dos más, más adelante un pie, una mano y dejarnos solo el corazón latiendo como aquella lámina de Jesús con él afuera y brillando… con una mirada de ruego.

“Se quemó” la casa del Dr. Bueno, que si te vi no me acuerdo, ni ayer ni hoy; la Panadería Reyes, la Sastrería Rey, el Teatro Colón, El Antillas, El Odeón, a la México de Ercilia Pepín le cambiaron el nombre (una clara ofensa), la Estación Marte, El Mercado Modelo, el Correo, abandono de La Logia de la Mella, La Tabacalera, alma de identidad oliente, la cualquerización de la Fortaleza San Luis, a pesar del esfuerzo del general Jorge, la Sra. Bisonó, el Padre Hilario y Lincoln López…que más le hubiera convenido quitarle el megáfono “al predicador” y mudarse al Sahara a gritar sus reclamos que le costaron, al final, un cayo en el dedo gordo del pie izquierdo. La cultura es cultura y la política otra vaina.

Perdimos, por la fuerza buhonérica, la casa de Yoryi, la de Izquierdo, la casita de Antonio Pichardo (al lado del Centro de Recreo), el Club Santiago, La Alianza Cibaeña tiene un pie en el borde del abismo y el otro en el aire. ¿De qué sirvió el Palacio de Amantes de la Luz?, el Archivo murió con Fondeur envuelto en espinas y zacatecas. Hasta el Partido Reformista se cae en ruina (¡Qué bueno!, con la venia de Cuqui). El parquecito de los pinos (antiguo José Trujillo Monaga, al final de la Jácuba) se lo entregó Sued a la mondonguería; las librerías, todas, se esfumaron y, la más emblemática, La Santiago, vende pollo Ken-Trotsky con un sazón de un tal Stalin.

Grabado de 1920.

Nadie me puede convencer de que no había miles de solares para construir la estación de los bomberos. No, había que borrar el pasado del tren.

La lista es más larga que la que pudiera redactar un jablador.

Todo eso fue ¿por el desarrollo o por la estupidez?

Sin querer abrir un debate, se abrió, y el primero en fortalecerlo fue el amigo Reynaldo con un escrito que se suma al reclamo para corregir políticas contrarias al clamor de la ciudadanía, contrarias a nuestra identidad, a nuestra cultura, a nuestras tradiciones e historia. Clama, como su proyecto 20-30 por una planificación urbana que tome en cuenta nuestras raíces.

Dejemos a Reynaldo que nos diga su respuesta al artículo nuestro sobre la estupidez aparecido en el periódico HOY del 28 de enero 2025

“Mercader y su oda a la estupidez”

El laureado artista visual José Mercader publicó su “Elogio a la Estupidez”. Lo tituló mordazmente “Bonny en la filosofía de Bonhoeffer”. Narrativa donde comenta los ensayos de Erasmo de Róterdam, Dietrich Bonhoeffer y Carlo Cipolla.

Su temática se relaciona con la gran cantidad de estúpidos o conductas estúpidas con las que se convive diariamente. Cita especialmente al músico Bonny Cepeda y al político Miguel Mejía.

Compartimos sus juicios, pero no entraremos en sus razones, sino que haremos de sus afirmaciones un microscopio para abordar la caracterización de esta ignominia en cualquier terreno. Sabemos que pueden llenarse de esta vileza varias decisiones del Estado, sector privado y sociedad civil.

Hay ejemplos recientes. El más dramático es el manejo sin gobernabilidad, que el Ministerio de Haciendas proporcionó a su Reforma Fiscal. Quedó demostrado que casi ningún economista reputado, fue consultado, siendo una estupidez presentar esta propuesta como política de Estado.

La Real Academia Española define «Estupidez» como “torpeza notable en comprender las cosas”. Es sinónimo de «idiotez, imbecilidad y despropósito». Antónimo de «inteligencia, agudeza y sagacidad».
La estupidez nos acompaña desde el surgimiento de la humanidad. Decisiones estúpidas repletan libros políticos y militares. Fue el sacerdote Erasmo de Róterdam quien abrió el debate, al publicar en 1511 su «Elogio a la Locura» o estupidez. Obra editada 36 veces con el autor en vida. En ella, el filósofo europeo, articula satíricamente “el personaje de la estupidez”.

Róterdam demuestra que todos somos estúpidos o cultivamos cierto grado de estupidez. Enfatiza en aquellos donde por comodidad, esta conducta se asume como estilo de vida. La estupidez aparece en política, negocios y religión.

Dietrich Bonhoeffer teólogo luterano que participó en el último atentado contra Hitler, no formuló una “teoría sobre la estupidez”, pero aportó consejos para entenderla.

De estas lecturas se derivan conclusiones. La primera es que “nunca se discute con un estúpido y menos se contradice”. Cuando éste se ha nutrido de idioteces, se cierra al razonamiento. José Mercader subraya que “el arma principal del estúpido es el chisme”.

Hablar con estúpidos, según Bonhoeffer y Mercader, no es conversar con personas, es platicar con lemas y supuestas ideas que se repiten automáticamente. Ellos son impredecibles y destructivos. Los más peligrosos son los que ocupan puestos de mando. Los estúpidos nunca razonan, ni piensan por sí mismos.

Detalle de grabado de Francisco Goya.

Entender a tiempo las señales de los estúpidos y de sus estupideces, preserva instituciones. La estupidez es factor humano surgido cuando se apaga el intelecto y la inteligencia queda excluida de las decisiones”.

La estupidez no se cura, es contagiosa y se transmite de generación en generación.

Si Santiago no tiene playas, ¿qué podemos ofrecerle al turista, aparte del Monumento? Cultura propia, nuestro carnaval, nuestros pintores, comida, música (no ruido), paseo en coche aunque tengamos que usar esa larga lista de estúpidos para jalarlos, y soltar los caballos.

(ver https://www.elcaribe.com.do/gente/cultura/erasmus-de-rotterdam-elogia-la-necedad/ y https://www.elcaribe.com.do/gente/cultura/bonny-en-la-filosofiade-bonhoeffer/ )

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