El Panteón de la Patria

En sus inicios, era una iglesia perteneciente a la Orden de los Jesuitas, cuya construcción inició en el año 1714, con el permiso del Arzobispo de Navarrete y gracias al dinero donado 31 años antes, en 1683, por Don Jerónimo de Quezada y Garcon.&#823

En sus inicios, era una iglesia perteneciente a la Orden de los Jesuitas, cuya construcción inició en el año 1714, con el permiso del Arzobispo de Navarrete y gracias al dinero donado 31 años antes, en 1683, por Don Jerónimo de Quezada y Garcon.

La iglesia abrió las puertas a su feligresía por el año 1743, aún sin estar terminada. Se estima que su construcción concluyó en 1755, es decir, que inició su labor 12 años antes de su terminación. Este era el templo construido por la devoción de San Ignacio.

En algún momento y por conflictos de las autoridades de la época, sus instalaciones fueron sede de diversas entidades, fue el Real Almacén de Tabaco, luego, a partir de 1792, se convirtió en el Seminario de San Fernando y Templo de la Independencia. Hasta 1918 funcionó como teatro y más tarde fungió como oficinas gubernamentales.

Luego de una serie de restauraciones, desde el año 1956 y hasta la fecha, es el Panteón Nacional, donde descansan los restos mortales de los dominicanos ilustres. Esto así, por órdenes de Trujillo, que aspiraba a que su morada final fuera en un lugar sagrado, junto a hombres ilustres, próceres e intelectuales, y por ello promulgó, en el año 1956 la Ley 4463, por medio de la cual, el templo San Ignacio de Loyola, antigua Iglesia de los Jesuitas, se convirtió en el Panteón de Patria.

La idea, sin embargo, fue buena, partiendo desde el punto de vista de reunir en un mismo lugar a los hombres, cuyos nombres representan las páginas más trascendentales de la historia por la independencia y la soberanía de la nación dominicana.

Tan pronto inicia el recorrido, es notoria la hermosa lámpara en cobre, que sobresale de la cúpula. Dicha lámpara es una donación del general Francisco Franco, a Rafael Leónidas Trujillo.

Debajo de la cúpula sobresale una enorme rosa de los vientos, sobre la cual, justo en su centro, arde la llama perpetua. Es facultad del Poder Ejecutivo, mediante decreto, decidir quienes merecen reposar en el mausoleo.

El Panteón de la Patria, llamado con frecuencia Panteón Nacional, nació como un templo religioso. Un largo periplo lo llevó a convertirse en lo que es en la actualidad: Lugar de reposo eterno de hombres y mujeres ilustres. Fue en 1956 por disposición de Rafael Leónidas Trujillo que se convirtió en Panteón de la Patria.

La Ley No. 4463, del dos de junio de 1956, establece, en el Artículo 1, que: “El edificio conocido con el nombre de Templo de San Ignacio de Loyola o iglesia de los Jesuitas, situado en la calle Colón (hoy Las Damas), de Ciudad Trujillo, se consagra como Panteón de la Patria”.

El artículo dos de la ley señala “El Panteón de la Patria estará dedicado especialmente a guardar los despojos de los próceres y hombres ilustres dominicanos, para que descansen en un ambiente de carácter religioso”.

Un monumento

La Zona Colonial ofrece una diversidad de opciones, es ahí donde se encuentran los más importantes monumentos históricos y museos del país. Entre estos monumentos se encuentra el Panteón Nacional, el lugar en donde reposan los restos mortales de los grandes héroes nacionales, aquellos que con sus hazañas escribieron sus nombres en las páginas de la historia.

El edificio, que se encuentra ubicado en la calle Las Damas casi esquina Las Mercedes, está construido en piedra caliza y consta de tres naves.

A mediados del Siglo XX, se convirtió en un espacio para honrar a los ciudadanos más distinguidos de la República Dominicana según fue declarado por el tirano Rafael Leónidas Trujillo.

La remodelación, que para la época costó una fortuna, estuvo a cargo del arquitecto español Javier Borroso.

Por dentro

Cada espacio dentro de este impresionante monumento, es cuidado con esmero, los lustrosos pisos, las banderas en perfecto estado, colocadas a lo largo de los pasillos demuestran la solemnidad del lugar y el respeto y celo con que se venera los restos de los ilustres que reposan en el mausoleo. Es imposible no detenerse a admirar el mural que simboliza la Ascensión a los Cielos y El Juicio Final. Allí tienen su morada final, escritores, intelectuales, políticos, héroes nacionales.

Como todos los museos del país, está abierto al público de martes a domingo de ocho de la mañana hasta las seis de la tarde.

Es uno de los lugares más visitados por estudiantes y turistas, a quienes les impresiona ver la pulcritud de cada uno de los espacios, la seriedad con que el guardia de honor custodia la entrada que da acceso a cada una de las tumbas que conforman el mausoleo.

En el lugar se encuentran más de 40 personalidades que han aportado a la nación dominicana desde diferentes áreas, entre ellas, las letras, la lucha por la independencia y la soberanía nacional.

Aunque la inclusión de algunas personalidades en el mausoleo, ha sido cuestionada, la mayoría de quienes allí reposan gozan del reconocimiento de los dominicanos.

El monumento está compuesto por ocho capillas abovedadas, cuatro distribuidas en cada lado, una nave central y el altar mayor. La fachada, que preserva la forma original, fue construida en piedras coralinas.

Decreto
Antes de ser convertido en Panteón de la Patria, este era la iglesia de los Jesuitas. Fue mediante la Ley 4463, del año 1956, que adoptó esa condición.

Visitas
Es uno de los lugares más concurridos, estudiantes, turistas y público en general visitan con frecuencia las instalaciones del mausoleo.

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