La Boquilla es un territorio afrodescendiente frente al mar Caribe, ubicado a unos 10 km del centro de Cartagena de Indias, una de las ciudades más icónicas del turismo colombiano e internacional. Desde el 1984, cuando esta urbe fue declarada Patrimonio Mundial de la Humanidad por la Unesco, muchas de sus transformaciones urbanas han sido enfocadas en satisfacer la creciente demanda turística y su relacionada especulación edilicia. Para satisfacer esta tendencia, barrios históricos, relativamente centrales como Chambacú y Getsemaní, pasaron de ser sectores populares – incluso discriminados por sus connotaciones negras – a sitios de hotelería y comercio exclusivo. Saturados los sectores adyacentes al centro histórico, la ola de turistificación inició avanzando en sentido costero. Los megaproyectos de vivienda turística iniciaron a demandar playas que hace unas décadas eran consideradas periféricas. Entre ellas, las de la Boquilla. Este territorio, inicialmente poblado desde finales del siglo XIX por pescadores afrodescendientes, se vio progresivamente afectado. «Las personas adineradas llegaron a la comunidad ofreciendo cifras para la venta de lotes playeros que los nativos locales nunca habían visto», comenta Rony Monsalve, líder social comunitario. «Aun así, por más que pareciera el valor de las compras, las cifras pactadas eran muy bajas porque mucha gente se fue de su tierra, dejando su vida y terminando gastándose el dinero». En efecto, ciertos lotes fueron vendidos por sumas que no llegan los 10.000 dólares, cómplice también la informalidad jurídica que caracteriza muchos territorios rurales de Colombia.
Para la salvaguarda de la comunidad, de nada sirvió el título de territorio colectivo que, el entonces presidente de la República, Juan Manuel Santos, junto con Barack Obama, reconocieron, en 2012, a los lideres afrodescendientes. Unos años después, durante el periodo de encierro por pandemia (2020), el Tribunal Administrativo de Bolívar (órgano judicial local) tumbó la titulación estatal argumentando que el territorio en cuestión ya había perdido sus características rurales, de acuerdo con los requerimientos de la ley 70 de 1993. De hecho, esta norma nacional surgió respondiendo a la mayoría de los territorios afrocolombianos del Pacífico que tienen una preminencia rural. Lo anterior sin tener en cuenta otras características territoriales afro ancestrales que se ubican entre la ciudad y el campo, especialmente en el Caribe. De esta manera, la expansión urbana de muchas metrópolis de Colombia sigue amenazando la vida comunitaria afrodescendiente, a menudo expulsada de su contexto de origen por un sistema político y económico que suele ser fuertemente racista y discriminatorio.

Cartagena de Indias se confirma siendo una ciudad fascista, no en sentido tradicional del término, sino en sentido espacial, racial y cultural en donde las poblaciones negras siguen viviendo como ciudadanos de segunda clase, frecuentemente despojados de los más elementales derechos fundamentales. La Constitución política de 1991 – una de las más progresista de América Latina y el Caribe – se aplica de forma intermitente, especialmente en los barrios periféricos y en las zonas rurales de la ciudad. Educación y salud funcionan de manera discontinua e incluso la integridad física no está plenamente garantizada por una fuerza pública local acostumbrada a perfilar racialmente parte de sus operativos con la motivación de perseguir a las pandillas y el microtráfico. Bajo tal dinámica, entre 2020 y 2021, fueron asesinados varios jóvenes sin respuesta alguna de la justicia.

Frente este escenario de lucha por la inclusión ciudadana y el reconocimiento cultural y territorial, algunas de las principales acciones comunitarias pasan por las actividades del medio de comunicación local La Boquilla Te Ve. Es a través de este que, por ejemplo, a partir del fallo judicial mencionado anteriormente, esta organización de base logró producir y divulgar el film-documental Aquí me quedo (2021). Este fue seleccionado para participar en el Festival Internacional de Cine de Cartagena de Indias, uno de los principales eventos cinematográfico de Colombia y el Caribe. Mediante el arte y la cultura el mundo se está enterando de las problemáticas que atañan a la otra Cartagena, la parte mayoritaria de la ciudad, rescatando y valorizando talentos populares, diariamente invisibilizado por los patrones culturales hegemónicos.

«Pero la lucha no es solo conflicto» – subrayan Jarold Acosta y Elías Herrera, respectivamente director y productor de La Boquilla Te Ve – «lo más valioso, es nuestra gente, nuestra cultura y nuestro territorio. Es por esto por lo que, cada año, desde hace más de una década, fomentamos y apoyamos la organización de la Fiesta Patronal del Pescador, organizada por la Junta de Acción Comunal y liderada por Noelis Araujo y Alejandro Valiente. La semana que antecede el 24 de junio, todo el pueblo se reúne para celebrar su cultura. Hay días de festival de tambores, en los cuales se rescatan las tradiciones de ritmos como el Bullerengue, otros momentos de desfile con carrozas y comparsas preparada a lo largo del año, otros más de competencias deportivas tradicionales y modernas en las cuales se alternan: el lanzo de la atarraya, la pesca con el boliche, las regatas en botes y las carreras de atletismo en la playa. Esta es una gran manera de gritar al mundo que aquí estamos y aquí nos quedamos. ¡Nuestra lucha es una celebración que firme sigue en pie!».


Este trabajo forma parte del proyecto n. 97041: “¡En la ola, la Boquilla está en la zona!”. Demandas comunitarias en el conflicto por la gentrificación de la Boquilla (Cartagena de Indias): hacia un proceso de pacificación territorial con equidad y justicia social. Financia el Ministerio de Ciencias, Tecnología e Innovación en el marco de la convocatoria 934-2023 y ejecutada por el Observatorio del Caribe Colombiano y la Universidad de Cartagena de Indias.

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